Ser campesino en este país como el nuestro suele ser un milagro diario en donde sobrevivir se convierte en una batalla constante contra el desarraigo. ¿Cómo llamarle a los desalojos violentos que viven las comunidades campesinas en el nordeste antioqueño, causados directamente por el estado colombiano? Para el campesino, sufrir el desarraigo es como negar el dolor de vivir con el corazón oprimido al tener que abandonar todo y después sacar la fortaleza para continuar con esa segunda oportunidad obligada y, sin embargo, todo desencadena lo mismo.

Hoy, desafortunadamente, le tocó al humilde campesino Fidelino Guerrero, vecino de la vereda Dosquebradas, jurisdicción de Remedios (Antioquia), cuando se encontraba un su humilde casa descasando junto con su familia. Después de una larga jornada de trabajo, el miércoles 30 de enero a las 5:30 pm llegaron cinco soldados del batallón Calibío de la 14a. brigada del ejército nacional.

Junto con ellos se encontraba el desertor de la guerrilla conocido como Tulio, desmovilizado que ahora luce prendas militares de las fuerzas militares que viene sembrando terror en las comunidades del nordeste antioqueño. Este sujeto hizo que los soldados desplazaran a Fidelino, nuestro compañero campesino que por más de quince años ha vivido en la región, al amenazarlo con que “era mejor que se fuera porque su vida corre peligro”. Esta estrategia que viene implementando el ejército junto con desertores ha ido ocasionando desplazamiento en nuestras comunidades.

Ante esta grave situación, Cahucopana, organización que aboga por la defensa de la vida y al territorio, denuncia estos atropellos que viene ejerciendo la fuerza publica con las comunidades campesinas, en particular, las tropas del Batallón calibío del Ejército Nacional.