¿A quién beneficiará la Panamericana?

por Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz
8 de diciembre de 2004

Más coqueteo no puede ser evidente. La llegada al poder de Álvaro Uribe Vélez cristaliza los viejos sueños de grupos empresariales privados, en particular los antioqueños que vuelven a tomar fuerza. La absorción definitiva del Chocó por un sector empresarial parece estar cada vez más cerca. Ya no sólo son los cultivos ilegales de palma aceitera en los territorios titulados colectivamente a las comunidades negras en el Bajo Atrato, y la complicidad y participación en la extensión de la siembra de hoja de coca para usos ilícitos. Ahora de un momento a otro ha despertado un interés inusitado el proyecto de la construcción de la vía Panamericana a través del Darién que uniría Colombia con Panamá.

La libre adhesión del gobierno de Uribe al Plan Puebla Panamá, en el que se aceptó su participación como observador en la pasada cumbre Iberoamericana de finales de noviembre, deja claro que el Darién sigue siendo estratégico para las lógicas privadas. Por supuesto que esos intereses no coinciden con los de los habitantes afrodescendientes, indígenas y mestizos que las habitan, quienes siguen siendo convidados de piedra en decisiones que no son consultadas con ellos. Por supuesto, los colombianos en su totalidad tampoco han sido consultados. Los intereses de la minoría son la democracia, representados hoy en el empeño de hacer productivos --agroindustria, infraestructura-- los territorios colectivos.

Cada vez se ve más claro lo que ya se veía venir en claros oscuros. Lo que comenzó en 1973 con el desplazamiento para crear el Parque Nacional de los Catíos. Lo que años después se pretendió asegurar con la Operación Génesis en febrero de 1997. Lo que desde 1997 hasta hoy en distintas fases y dinámicas de control se ha dado en la región: masacres, asesinatos, desapariciones, torturas, desplazamientos familiares y masivos, bloqueos económicos, montajes judiciales, control y restricción de la movilidad de las personas, militarización y paramilitarización en todo el Bajo Atrato. De la vida cotidiana, de las familias, de las comunidades, de las organizaciones sociales.

Hoy se ve con claridad que las actuaciones contrainsurgentes no eran contra la guerrilla de las FARC-EP sino contra los pobladores, sujetos de derecho a los que hay que expulsar o controlar, pues el progreso, la inversión privada, la rentabilidad, la ganancia es el verdadero valor de la democracia y el propósito de la impunidad de millares de crímenes de lesa humanidad cometidos en la región.

Desde agosto del presente año, el objetivo central ha sido allanar el consentimiento del país vecino para la unión a través de la Panamericana, amén de otros proyectos como son la interconexión eléctrica y la construcción de un gasoducto que pasaría por el Darién.

De allí para acá el lobby hecho por la propia gobernación de Antioquia así como por los gremios empresariales, se ha multiplicado en tratar de demostrar la bondad de tales proyectos.

La pregunta que surge es la de siempre: Proyectos buenos, ¿para quién? ¿Se puede hablar de beneficiosa la llegada de estos proyectos para las comunidades allí asentadas ancestralmente que han tenido que sufrir tanta violencia y terror para que estos proyectos vean la luz?

¿Se puede hablar de beneficiosa la llegada de estos proyectos para este ecosistema natural privilegiado, punta del Chocó biogeográfico catalogado a nivel mundial como un "hotspot", líder en biodiversidad en el que de forma consecutiva las actividades de extracción mecanizada de madera, seguidas por los cultivos de palma aceitera y ahora los proyectos de infraestructura están ya de hecho convirtiendo en un desierto a espaldas, a oscuras, en la sombra, en absoluto silencio hacia la humanidad tan pendiente de este ecosistema? Negocios son negocios, privatizaciones y aperturas, mercado es mercado

¿Qué relación tienen todos estos proyectos con el teatro de la desmovilización paramilitar que se está dando ya en el Urabá? Ya han sido declarados de forma explícita los objetivos de incorporar a los "desmovilizados" en todos estos proyectos, especialmente en las plantaciones de palma aceitera. No sería nada extraño o no es difícil imaginar que posiblemente la "protección" de la carretera les será adjudicada a los nuevos reinsertados o los del porvenir, para que no olviden su viejo oficio.

¿Cuál consulta se ha hecho a las comunidades del Cacarica, indígenas, afrodescendientes y mestizas afectadas por cuatro de los proyectos de construcción de la carretera Panamericana? ¿A las comunidades indígenas y campesinas del Darién panameño?

¿Por qué se militariza la organización civil de las comunidades indígenas y afrodescendientes del Cacarica, pero a su vez se tolera, se es permisivo con las estructuras paramilitares en La Balsa, en Río Sucio, que en la nueva fase imponen a punta de fuerza y del fuego los proyectos agroindustriales y la compra ilegal de tierras en el Cacarica? ¿Qué ha dicho, qué ha hecho el Estado? ¿El gobernador de Antioquia por ejemplo?

La construcción de la vía Panamericana ha gastado ríos de tinta y horas de debate en los medios de información nacionales en los últimos meses, semanas y días. Años de sangre y de fuego, de impunidad, de engaños para las comunidades que en el Bajo Atrato se resisten a entregar su dignidad, a vender su alma y sus sueños, por un proyecto obsesivo de progreso para unos pocos.

Por eso, hoy es importante y significativo el Encuentro Internacional en el Cacarica. Encuentro de pueblos de Panamá, de Colombia, de México, de Nicaragua, venezuela, Brasil, Chile, Estados Unidos.

 
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