Quinchía, entre el temor y la zozobra: Paramilitares son acusados por la población civil

La comunidad campesina del municipio de Quinchía acompañó los cuerpos sin vida de tres de sus amigos, quienes se convirtieron en las nuevas víctimas de hombres armados, al parecer paramilitares que siembran de terror varias de las principales veredas. Mientras se cumplía el sepelio, integrantes del cuerpo de bomberos arribaron con dos nuevos cuerpos. 10 muertos en 8 días.

por Redacción Judicial, diario La Tarde (Pereira)
13 de julio de 2004

Como en un día de mercado, la plaza principal del municipio de Quinchía estaba colmada por campesinos, hombres y mujeres vestidos con trajes oscuros y sombreros blancos, procedentes de diferentes veredas, quienes en cada esquina y en pequeños corrillos comentaban en voz baja la tragedia en la zona y el temor de regresar a sus residencias, pues durante los dos últimos fines de semana, las balas asesinas acabaron con la vida de 10 personas y ayer sepultaron a tres y dos más hoy, sin que ninguno de ellos pudiera explicarse los motivos.

Mientras tres cuerpos de campesinos residentes en las veredas La Cumbre, Miraflores y El Retiro, eran velados en dos funerarias de la plaza principal, el carro de bomberos con su sirena anunció la llegada de dos cadáveres más provenientes de La Cumbre y Buenavista, esta última a sólo pocos minutos del casco urbano.

De nuevo la población conoció dos nuevos casos de homicidios selectivos y sin dudas hablaron sobre el rastro de sangre que un grupo de paramilitares está dejando por la zona rural y con sus actos, sembrando el temor en todo el pueblo que ya no puede dormir tranquilo.

Los hombres armados ingresaron a Quinchía desde el pasado 1 de julio. Algunos campesinos aseguraron que llegaron en dos camiones turbo, cruzaron cerca al pueblo y sin ningún control lograron ubicarse en el sector del Cedro, donde tienen un campamento.

A diferencia de otras épocas, estos hombres no portan emblemas o brazaletes, pero sí uniformes y armamento de largo alcance. Pese a ello, nadie duda que se trata de un grupo de paramilitares pertenecientes al Bloque Central Bolívar. Los campesinos así lo manifiestan, de igual manera el mandatario local Jairo Darío Ospina, quien en la mañana de ayer aclaró que las autodefensas tienen sitiado el sector rural.

Su recorrido de sangre inició en la vereda Buenavista, pasaron a Juan Tapao, recorrieron Mápura y en este momento están en El Retiro, Miraflores y La Cumbre, esta última localidad la más afectada pues allí residían dos de las últimas víctimas.

La modalidad de estos crímenes que ascendieron a 10 durante los dos últimos fines de semana fue igual en los diferentes casos: un grupo de hombres armados, vestidos con camuflados y armas largas llegaron a las fincas, preguntaron por un hombre en particular y frente a sus seres queridos les dispararon en la cabeza, para luego proceder a llevarse varios elementos de valor.

Aunque según los pobladores existe una lista con las identidades de otras posibles víctimas, la amenaza está dirigida a todos los pobladores "después de las seis de la tarde no queremos ver a nadie en las carreteras o los caminos porque no respondemos".

Esta advertencia que tiene atemorizada a la generalidad de la población rural intimidó también a los dolientes de las cinco últimas víctimas, quienes se vieron obligados a sepultar rápidamente a sus seres queridos para tomar temprano la ruta hacia la vereda del Retiro, Miraflores y La Cumbre, y evitar así un nuevo ataque de los sujetos armados.

"Hoy hay en el pueblo más gente que ayer, que era día de mercado", dijo uno de los habitantes y agregó que "todos los campesinos vinieron a los entierros de los muertos, porque de alguna manera están protestando por las masacres de los paramilitares".

Y en realidad, durante la ceremonia fúnebre de tres de las víctimas las diferentes peticiones hicieron referencia al respeto por la vida, en especial de los campesinos y por las almas de estos hombres que fueron asesinados injustamente.

En estos actos religiosos dieron a conocer también el abandono en el cual se sienten, pues pese a los ataques repetitivos en las veredas, no se ha notado la presencia estatal y según ellos, la fuerza pública no ha hecho nada para protegerlos.

"La Policía estaba encerrada en el pueblo cuando los mataron" manifestaron algunos ciudadanos que esperaban dos de los cuerpos masacrados en la mañana de ayer. Agregaron que el Ejército también estuvo en la zona, pero no recorrió las veredas afectadas, pese a tener conocimiento sobre la actuación del grupo armado ilegal.

Durante las primeras horas de la mañana de ayer sólo reinaban los comentarios entre pequeños grupos de personas, pero a medida que pasaba el tiempo y con la noticia sobre otros dos homicidios, la población decidió hablar sobre el tema y en especial reclamar, pues se sienten acorralados, "primero fue la Policía con las capturas de los campesinos y funcionarios, ahora son los paramilitares que siembran el terror, ¿cuando nos van a dejar vivir en paz?".

Las víctimas

Cuando la población de Quinchía creía que gozaría de una tregua se presentó un nuevo asesinato el pasado viernes, la víctima fue Jaime de Jesús Mosquera Rojas, quien fue ultimado en su finca ubicada en la vereda El Cedral.

La segunda víctima del pasado fin de semana fue Germán de Jesús Aguirre García de 60 años de edad, agricultor y presidente de la Junta de Acción Comunal desde hace varios años. Este hombre mayor de edad fue asesinado en momentos que salía de su finca y se dirigía hacia la vivienda de uno de sus vecinos.

Édgar de Jesús Aricapa Vargas, de 27 años de edad, fue ultimado en la finca La Mina de la vereda Miraflores, en momentos que se encontraba en compañía de su esposa y su pequeña hija de sólo 6 meses de edad.

A este hombre que se encontraba en el interior de su residencia lo llamaron y al salir le dispararon.

Liber de Jesús Ladino Mazo, de 48 años de edad, recibió varios impactos durante la noche del sábado, cuando se encontraba en la finca El Bosque de la vereda La Cumbre, donde residía también con su familia.

En la mañana de ayer, Ancízar Antonio Aricapa Morales, de 18 años de edad, fue sacado de la finca Los Naranjos de la vereda La Cumbre y ultimado con un disparo de fusil que le destrozó el cráneo.

Y Ovaldo Morales Lozaiza de 60 años fue asesinado a las siete de la mañana de ayer, frente a uno de sus hijos que fue obligado a observar el momento en el que lo fue asesinado. Este hombre padre de 15 hijos era apicultor y en el momento estaba acompañado además por su esposa y tres hijos más.

A diferencia de los demás casos, los hombres que se hicieron presentes en la finca El Descanso de Buenavista, iban vestidos de civil.

"Todos estamos amenazados"

Durante una reunión de alcaldes realizada en la mañana de ayer, el mandatario encargado de Quinchía, Jairo Darío Ospina manifestó su preocupación por la situación de orden público en la región y pidió la solidaridad de todo el departamento, así como de las Fuerzas Militares.

Aunque hasta el momento no se han presentado desplazamientos masivos, el burgomaestre manifestó que es posible la llegada de varias familias al caso urbano o que éstos abandonen sus tierras y se radiquen en otros municipios o incluso en Pereira, pues la situación es delicada y casi insoportable.

"Toda la ciudadanía se encuentra en medio de una zozobra violenta, la ciudadanía está muy asustada, sobre todo en el área rural está muy preocupada por ello, realmente diríamos que todos estamos amenazados en Quinchía", puntualizó.

Los señalan de ser colaboradores

La incursión de los paramilitares en el área rural del municipio de Quinchía no es diferente a la situación que durante los últimos meses han vivido otros municipios del centro del país. Desde el departamento de Antioquia recorren hacia el sur del país y actúan donde supuestamente existen auxiliadores de los grupos insurgentes.

Este municipio risaraldense ha sido señalado incluso a nivel nacional y las matanzas, aunque no se esperaban, se suponía que podrían suceder.

Pero los campesinos defienden a los hombres asesinados y argumentan que éstos sólo eran trabajadores y nunca conocieron que tuvieron alguna relación con los insurgentes.

"Mi papá no hablaba con la guerrilla, ellos nunca visitaron la finca y él sólo se dedicaba a trabajar para los 15 hijos que tenía", manifestó un joven hijo de Ovaldo Morales Loaiza de 60 años, asesinado en su finca El Descanso de la vereda Buenavista, durante las primeras horas de la mañana de ayer.

De otro lado, un amigo cercano de Édgar de Jesús Aricapa Vargas de 27 años manifestó que éste fue tildado de auxiliador de la guerrilla, porque constantemente compraba dinamita y pólvora que debía utilizar en las minas en las que trabajaba. Este hombre se desempeñó como presidente de la asociación de mineros y por ello era el encargado de efectuar estas compras.

Por su parte allegados y vecinos de Germán de Jesús Aguirre de 60 años manifestaron que este hombre debía tener buenas relaciones con todas las personas que llegaban a la región, pues era el presidente de la Junta de Acción Comunal.

 
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