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Origen y formación del Estado colombiano
Horacio Duque Giraldo / Domingo 24 de marzo de 2013
 

Hay varios aspectos del Acuerdo especial de La Habana sobre la paz vinculados con la organización del Estado y sus instituciones. De manera explícita se hace alusión a la necesidad de que "el gobierno nacional revise y haga las reformas y los ajustes institucionales necesarios para hacer frente a los retos de la construcción de la paz". De igual manera, se establece que "se esclarecerá, entre otros, el fenómeno del paramilitarismo".

Son puntos que obligan a una reflexión analítica sobre la maquina del Estado, su origen, formación, su historia y competencias.

La organización del mismo partió desde el momento de la independencia en 1810 y ha transitado por tres fases específicas.

En la primera fase de formación del Estado (desde la independencia hasta fines de la década de 1850), fuerzas anticentralistas se levantaron en 1826 y 1828 en contra de la Gran Colombia y el proyecto centralizador de Bolívar. En 1830 y 1831, otras dos rebeliones surgieron en oposición a la centralización del poder, la segunda de las cuales culminó en la revuelta con base en Pasto, La Guerra de los Supremos (1839-1842), que marcó una división en la formación de los partidos y la construcción del Estado.

La segunda fase de construcción del Estado comenzó con las reformas liberales de la década de 1850, que dieron forma a una revolución anticolonial protagonizada por los artesanos, seguidas inmediatamente por la insurrección conservadora de 1851 y la revuelta en contra del general Jose María Obando. Esta revuelta provocó una contrarrevolución que modeló el diseño de las instituciones estatales hasta principios del siglo XX. La guerra volvió a sacudir el país entre 1859 y 1862 con la muy importante revolución liberal del general bolivariano Tomas Cipriano de Mosquera, que finalmente fue depuesto en un golpe por un grupo de liberales insatisfechos con su propio partido.

Un tercer período de formación del Estado comenzó con la Regeneración conservadora de 1886, que trabó frecuentes luchas y más rebeliones liberales. La Regeneración tardó tres años de guerras para establecer su supremacía, de las cuales la más devastadora e intensa fue la Guerra de los Mil días, que terminó con la derrota de los liberales al iniciarse el Siglo XX.

La Regeneración conservadora (1886-1930), que supuso el triunfo de poderosos latifundistas conservadores asociados con la Iglesia católica y los comerciantes internacionales, selló la estructuración centralizada del Estado.

Puede afirmarse, entonces, que la formación del Estado colombiano es fruto de un largo proceso contrarevolucionario llevado adelante por una "configuración social reaccionaria". Las contrarrevoluciones suelen considerarse como procesos rápidos que apuntan a debilitar a otra situación de cambios radicales y rápidos. Sin embargo, una contrarrevolución puede extenderse por un período más prolongado, como ocurrió en Colombia.

La organización del aparato estatal en Colombia, durante 200 años, se ha llevado a cabo mediante 43 constituciones, incluida la de 1991.

El punto central de su estructuración definitiva, mediante la centralización del poder, es la llamada República Conservadora que duró desde 1886 hasta 1930. Cobrando forma, de esa manera, el Estado oligárquico.

Las reformas liberales de 1936, adelantadas por Alfonso López Pumarejo, propiciaron el salto hacia el Estado- nacional desarrollista, con la etapa de militarización y violencia política/social, como ocurrió durante la dictadura del General Gustavo Rojas Pinilla en 1954, superada con la implantación del régimen consociacional del Frente Nacional que duró entre 1958 y 1974, con notables rasgos de un Estado burocrático-autoritario clientelar.

El Estado neoliberal dio sus primeros pasos con la preponderancia del capital financiero al organizarse el sistema UPAC, en el gobierno de Misael Pastrana (1974). No obstante que la Constitución de 1991 alude a la democracia participativa, sus normas facilitaron el sistema neoliberal que, mediante sucesivas reformas promovidas por el Banco Mundial y el BID, implantaron el Estado neoliberal respectivo, con liberalización del comercio internacional, privatizaciones, flexibilización laboral, mercantilización de la salud y los recientes Tratados de Libre Comercio/TLC, que han dejado a disposición de las multinacionales nuestra débil industria y agricultura.

El régimen político de ese Estado, es un conjunto de instituciones (partidos, sistema electoral, sistema judicial, régimen presidencial, organización municipal/departamental/regional y medios comunicacionales) que favorecen una democracia instrumentalizada por la clase política con absoluto desconocimiento del pueblo. Lo que tenemos hoy es una democracia de los políticos y no del pueblo y para el pueblo.

La fase de las conversaciones de La Habana que se ocupará, en los próximos días, de la participación política deberá considerar todos estos fenómenos si es que quiere sentar las bases de una paz estable y duradera con reformas a fondo de la sociedad política vigente, factor evidente de violencia dada su naturaleza excluyente y arbitraria.