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Tarazá, otra masacre en Antioquia
Mientras se habla de paz y se apremia a la resistencia campesina revolucionaria con una paz express para entrar en el electoralismo, siguen las masacres de campesinos por parte de los grupos paramilitares y los Ejércitos antirestitución que tienen la complicidad gubernamental.
Horacio Duque Giraldo / Domingo 5 de mayo de 2013
 

Un indígena embera, de la vereda El Rayo, en el municipio antioqueño de Taraza, ha denunciado una masacre en la que perdieron la vida 7 personas, entre ellas cinco menores de edad, integrantes de las comunidades indigenas de la zona. Allí hay grupos herederos de los Yamesies, Nutabes y Chamis, que han sido exterminados por el colonialismo y la explotación capitalista, durante 500 años.

Taraza es un municipio del departamento de Antioquia, con casi 50 mil habitantes, localizado en el Bajo Cauca antioqueño, una sub región ampliamente militarizada y con presencia del neoparamilitarismo de las Bacrim, entre las que sobresalen los Urabeños, con mas de 6000 mil integrantes, la gran mayoría de ellos antiguos miembros de la policía y el Ejército.

En Antioquia son muy frecuentes las masacres. Recientemente se han presentado en otros lugares como Santa Rosa de Osos, Remedios, Amalfi, San Jose del Nus, Cisneros, San Roque, las Comunas 13-4-8 de Medellín y Chigorodó.

Mismas que permanecen en la impunidad por causa de la negligencia y corrupción de las autoridades policiales y judiciales.

Esas matanzas son realizadas por grupos armados que actúan en complicidad con los aparatos oficiales que supuestamente tienen el monopolio legítimo de la violencia.

El indígena que ha denunciado los asesinatos ha dicho que las víctimas de la vereda El Rayo, son Celestino Cerlico Gonzalez, Margarita Ogani, adultos, dos niñas de 11 años, un niño de 4 años y dos menores de 3 años.

Como siempre, los jefes militares y policiales, con el Secretario de Gobierno departamental, han salido ha desestimar este hecho para neutralizar su impacto en el campo nacional e internacional. Quieren ocultar el hecho poniendo en duda la versión del campesino. Es la vieja treta de las cortinas de humo para dejar todo en el silencio y para que prevalezca el miedo entre las comunidades rurales pobres.

Esta masacre es la prueba de que en Colombia sigue la violencia de los grupos oligárquicos locales y regionales contra los indígenas y campesinos pobres, con quienes se hace una vulgar demagogia utilizando unas falsas leyes de restitución de tierras y reparación de víctimas que han sido un perfecto fracaso.

Lo que quieren esconder los oficiales militares/policiales y los burócratas de Medellín y el gobierno central, como el Ministro Pinzón, es que el "Ejercito antirestitución" y las Bacrim, que no es mas que el paramilitarismo revivido, operan a todo vapor para mantener el despojo de los bienes de la población rural más pobre.

Y hablan de paz. De una paz con la derrota de la resistencia campesina revolucionaria que surgió precisamente contra esta violencia sistémica de las clases poderosas que controlan a su amaño los gobiernos en todos los niveles, desde hace más de 200 años.

Quieren la paz de los vencidos, de la rendición y la entrega. Y la quieren a todas las carreras por los apuros electoreros en que se encuentran.

Pretenden que su "cultura" electorera y de cohecho la asimilen los combatientes revolucionarios para que se reintegren en las infraestructuras políticas de un seudo democracia que es más un liberalismo de exclusión y subordinación de los grupos populares a los dueños inveterados del poder.

Para eso es que quieren la "paz express".