Ejército asesina a Pedro Murillo, líder campesino del Jiguamiandó

por Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
Bogotá, 30 de enero de 2005

"¿Hasta cuándo, Señor, esos malvados, hasta cuándo los criminales triunfarán? Asesinan al forastero y a la viuda, masacran a los huérfanos y dicen: Nadie ve nada, nadie se enterará.

¡Cuidado, más estúpidos que cualquiera! ¡Tontos! ¿Cuándo van a comprender? Son los excluidos, son sagrados, son la Vida de Dios"· Salmo 94, 3-6

Resumen

El día de ayer, sábado 29 de enero, en el caserío de Caño Seco fue asesinado Pedro Murillo, líder campesino, habitante del Territorio Colectivo del Jiguamiandó, de seis tiros de fusil, que le propinaron integrantes de la Brigada XVII en total estado de indefensión.

En desarrollo del operativo militar en el que se calculan participan más de 500 hombres, los pobladores del Jiguamiandó han sido objeto de tratos crueles, amenazas de muerte, acusaciones y señalamientos, saqueo de sus habitaciones y bienes de supervivencia. Niños han sido presionados por los efectivos militares para que acusen a los mayores como integrantes de la guerrilla.

El desbordamiento del uso de la fuerza contra los pobladores civiles continúa siendo ilegal e ilegítimo, el terror permea a todos los afrodescendientes. Ellas y ellos han sido testigos de la presencia de paramilitares en las filas del Ejército, de ex guerrilleros y de civiles que por beneficios económicos se muestran ahora como testigos falsos sobre los cuales se basan los tratos crueles e inhumanos.

Mujeres, niños y adultos, nadie ha escapado de las acciones graves, escandalosas que continúa cometiendo la Brigada XVII. Se teme que la recuperación territorial de la Fuerzas Militares como estrategia de la política de seguridad, continúe negando los derechos de los afrodescendientes.

Se requiere con urgencia la presencia humanitaria internacional y el concurso de autoridades estatales de control que verifiquen y constaten los daños irreparables y los atentados a la vida, antes de que las pruebas técnicas, además, puedan desaparecer, pues se ha oficiado como juez y como guerrero.

Ni la Vicepresidencia de la República ni el Ministerio del Interior... nadie, absolutamente nadie, responde... los habitantes del Jiguamiandó y el Curvaradó son parte de los desechos del Estado de Hecho.

Solicitudes

Comunicarse vía telefónica o fax al

Vicepresidente de la República Francisco Santos,

57 310 2389120 57 3107720130

Solicitando la creación inmediata de una visita de verificación con la presencia de organismos nacionales e internacionales intergubernamentales, y la exigencia del estricto respeto a los derechos humanos y el Derecho Internacional y a las medidas provisionales resueltas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Exigir una pronta y eficaz respuesta ante la solicitud del cese de la siembra de palma aceitera dentro del Territorio Colectivo del Curvaradó y Jiguamiandó

Procurador General de la Nación Edgardo Maya Villazón
571 3520066 571 3360011 Extensión 11522

Solicitando urgentemente la presencia de sus funcionarios a fin de prevenir nuevos daños irreparables como el de ayer, y recolectar información sobre los abusos que han sido cometidos por agentes estatales en desarrollo de sus actuaciones institucionales.

Investigar diligentemente a los funcionarios gubernamentales y estatales que por acción y por omisión están posibilitando o permitiendo el arrasamiento del Territorio Colectivo y la siembra de palma aceitera dentro del Territorio Colectivo.

Defensor Nacional del Pueblo Vólmar Pérez

57 310 817 30 19 info@defensoria.org.co

Solicitar con urgencia el traslado de sus funcionarios a las Zonas Humanitarias a fin de complementar con su presencia física en terreno las actividades propias de prevención y de protección.

Detalles

* Sábado 29 de enero, aproximadamente a las 12:30 pm fue asesinado en cercanías del caserío de Caño Seco, en total estado de indefensión el habitante del Territorio Colectivo del Jiguamiandó Pedro Murillo, de aproximadamente 50 años de edad, por unidades militares de la Brigada XVII.

Hacia las 12:25 pm un grupo de cinco militares ingresó a la propiedad de Luis Ferias, donde el dirigente campesino se encontraba con Isidora Romaña y Dorelys Romero, y cuatro niños.

Al observar a pocos metros de distancia los vestidos de camuflado, Pedro empezó a correr, temiendo que se trataba de una incursión de tipo paramilitar, Los militares dispararon en 20 ocasiones mientras el poblador corría unos 15 metros desde la casa donde se encontraba. Sin embargo, Pedro no logró saltar el cerco y cayó al piso. Los militares entonces le dispararon en tres ocasiones.

Segundos después, los efectivos regulares procedieron a encerrar a las dos mujeres y a los niños en una habitación. Segundos después escucharon otros tres disparos que le propinaron a Pedro dejándolo mal herido, hasta que falleció. De acuerdo con testimonios, las prendas de valor que portaba Pedro fueron hurtadas por los militares.

A Caño Seco, ubicado a unos 20 minutos a pie de la Zona Humanitaria de Bella Flor Remacho, donde ocurrieron los hechos, minutos después llegó un significativo número de efectivos regulares.

Algunas unidades armadas, entre ellos, al parecer un teniente de la Brigada XVII, interrogaron a las mujeres por separado. "¿Ustedes qué hacían con ese maleante, ese guerrillero?" "¿A qué actos indebidos las estaba obligando?"(...). "Nosotros sabemos que es un guerrillero". "Declare que él es un guerrillero"(...) "Diga todo lo que usted sabe". "Usted sabe que él es un guerrillero"(...) "Si usted no dice, qué él es un guerrillero nos veremos en la necesidad de hacer venir al helicóptero y llevarla por allá". Los militares procedieron a revolcar toda la casa de Luis Ferias.

En el interrogatorio a Dorelys Romero, además, participó Rosendo Misperusa Urango, un hombre que estuvo vestido de civil, el miércoles anterior en Belén de Bajirá, un supuesto miliciano, que salió de Santafé de Churima y habitó en el municipio de Murindó desde enero del 2003.

A Dorelys le preguntaron por su marido Luis Ferias, a quién acusaron de ser guerrillero. "Tranquila señora, a él no lo vamos a matar" (...) "Lástima que ustedes sigan revueltos con la guerrilla, cómplices de la guerrilla" (...) "Mire, si ustedes son de nosotros, no les va a pasar nada, les vamos ayudar en todo".

A las 5:00 pm, mientras las mujeres y los niños permanecían detenidos por los militares, escucharon una comunicación por radio entre integrantes de las Fuerzas Militares en el que se dio el parte de que había sido dado de baja un guerrillero, quién llevaba en su poder cuatro cartas.

Al finalizar la tarde, a Isidora, los militares le entregaron un documento para que firmara, en el que ella confirmaba que había recibido un buen trato. La mujer se negó a suscribir esa declaración, entonces los militares expresaron: "Encubridora, ese hombre era un guerrillero, ahora usted lo quiere negar, a él le encontramos un arma".

Ese mismo día, y muy cerca del lugar del asesinato, aproximadamente a la 1:00 pm, unidades militares que se encontraban en Santafé de Churima expresaron: "Ustedes conocen a Pedro Murillo, él era guerrillero. Pues está muerto. Ya tienen que decir que lo conocieron, ese cerdo ya se murió" (...) "Ustedes saben si hay alguna ONG en esas Zonas Humanitarias o hay la presencia de alguna organización allá". Los pobladores expresaron: "No es verdad que Pedro sea guerrillero, eso es mentira, él era un civil" (...) "En las zonas humanitarias están los acompañantes".

A las 3:00 pm, efectivos que se identificaron como miembros de la Brigada XVII intimidaron a dos jóvenes de apellido Romaña, entre ellos Vlainer Romaña, quienes se encontraban limpiando una platanera, ubicada a 10 minutos de la Zona Humanitaria de Bella Flor Remacho.

Los miembros de las Fuerzas Militares les apuntaron con los fusiles y uno de ellos expresó: "Piérdanse de aquí, ustedes son los que informan a la guerrilla. Váyanse a esas Zonas Humanitarias, largo de aquí antes que les hagamos algo".

Simultáneamente otro grupo de militares que se movilizó entre Santafé de Churima y Caño Seco a los pocos habitantes que por allí se encuentran les expresó: "Váyanse de aquí, vayan a esas Zonas Humanitarias, y vuelva por aquí el domingo. Ya matamos a un guerrillero y no respondemos".

Hacia las 5:00 pm, a los pocos habitantes del territorio del Jiguamiandó que habitan entre Santafé de Churima y Caño Seco los militares les expresaron: "Ustedes no tengan miedo. Nosotros no somos matones. Nosotros matamos a ese marrano. Al que le encontremos objetivo militar a ese le cae todo el peso e la ley (...) ¿Ustedes conocen a Pedro Murillo? Pues ya tienen que decir que lo conocían, a ese marrano lo matamos".

Desde la 1:00 pm y hasta las 6:00 pm, efectivos de la Brigada XVII saquearon la vivienda de Luis Ferias, lo mismo hicieron con casas vecinas, en las que se apropiaron de bienes de uso doméstico, vestuario, cobijas y gallinas. A los niños los militares los interrogaron para que acusaran a los adultos de ser guerrilleros o que entregaran información sobre armamento que ocultaran en las viviendas.

Entre las 12:45 pm y las 3:30 pm, al afrodescendiente Tomás Palacio, quien se dirigía de la Zona Humanitaria de Bella Flor Remacho hacia la Zona Humanitaria de Nueva Esperanza, lo retuvieron en cinco ocasiones, obligándolo a aceptar que era guerrillero y lo invitaron a trabajar con ellos.

* Domingo 30 de enero. A primeras horas de la mañana los restos de Pedro Murillo fueron levantados del lugar donde fue asesinado por el Ejército, lo cubrieron con un plástico negro y lo acomodaron en el caballo de su propiedad. Los militares expresaron: "Nos vamos a llevar este guerrillero muerto".

A las mujeres Isidora y Dorelis, las obligaron a firmar un papel o colocar su huella digital en la que declararon que recibieron buen trato físico y psicológico, que los miembros de las Fuerzas Militares no tomaron ninguna propiedad y que hubo respeto. En el documento dejaron consignados los nombres de los niños.

A estos niños los obligaron a posar para una fotografía en la que se les obligó a mostrar entre sus manos una bolsa de color amarillo claro. A las mujeres las obligaron a tomar esa misma bolsa para ser fotografiadas pero ellas se negaron a hacerlo.

A las 7:00 am aproximadamente, a unos 30 minutos a pie de la Zona humanitaria Nueva Esperanza, el integrante del Consejo Comunitario, Luis Simón Pérez, fue detenido en el punto conocido como La Pemada, cuando este se dirigía a la Zona Humanitaria Bella Flor Remacho. Luis iba en búsqueda de una partera, pues su esposa estaba a punto de dar a luz. A pesar de la solicitud del campesino para seguir su camino, los miembros de la Brigada XVII se lo impidieron, lo señalaron de guerrillero, le taparon la cara con una bolsa negra, le descubrieron el rostro nuevamente y le colocaron en la boca el cañon del fusil en varias ocasiones, lo golpearon varias veces, lo tiraron por un rastrojo y le dijeron: "Lo vamos a matar".

Los militares expresaron: "Usted es igual a todos esos guerrilleros, lo vamos a matar". Mientras maltrataron a Luis, reiteradamente lo acusaron de ser guerrillero, preguntaron por Willinton, miembro del Consejo Comunitario, afirmaron que era guerrillero, que debía decir cuántos guerrilleros estaban bajo su mando. Los militares insistieron en que todos los que habitan por allí son guerrilleros.

Cinco horas y media después de los tratos crueles, lo dejaron en libertad.

Mientras tanto, a su esposa que se encontraba con dolores de parto muy cerca de este lugar, los militares la intimidaron con un hacha, insinuando que su marido había sido asesinado, a quien acusaron de ser guerrillero. En ese mismo lugar sometieron a los niños que allí se encontraban a un interrogatorio: "¿Dónde están las armas que guarda su papá?" (...) "Su papá es un guerrillero, ¿cierto? Diga la verdad".

A las 4:00 pm, la mujer de Luis dio a luz su hijo.

A las 12:25 pm, un grupo de 25 militares abordó a un habitante de la Zona Humanitaria de Nueva Esperanza que se encontraba limpiando plátano, le preguntaron por la presencia de la guerrilla y por el camino que conduce al lugar humanitario. Los uniformados le advirtieron: "Si hay guerrilla y el camino no es por allí, usted ya sabe lo que le pasa".

Diez minutos después otro grupo de militares hizo las mismas preguntas y profirió la misma amenaza.

Entre las 12:30 pm y las 2:30 pm, 150 militares cruzaron por los alrededores de la Zona Humanitaria de Nueva Esperanza sin ingresar por ella. Entre de los uniformados se encontraba uno encapuchado.

A las 2:40 pm, un grupo de miembros del Consejo Comunitario observaron cómo unidades militares atravesaron el río Jiguamiandó de la margen derecha a la izquierda aguas arriba con el caballo de Pedro Murillo, cargando su cadáver.

Líneas de interpretación

No hay mucho que agregar. Son insuficientes las palabras. El asesinato, los tratos crueles, las amenazas, los saqueos, la destrucción de bienes, el hurto de bienes de supervivencia, la presión a niños son los signos de un Estado de Hecho. Todo está desbordado, los límites entre el Derecho y la barbarie no existen. El derecho es la barbarie.

El silencio, las omisiones de las autoridades civiles son el signo de un formal Estado de Derecho que ha cedido en su pasividad o su inacción a asumir que la fuerza es la única razón, así sin más, la fuerza es la fuerza, ni los derechos humanos ni el Derecho Humanitario son posibles.

Los mínimos de humanidad consensuados por la conciencia universal de la dignidad humana son una quimera. Todo es válido, todo es legítimo, el "terrorismo" es todo, los "terroristas" son los civiles. No hay límites en los medios, a sangre o a fuego, terror es terror. La doctrina de la política de seguridad es el nuevo dogma, la religión principista, que todo lo justifica, que todo lo puede.

El terror está pero tambièn la vida. Un niño vio la luz del sol y escuchó el sonido del río Jiguamiandó, muchos lloran, al lado del nuevo bebé, pero también ríen en los arrullos de esa pequeña expresión de la dignidad, de la resistencia civil, que se niega a huir de un Territorio que la historia, que la Vida, que los dioses les dieron.

 
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