Los asesinos de ayer, los nuevos policías de hoy en Colombia

Uribe incorpora a los paramilitares a la Policía Nacional que vigilará a los familiares de los masacrados en Mapiripán, Trujillo, Urabá...

por Dick Emanuelsson
8 de febrero de 2006

Entre 15 mil y 20 mil paramilitares que ayer eran matones al servicio de los terratenientes o de los capos del narcotráfico, llámese de carteles de droga o de los mismos jefes paramilitares, mañana serán "policías cívicos".

Lo dijo el presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, ayer martes (7 de febrero, 2006). Tiene afán porque su mandato está por llegar a su fin y es necesario que los paramilitares sean incorporados en las instituciones castrenses para así garantizar el poder de la mafia política y económica de Colombia.

Serán 40 mil ojos de los "muchachos de Mancuso y 'Báez' [Iván Roberto Duque Gaviria, nota de Prensa Rural]", personajes manchados de sangre colombiana, que te vigilarán en el futuro, mi querido vecino.

Uribe no quiere perder la "capacidad" y la "experiencia" de los paramilitares sino seguir utilizándolos como su clase social siempre ha hecho: desde los "pájaros", pasando por los "chulavitas" para llegar a las actuales AUC, organizaciones paramilitares subordinadas a las fuerzas militares, incluso con legislación hasta mediados de la década del 80.

El 29 de julio de 2005, Uribe dijo a la cadena de radio y televisión RCN que quería incorporar a los paramilitares en la vigilancia privada. Los dueños de las empresas de seguridad, ex generales y coroneles retirados, gritaron "hurraaaaa" por la propuesta, mientras el sindicato vio con horror la perspectiva de compartir el trabajo con miles de matones y psicópatas. Pero Uribe insistía:

"Están colaborando con vigilancia y con información, pero hace falta que nos ayuden con inteligencia", agregó el jefe de estado según la emisora RCN.

El presidente del Sindicato Unico de los Trabajadores de la Vigilancia Privada, Carlos Gómez, dijo en una entrevista que le hice en esa época que la política de Uribe es una política que tiene como meta militarizar aún más el país. Decía que Uribe da luz verde para que los integrantes de los escuadrones de la muerte cambien uniforme, ahora de la vigilancia privada.

"Es terrible porque eso en la práctica es una forma de legalizar el crimen, el horror que se ha padecido y que el país ha vivido, es una política de corte puramente fascista".

El mismo día en que Uribe dio su aval de paramilitarizar la vigilancia privada, la agencia de noticias Colprensa informaba en un extenso reportaje del departamento del Sucre, que forenses del departamento de derechos humanos de la Fiscalía ya habían abierto 73 fosas comunes con decenas de cadáveres, víctimas del paramilitarismo en Colombia. Según los campesinos de la región de San Onofre, puede haber tres mil campesinos enterrados en fosas comunes. Es la suma que han "desaparecido" en las manos de los asesinos que Uribe ahora quiere designar como policías.

El senador uribista Gabriel Zapata Correa fue más allá y propuso una ley que le diera facultades especiales para que el presidente pudiera perdonar delitos atroces.

"Según el proyecto, radicado por un senador uribista, el perdón se podría otorgar, por conveniencia nacional, a narcotráfico, masacres y secuestros", decía el descarado senador, que jura lealtad al presidente de Colombia. Con razón los partidos "uribistas" están repletos de personas que son sindicadas de trabajar al servicio del paramilitarismo.

El Sindicato Unico de los Trabajadores de la Vigilancia Privada luchó duramente para que la vigilancia privada no obedeciera a la cúpula de las fuerzas militares colombiano y logró en 1982 que la superintendencia tuviera el control y la supervisión. Fue una gran victoria del sindicato que ahora ve con el gobierno de Uribe que la vigilancia se vuelve peor que antes.

Y ayer el presidente Uribe lanzó nueva propuesta, de que los victimarios de la población colombiana, quienes se han hecho dueños de casi cinco millones hectáreas de la mejor tierra en Colombia, asesinando y expulsando a tres millones de campesinos de sus tierras, que además son los grandes capos y exportadores de la droga de Colombia, ahora serán quienes vigilarán a los ciudadanos colombianos.

Me parece el chiste del año, como tragicómico. Pero es realidad y para todas víctimas del paramilitarismo en Colombia, la propuesta del presidente debe interpretarse como la burla y la humillación más grande que han tenido que soportar en sus vidas.

Y uno se pregunta: ¿Cómo es posible que una persona inteligente y educada como el presidente tiene el descaro de ofender a los familiares de las victimas en esta forma? ¿Qué se mueve en una cabeza, en un cerebro que propone una cosa tan terrible?

Después de haber cubierto Colombia más de 25 años como reportero, creo que la propuesta de Uribe no tiene comparación en la política colombiana. Es cierto que en este país todo puede pasar y también pasa. Pero no encuentro otro motivo que el hecho de que Álvaro Uribe Vélez, a través de su actuación, sea el principal paramilitar en el país. Porque con la misma frialdad e insensibilidad humana con que actúan los matones que ahora serán policías en Colombia, actúa el presidente, pero con mucho más poder en sus manos, por supuesto, cuando propone que los paramilitares colombianos van a estar encargados de la "seguridad de los colombianos".

"Hemos tomado la decisión de aumentar significativamente el número de auxiliares cívicos con los desmovilizados. Ellos estarán a cargo de la Policía Nacional, no estarán armados y se dedicarán al cuidado de carreteras, vigilancia en los estadios y en las entradas de teatros y hasta en la atención de emergencias", dijo Uribe según el diario El Tiempo de hoy.

¿"No armados"? Pero cuando caiga el primer paramilitar-policía por las balas de la guerrilla, van a exigir que estos señores "tendrán que defenderse. Si no, serán presas fáciles para la guerrilla que los mira como objetivos militares, igual que a los soldados campesinos".

¿Será que solamente la guerrilla podrá hacer justicia con los asesinos del pueblo? Hoy, con la declaración de Uribe, es obvio y confirmado que el estado no tiene ni siquiera la voluntad de hacerlo.

Y ahí está la triste realidad colombiana, la impunidad total, pero peor que lo que alguien se imaginara, porque en el país de Uribe, los asesinos son premiados y uniformados por el presidente de la República.


El general que manipula con doble contabilidad

Un país cada día más militarizado pero, ¿por qué no se ve los resultados en el campo de batalla?

Durante el mandato de Uribe:

  • Las fuerzas militares ha crecido de 255 mil efectivos a 400 mil soldados y policías.
  • Las fuerzas militares han sido reforzadas con una armada de más de 100 helicópteros Black Hawk y Huey.
  • Los ríos son patrullados por decenas de nuevas "Pirañas", buques de guerra blindados, vendidos por EU que disparan a todos los que se mueven en las orillas de los ríos.
  • Colombianos desempleados en el campo, donde la pobreza llega a 68%, en muchos casos han sido obligados a ingresar a los pelotones de "soldados campesinos", donde Uribe así ha logrado a involucrar parte de la población civil, casi 30 mil personas, en una guerra que no es de ellos. Son presas fáciles para la guerrilla.
  • Uribe propuso cuando subió a la presidencia crear una red de sapos de un millón de colombianos, llamada "red de informantes y cooperantes". Según un comunicado del Ministerio de Defensa son más de tres millones quienes integran esa red de sapos. Esta red que ha causado pavor y horror en la población civil ya que miles de colombianos han caido en detenciones masivas durante los cuatro años de Uribe. Pero no ha logrado causar a la guerrilla algún daño.

Y a pesar de esta militarización de Colombia, no son las fuerzas militares quienes distribuyen los partes de guerra victoriosos sino la guerrilla. Todos los días le "dan en las cabezas" a los rambos del ejército colombiano. Mujeres en la guerrilla se matan de risa cuando el general Alberto Ospina hace declaraciones como hizo el 24 de enero al diario El Tiempo, de que ha tenido que enviar a la casa a más de 10.500 de los más preparados soldados colombianos porque un zancudo los ha picado.

¡Vaya semejante bobada! Todo el mundo sabe que el general manipula con doble contabilidad. Es la misma modalidad que usan los jefes de Uribe en el DANE (instituto estatal de estadísticas). Son las mismas bajas entre muertos y heridos en las fuerzas militares que poco a poco salen al flote porque en el largo plazo es imposible mantenerlo en silencio. Los sucesos en la región de Macarena, en donde los batallones de la contraguerrilla y la policía militarizada han perdido muchos hombres, confirman eso.

Hasta cuándo vamos a tener que soportar semejantes mentiras distribuidas por el Departamento E-5, sección que maneja la guerra psicológica del ejército, mentiras fabricadas por unos de los mejores periodistas colombianos pero que están al servicio de la "guerra total", la guerra que quería Uribe y que no puede llegar a terminar ni en este ni en el otro periodo como presidente.

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