La realidad sitiada: informe final de la Acción Humanitaria al nordeste antioqueño (24-29 de febrero de 2004)

El ruego que hizo un campesino de Cañaveral con lágrimas en sus ojos lo dice absolutamente todo: "les pido que ustedes no nos abandonen"...

"Lo que nosotros queremos es que al campesino lo excluyan de este conflicto armado: no andamos con armas, nuestra única arma es un pedazo de machete oxidado que utilizamos para talar el monte. Nuestra única arma es nuestro trabajo: sólo queremos que nos dejen vivir en paz" Testimonio de una campesina del Nordeste antioqueño.

La Acción Humanitaria (AH) al Nordeste Antioqueño estuvo integrada por 95 personas y 43 organizaciones sociales, sindicatos, organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales (de Alemania, Italia, EU y España) y organizaciones campesinas y de desplazados de la región. Estas fueron, en realidad, las que impulsaron la AH que pretendía rebasar la acción asistencial y propiciar un clima de confianza en estas comunidades por medio de la lúdica, la atención médica, odontológica y psicosocial, el encuentro cultural y el rescate de la memoria histórica a través de sus relatos y de los testimonios que quedaron consignados en los archivos visuales y fotográficos.

Los objetivos

El objetivo principal de la AH fue hacer acompañamiento y, a la vez, denuncia de la penosa situación en la que viven las comunidades campesinas de esta región, en los municipios de Remedios y Segovia, víctimas de un durísimo bloqueo económico, alimentario y sanitario al que los tiene sometidos el Ejército y los grupos paramilitares desde hace aproximadamente cinco años.

Igualmente llevar hasta estos olvidados rincones del departamento de Antioquia víveres no perecederos, medicamentos, herramientas agrícolas y material imprescindible para el trabajo cotidiano de los campesinos como botas, pilas, linternas o toldillos. Todo este material es incautado por el Ejército y los paramilitares antes de entrar a la región, con el argumento de que va para la guerrilla. La AH, por esta razón, también llevó a las veredas mencionadas brigadas médicas y odontológicas, los periodistas de la AH recogieron testimonios de los campesinos acerca de sus vivencias, de sus temores, expectativas y de sus descarnados recuerdos, que dejan al desnudo el horror y la atrocidad que han vivido por muchos años, sin que salgan a la luz pública porque los medios de comunicación los invisibilizan, condenándolos al olvido con su indiferencia y parcialidad.

Contexto histórico y económico

Las veredas de El Porvenir (municipio de Remedios) y Cañaveral (municipio de Segovia), puntos de encuentro con las comunidades campesinas del nordeste antioqueño, pertenecen a una región históricamente olvidada a conciencia por los sucesivos gobiernos de Colombia.

Una de las pocas veces que Segovia saltó a la luz pública fue por un motivo absolutamente dramático: el 11 de noviembre de 1988 fueron asesinados 52 de los vecinos de Segovia, que en ese momento era gobernada por alcalde y concejales de la Unión Patriótica. Las víctimas fueron baleadas a sangre fría por los paramilitares en pleno día y en pleno centro del municipio, en un magnicidio que todavía hoy sigue en la más completa impunidad. Durante nuestra visita, la propietaria de una fresquería ubicada en el centro de Segovia nos contó cómo todavía recuerda la imagen de la sangre de los muertos fluyendo desde el parque central --donde fueron asesinadas la mayoría de las víctimas-- hacia las calles del municipio.

La masacre de Segovia inició en el nordeste de Antioquia un goteo sin pausa de asesinatos, amenazas de muerte, torturas, desapariciones de campesinos e incursiones paramilitares y del Ejército, que continúan hasta el día de hoy.

En la actualidad, los cascos urbanos de Remedios y Segovia se encuentran completamente controladas por los grupos paramilitares, concretamente por el Bloque Central Bolívar. En las áreas rurales se presentan confrontaciones militares entre las partes del conflicto armado: las guerrillas de las FARC y del ELN, el Bloque Central Bolívar, la XIV Brigada y del Plan Vial Especial Número 8 del Ejército Nacional.

En el Nordeste Antioqueño, las comunidades de las veredas han sido víctimas de tres incursiones paramilitares en los años 2000, 2001 y 2003 con un saldo de 33 personas muertas, 10 viviendas incineradas y un sinnúmero de desplazados: baste decir que, en la actualidad, en las 50 veredas del Nordeste quedan 2.500 personas, lo que representa el 20% de las que vivían allí hace tan sólo tres años. El 40% de esta cifra corresponde a niños, las mujeres gestantes constituyen el 4% y las lactantes, el 8% de esta población.

La base de la economía de estos pobladores es la explotación artesanal del oro --especialmente en la zona de Segovia-- y la madera y los pequeños cultivos --prácticamente de subsistencia-- de plátano, maíz y yuca. En la actualidad, los paramilitares del Bloque Central Bolívar presionan a los campesinos de las veredas visitadas para que implementen cultivos de uso ilícito (coca). Les aseguran que pueden levantar el bloqueo y garantizarles el suministro de insumos para el proceso y la comercialización de la base de coca. Pero hasta el momento no hay cultivos en esa zona, a pesar de la pobreza, porque los pobladores se resisten. Entienden, según manifestaron, que la coca podría empeorar su situación pues este tipo de cultivos haría más dura todavía la disputa entre las partes del conflicto armado por el control económico y estratégico de la zona. Existen cultivos de coca más hacia adentro de las zonas visitadas.

Pese a su dramática situación, los campesinos que persisten en quedarse en la región lo hacen porque no se imaginan --explicaron-- viviendo el drama del desplazamiento. Por eso, esperan que con la presencia y el acompañamiento de las organizaciones nacionales e internacionales se pueda despertar el interés del Estado colombiano y la solidaridad internacional para que los desplazados retornen, el bloqueo cese y cesen también los asesinatos y desapariciones, la tortura, el señalamiento y la persecución contra los pobladores del Nordeste antioqueño.

El recorrido: lo que vimos y lo que nos contaron

Itinerario: Barrancabermeja - Vereda El Porvenir, Remedios - Vereda Cañaveral, Segovia - regreso a las ciudades de origen: Barrancabermeja, Bucaramanga, Medellín y Bogotá.

El recorrido se inició el martes 24 de febrero. Salimos a las 7 am de Barrancabermeja en los cuatro buses que habían llegado la tarde anterior con las delegaciones de Bogotá, Medellín, Bucaramanga y Barrancabermeja. El desplazamiento se hizo por la carretera que transcurre hacia el sur, paralela al río Magdalena, para atravesarlo más adelante por el puente de Puerto Berrío. Una vez llegamos a este municipio, los representantes de las cuatro delegaciones fueron conminados a presentarse ante el coronel Hurtado, comandante operativo de la XIV Brigada del Ejército, con sede en esa ciudad. El hecho tenía su explicación: poco antes, llegando a Puerto Berrío, varios integrantes de esta Brigada nos habían parado en plena carretera para informarnos de que nos iban a acompañar "hasta las mismas veredas", con el argumento de que la situación de inseguridad en la zona así lo motivaba.

Los integrantes de AH rechazamos de plano este ofrecimiento: acordamos que dejaríamos bien claro al Ejército que, tras la negativa de los organismos civiles del Gobierno a acompañar la AH (recordemos que ni la Gobernación de Antioquia, ni el Programa de Derechos Humanos de Vicepresidencia, ni la Procuraduría, ni la Red de Solidadridad Social, ni la Defensoría del Pueblo quisieron formar parte de la AH), nos parecía que llegar a las veredas con organismos gubernamentales militares constituía una falta de respeto hacia la AH y hacia los campesinos del Nordeste. También se les dijo que la AH seguiría sin acompañamiento militar su camino hasta las veredas porque el carácter de ésta fue, desde el principio, humanitario y civilista y, por tanto, era una total contradicción que estuviese acompañada por personal armado. Además, el acompañamiento de Fuerza Pública ponía en riesgo tanto a los integrantes de la AH, como su normal desarrollo, además de arriesgar a los campesinos de la zona.

Tras este incidente --que nos demoró alrededor de dos horas, esperando bajo el ardiente mediodía de Puerto Berrío-- seguimos hacia El Porvenir. La idea era llegar allí a primera hora de la tarde, pero debido a las pésimas condiciones en que se encuentra la única trocha que comunica con esta vereda, los buses se vieron obligados a avanzar a paso de tortuga para terminar deteniéndose por espacio de varias horas debido a la imposibilidad de seguir avanzando por ese destartalado camino. Sin almorzar ni comer nos cayó la noche y, tras muchas horas de espera e indecisión, decidimos seguir a pie al Porvenir. Llegamos alrededor de las 7:30 am. Allí nos esperaban desde el día anterior cerca de 300 mujeres, hombres y niños campesinos.

De inmediato, el grupo de enfermeros y el de odontología se dispusieron a empezar su tarea de atención a la población --entre ella muchos infantes-- a quien no les importó aguardar su turno en interminables colas bajo el sol. Mientras tanto, los periodistas de la AH --todos de medios independientes y alternativos-- y el enviado especial de Vanguardia Liberal, diario local del departamento de Santander, asistieron a una pequeña rueda de prensa en la que algunos campesinos contaron sus penosas condiciones de vida. Nos explicaron qué significa vivir bajo el férreo bloqueo al que les someten desde hace años el Ejército y los grupos paramilitares.

Por la tarde, se realizó una jornada de recepción de denuncias y la entrega de mercados para las comunidades. Esta es una muestra de un par de las denuncias recibidas: "Este mes de enero los paracos llegaron hasta la vereda diciendo a los comerciantes que acabaran con lo poquito que tenían, que venían para limpiar la zona de guerrilla, piden facturas a la gente por cada mercado, no se puede superar la suma de 120 mil pesos en compras". "El 15 de octubre de 2003 los paracos amenazaron de muerte a una señora en Remedios por ser presunta colaboradora de la insurgencia.. Cerca de la residencia de ella está el puesto de Policía (...) El paraco que la amenazó, alias 'El Moreno', es de los soldados profesionales del Plan Especial Vial y Energético N°8".

El gran valor de las denuncias recogidas consiste en que, haciéndolas, los campesinos demostraron que estaban por encima de terror que los atenaza: "Torturan a la persona y si es el caso hasta lo matan y esos casos no se han denunciado porque a la comunidad le da miedo", nos contaba una campesina, que añadió: "A mí me ha tocado estar en Remedios donde había un paraco diciéndole a un campesino: hijueputa, vos me bajás esa caja de ahí, eso no te lo llevas pa allá que es para esos hijueputas de la guerrilla. Y le bajaron la caja y los policías lo ven y no hacen nada".

Además, durante todo el día se realizaron en El Porvenir talleres de género, de derechos de la mujer, de prevención de la violencia intrafamiliar, de salud sexual y reproductiva, de expresión plástica y de relato de cuentos.

A pesar de su precaria situación económica y del bloqueo de alimentos, los campesinos que se desplazaron hasta El Porvenir para recibirnos sacrificaron una res, asaron montañas de plátanos, arroz e hicieron aguapanela con limón en cantidades suficientes para darnos almuerzo, comida y desayuno durante nuestra estancia de 24 horas en la humilde vereda. Eso, a pesar de que los paramilitares le cobran a menudo "vacuna" a la comunidad cuando entra alimentos a la región. "Muchas veces --explicó la comunidad-- no podemos pagarla y hay quien ha tenido que pagar con su vida"...

Otra campesina contaba que: "Entre las Fuerzas Militares hay gente que trabaja con los paramilitares, entonces hay mucho bloqueo por el río (Cimitarra, uno de los accesos al nordeste). Por eso, a veces nos toca aguantar hambre".

Al día siguiente partimos en camión --dado lo intransitable del primer tramo de la trocha para los buses-- y llegamos a las 3 pm al municipio de Segovia, donde el férreo control de las Fuerzas de Seguridad, su presencia en cada rincón del municipio, es notoriamente palpable. Allí se habló con el cura párroco de Segovia, Enrique García, que amablemente se ofreció a acompañarnos al día siguiente a la vereda Cañaveral. El padre Enrique nos contó que ese martes --es decir, dos días antes de nuestra prevista llegada a Cañaveral-- se había convocado a cientos de campesinos en la vereda El Piñal, con la intención de desplazarse todos juntos hasta Cañaveral. La respuesta a esa convocatoria fue masiva pero, estando el grupo ya cerca, en Carrizal, el Ejército realizó en El Piñal, "precisamente" en esas fechas, un gigantesco operativo en el marco del cual ametrallaron y bombardearon los alrededores de la vereda. El resultado fue que la mayoría de campesinos optaron por no seguir hacia Cañaveral y dieron marcha atrás.

Además del temor físico a ese operativo, supimos que los campesinos se habían ido porque saben que el Ejército suele llegar con paramilitares encapuchados que, sistemáticamente, los acusan de ser miembros o colaboradores de la guerrilla. El padre Enrique relató que unos días antes de nuestra llegada miembros del Ejército habían impedido salir de Cañaveral a unos campesinos que estaban comprando allá. Les obligaron a devolverles el poquito mercado que habían podido conseguir, les taparon la cara con un trapo y los obligaron a avanzar 10 minutos en aquellas condiciones de indefensión y terror hasta que los terminaron soltando.

También nos entrevistamos con el alcalde encargado del municipio, que contó a la periodista de la organización de DDHH Promopaz, de Piedecuesta, que "el bloqueo económico es generalizado. Son medidas que toma el Ejército para restringir un poco la entrada de los alimentos. No es no dejarlos llevar comida, porque de pronto estarían infringiendo la Ley, sino medir las cantidades que estas personas entran".

Al día siguiente, viernes 27, en horas de la mañana partimos hacia Cañaveral, tras haber dormido en una escuela de Segovia que nos ofreció la Alcaldía. Una vez en Cañaveral, donde el profesor de la escuelita rural nos cedió las instalaciones de ésta para pasar allí la noche, se adelantó el mismo trabajo que se había realizado en El Porvenir: brigadas de salud y odontología, actividades recreativas y culturales, entrevistas de los periodistas a campesinos y recolección de denuncias sobre la situación violatoria de los derechos humanos que viven allí estas personas. Toda esta actividad sólo pudo funcionar ese día parcialmente ya que, tal como nos había contado el padre Enrique, los campesinos no habían podido llegar hasta Cañaveral, de manera que hubo que improvisar una nueva convocatoria; esa misma tarde se empezaron a emitir avisos por radio, a la vez que varios "emisarios" llegaban a pie o en mula hasta las veredas más cercanas para contar que, finalmente, la AH sí se iba a realizar en Cañaveral a pesar de los impedimentos puestos por el Ejército.

Impedimentos que reaparecieron en la propia vereda: a pesar de haber acordado con las Fuerzas Militares en Puerto Berrío que no llevaríamos acompañamiento de soldados, éstos aparecieron varias veces ese día y al día siguiente en el caso urbano de Cañaveral, con el pretexto de que "no sabían nada" de lo acordado.

Se envió entonces a una comisión a dialogar con ellos: se les insistió en que su presencia ponía en riesgo la vida y seguridad de los campesinos y de los integrantes de la AH y se les conminó a que abandonaran la vereda.

A pesar de todo ello, al día siguiente la asistencia de campesinos para recibir asistencia médica y odontológica y los mercados fue absolutamente masiva, hasta el punto que varios medicamentos se agotaron. Algunas personas se habían desplazado casi durante toda la noche o desde primeras horas de la mañana desde las veredas en sus mulas y junto a sus hijos, bastantes de ellos todavía bebés de pocos meses.

Pero las evidencias del bloqueo también eran palpables en cada recodo de Cañaveral: siendo esta vereda una terminal de mulas (sitio donde llegan los animales de carga), los campesinos nos contaron que el Ejército no deja entrar cuido (concentrados) para la alimentación de animales. También prohíben la entrada de más de una pimpina de gasolina a pesar de que las familias que viven de la madera, que son la gran mayoría, necesitan al menos cuatro pimpinas por semana.

El bloqueo también lo constituye la falta de vías de penetración, la nula atención social y la restricción del Ejército y los paramilitares para que los campesinos puedan sembrar comida como parte esencial de la seguridad alimentaria de la población. Quien haya estado en la AH pudo constatar la tala indiscriminada de bosques para la ganadería extensiva que sólo beneficia los intereses de grandes ganaderos, terratenientes y narcotraficantes de la región. No se ve cerca a las veredas un cultivo de yuca, maíz, fríjol u otras especies de pancoger porque los paramilitares los queman aduciendo que servirán para alimentar a la guerrilla.

Es por estas y otras razones que la mayoría de los campesinos sólo tienen como sustento la venta de madera y la explotación artesanal de la minería. Para sacar la madera tienen que adentrarse cada vez más hacia el monte, acabando con los pocos recursos madereros que le quedan a la región y causando un grave problema al ecosistema a causa del modelo económico y la estrategia de guerra que se impone allí a la población campesina.

En las veredas esperan a los compradores de madera que ahora pagan más barato, debido a la "cuota" exigida por los paramilitares para todo aquel que se atreva a sacar algún producto de la región hacia los cascos urbanos. En la minería, el sistema de explotación y usurpación a los campesinos funciona igual o peor; de cada gramo de oro, los mineros tienen que entregar la mitad a los paramilitares que son los que se encargan de intimidar a los vigilantes de la Frontino Gold Mines Company para que dejen trabajar ilegalmente a los mineros.

Lo que absolutamente todos los campesinos nos contaron fue cómo se refleja el control paramilitar en la sencillo acto diario o semanal de hacer mercado; cada familia de las veredas de esta región sólo puede comprar entre 100 mil y 120 mil pesos de mercado al mes. Las personas tienen que hacer lista de mercado, ir al granero y con esa lista deben presentarse en la Casa Rosada (sede del Ejército en el casco urbano de Segovia) y mostrar la lista. El encargado pone su sello para que puedan comprar sus alimentos. En el camino hacia las veredas el Ejército tiene dos sitios donde normalmente monta retén. Allí comparan el mercado con la lista, a precios fijados por ellos. Los paramilitares se encargan de inflingir el castigo se si viola la "norma".

Finalmente, el sábado 28 en las horas de la tarde regresamos a Segovia, donde pasamos la noche. El domingo por la mañana iniciamos el retorno de las delegaciones a sus cuatro sitios de origen.

Las conclusiones

1.Sanidad

Tal como concluye el informe presentado por los enfermeros de Promopaz que integraron esta AH: "según la comunidad, las primeras causas de mortalidad son enfermedades como el paludismo, las mordeduras de serpientes, infección respiratoria aguda, enfermedad diarreica aguda y debidas también al mal manejo que se tiene de los alimentos y al uso de agua sin depurar. Por consiguiente, la dificultad que existe para acceder a los servicios de salud conlleva que la comunidad tenga pocos o nulos conocimientos de medicina preventiva, lo que les impide llevar un estilo de vida saludable".

Concretamente, según ese informe, los principales problemas sanitarios de la población del Nordeste Antioqueño son: el escasísimo acceso de la población a los servicios de salud pública, el alto índice de campesinos desvinculados del Sistema General de Seguridad Social en Salud, lo que conlleva la no implantación del Programa Ampliado de Inmunizaciones, el manejo inadecuado del agua, de las basuras y, en general, el desconocimiento de las normas elementales de higiene y salubridad. Todo ello acarrea graves consecuencias para la salud de esta población: aumento de la mortalidad --especialmente en la población menor de cinco años--, altas tasas de enfermedades transmitidas por vectores como el paludismo (en una zona no especialmente densa en zancudos) y altas tasas de enfermedades gastrointestinales, de diarreas agudas, de parasitosis intestinal y de desnutrición o alimentación mal balanceada.

2.Derechos Humanos

Este oscuro panorama que observamos en la región deja entrever una presencia estatal que sólo se evidencia en los camuflados de doble brazalete y las botas militares que se apuestan alrededor de los caminos y los filos de las montañas como amenaza constante a la organización social y a la vida de los campesinos de estas olvidadas comunidades.

Pese a todo esto, los campesinos del nordeste Antioqueño se atreven a reclamar, aún conscientes de los riesgos que se corre al denunciar y ser escuchados, que ya han sido bastantes las humillaciones, la indignidad, la barbarie y la injusticia. "Ya la muerte importa poco si no se puede vivir dignamente". Los campesinos quieren dar a conocer su realidad en el escenario nacional e internacional para que se conozca la otra realidad que ocultan los medios a la desinformada y "despistada" opinión pública.

Tal como señala una integrante de la ONG estadounidense Equipos Cristianos de Acción por la Paz-ECAP, que participó en la AH: "El drama no es sólo la falta de medicamentos y de comida: estas comunidades están atrapadas en una guerra que significa desapariciones, masacres y confrontaciones armadas frecuentes". En efecto: ese el verdadero drama del campesinado del Nordeste Antioqueño que desea permanecer en su tierra, que se niegan a someterse al desplazamiento forzado. Sitiados por un bloqueo inhumano que cada vez los arrincona más en su pequeña patria, las esperanzas de la población civil de esta región puestas en la AH son casi dramáticas. El ruego que hizo un campesino de Cañaveral con lágrimas en sus ojos lo dice absolutamente todo: "les pido que ustedes no nos abandonen"...

Bogotá, Abril 14 del 2004.

Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos-Nodo Nororiental, Andespie, Anthoc, Compromiso, Corpohumanos, CUT, Promopaz, Asociación Campesina de Antioquia, Codehsel, Tvcom, Consumidores de Colombia, Mosda, Red Europea de Solidaridad con Colombia, Sembrar, Sinaltrainal, Sintraemsdes, Sutimac, UNEB, Estudiantes Universidad de Antioquia, Centro de Estudios Americanistas (Italia), Asociación Ya Basta (Italia), Colectivo de Abogados Luis Carlos Pérez, Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, Contracultura, Global Project, Humanidad Vigente, Agencia Prensa Rural, Proyecto Aurora, Estudiantes Universidad Nacional, ACEU, Sintraminercol, Trauma Colombia, Estudiantes Universidad Javeriana, Asodemuba, Equipos Cristianos de Acción por la Paz (EU y Canadá), Fundación Dos Mundos, Corhuba, Credhos, Espacio de Trabajadores de Derechos Humanos del Magdalena Medio, OFP, La Mohana, DNI, Revista La Chispa, Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra