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La radio comunitaria en Bogotá pide vía libre

La posibilidad de que en Bogotá puedan funcionar emisoras comunitarias quedó en manos de la Corte Constitucional. El Ministerio de Comunicaciones está reacio a considerar el tema.

por Carlos Acero Rincón
Voces Nuestras
27 de marzo de 2006


Ningún medio tan cercano a una comunidad y a su audiencia que una emisora comunitaria: "El saludo para don Florentino que está en sintonía allá en el barrio Ramajal" y "don Omar Castillo que le envía unos saluditos a su esposa en el barrio Amapolas". Algo que no puede hacer Dario Arizmendi con sus 100 mil vatios de potencia. Desde el mensaje social que crea lazos de convivencia entre vecinos hasta los asuntos públicos locales: "Ahora vamos en directo desde el salón comunal de La Gaitana donde la alcaldesa local está realizando una audiencia pública para contarle a la comunidad como se están ejecutando los recursos de la localidad".

Propiciar la cercanía con sus oyentes, permitir la expresión de la comunidad y hacer públicos asuntos que no son relevantes para los grandes medios ha sido una tarea fundamental de la radio comunitaria en la ciudad. Sobre todo en las condiciones en que lo han hecho durante todos estos años: perseguidos por el Ministerio de Comunicaciones por no tener licencia.

Desde hace más de 10 años los promotores de estas experiencias le están pidiendo al gobierno que otorgue licencias para que puedan funcionar legalmente emisoras comunitarias en Bogotá, pero la respuesta ha sido la misma: "La prioridad son los municipios, tienen que esperar, es posible en la próxima convocatoria". En efecto, el año pasado se hizo una nueva convocatoria para radios comunitarias y volvieron a dejar por fuera a la ciudad. No valieron cartas con cantidad de firmas, ni peticiones respetuosas de la comunidad. La ministra de Comunicaciones dice que este tema no tiene discusión.

Entonces no hubo más remedio que acudir a una tutela invocando el derecho a la comunicación y a la participación ciudadana. La tutela fue negada inicialmente por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y el Consejo de Estado. Ahora el asunto va a ser estudiado por la Corte Constitucional, la cual tendrá finalmente la decisión.

Más allá de tema de las licencias para el funcionamiento de emisoras comunitarias en Bogotá la discusión se tiene que centrar sobre la democratización de los medios de comunicación. No es posible que en este país, con una diversidad cultural tan rica y un sinnúmero de conflictos por resolver, exista solamente un diario de circulación nacional que es El Tiempo y la única opinión que se pueda escuchar a través de la radio y la televisión sea la de Caracol y RCN, que no es otra cosa que los puntos de vista y los intereses de los dos grandes grupos económicos del país. ¿Y el resto de los ciudadanos? ¿Dónde está la opinión del resto de los colombianos?

Permitir y propiciar la creación de emisoras comunitarias y todo tipo de medios locales es ni más ni menos que fortalecer la democracia local y el control social, al acceso igualitario de los ciudadanos y ciudadanas a la discusión y acercamiento sobre los asuntos públicos, pero sobre todo, hacer participe a una comunidad del entorno social que lo rodea partiendo de un referente cercano, asunto que es de vital importancia para generar sentido de pertenencia y apropiación por el territorio. Una Nación cuyos habitantes no quieran su entorno, lo desconozcan o no se apropien de él es imposible que se pueda desarrollar y en ese aspecto juega un papel fundamental las radios comunitarias.

La decisión sobre este asunto queda ahora en manos de la Corte Constitucional.

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