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La reciente masacre de Yarima tiene un contexto de control paramilitar y delincuencial de la ciudad
¿Quién controla a Barrancabermeja?
Observatorio de Paz Integral –OPI / Jueves 23 de mayo de 2013
 

Desde comienzos de 2013, en las comunas de Barrancabermeja, se viene librando una guerra a muerte por la disputa del territorio. ¿Quiénes son los que están detrás de esta guerra? A esta pregunta las autoridades, tienen como respuesta el accionar de grupos delincuenciales denominados Bandas Criminales (Bacrim), pero otra respuesta es la que tienen las comunidades, quienes son las que tienen que afrontar el rigor de la guerra. Para ellos son: los paramilitares.

Dicha respuesta se fundamenta en varias razones: estos grupos son llamados ‘grupos paramilitares’ porque tienen repartidas las comunas para su control; cada comuna tiene su comandante, cada comandante impone el miedo y el terror por medio de los asesinatos, las amenazas individuales y/o colectivas y por medio de la desaparición forzada. Estas violaciones a los derechos humanos, hace que de la memoria colectiva de los pobladores de las Comunas, surja el recuerdo del accionar de los paramilitares, que en apariencia se sometieron a un proceso de desmovilización hacia el 2003.
Frente a esto, el Observatorio de Paz Integral (OPI), en su ejercicio diario de análisis de la situación social, política y económica, en el marco de conflicto armado, realizó una investigación en terreno para tratar de identificar, cuales son los grupos de tipo paramilitar y sus respectivos jefes y hombres, que tienen en ‘jaque’ a la población civil de Barrancabermeja, y a las autoridades civiles y militares, quienes no han sido capaces de desarticularlas.

En dicho estudio, se pudo establecer que entre el 2012 y lo corrido del 2013, la guerra territorial ha sido desarrollada entre cuatro grandes estructuras, a lo que se suman nueve ‘sub-estructuras’, al servicio de esas grandes estructuras de tipo paramilitar. Esta guerra territorial, no sólo se presenta en el casco urbano. También se ha extendido a la zona rural. Dichas estructuras de tipo paramilitar son: ‘Los Rastrojos’, ‘Los Urabeños o Gaitanistas’, ‘Los Botalones’, y ‘Las Autodefensas Unidad de Medellín’.

Mientras que las ‘sub-estructuras’, están repartidas por comunas y ubicadas en barrios estratégicos, en donde por años la guerra se ha marcado entre sus habitantes. Estos barrios son: 22 de Marzo, San Silvestre, La Paz, Invasión San Silvestre (Comuna 3) hasta el corregimiento El Llanito; Primero de Mayo, La Candelaria, Miraflores (Comuna 5); Nariño (Comuna 6); Cuatro Muros y Sector de Pozo 7 (Comuna 7). Estos grupos de jóvenes que oscilan entre los 15 a 25 años, están al servicio de las grandes estructuras, quienes les encargan ciertas actividades para ejercer control territorial. Desafortunadamente, la falta de políticas públicas en materia de Derechos Humanos, y una acción más decisiva por parte de la Fuerza Pública, hace que una parte de nuestra juventud, se esté involucrando día a día, en el rol de la guerra.

La Ley del más fuerte

La puesta en marcha de acciones sólo represivas y no de índole social, está contribuyendo a que la guerra se siga enquistando en nuestra sociedad. Esto, a pesar que la Policía Nacional a finales de febrero del presente año, reportó la captura de 27 hombres al servicio de ‘Los Rastrojos’, bajo el mando de alias ‘Choco’ y ‘Bagre’, quienes estarían detrás de múltiples acciones en la zona Nororiental de la ciudad. Con esta acción policial, las autoridades pensaron que había llegado el fin a las agresiones contra la población civil.

Sucedió todo lo contrario. Esto llevó a una nueva reorganización en la división del territorio, ya que las zonas copadas por ‘Los Rastrojos’, quedaban a merced de las otras estructuras. Al igual que las sub-estructuras que trabajaban para ellos. Fue así como ‘Los Urabeños o Gaitanistas’, con sus hombres, empezaron una guerra para cooptar a esas ‘sub-estructuras’, y llevarlas a sus filas. La mayoría de ellas,
no tuvieron otra opción, que integrarse a la fuerza con ‘Los Urabeños o Gaitanistas’, ya que algunos de sus hombres fueron asesinados o heridos con arma de fuego. Como una forma de presión.

Cómo operan en las comunas

Hoy, se puede hablar que la estructura paramilitar ‘Los Urabeños o Gaitanistas’, tiene el control del 60 por ciento de la ciudad, y el 40 por ciento restante entre las otras estructuras. Esto lo han logrado a través de sus estructuras armadas, que desarrollan asesinatos selectivos para debilitar a su adversario y doblegarlo.

Según la investigación, los comandantes son: alias ‘Barranquilla’ comandante político y alias ‘Platino’, comandante militar. Ellos serían los grandes jefes de la estructura de ‘Los Urabeños o Gaitanistas’, y no sólo tendrían injerencia en Barrancabermeja, sino en otros municipios circunvecinos, como Puerto Wilches y Sabana de Torres. De estas dos personas reciben órdenes las ‘sub-estructuras’, que están bajo su servicio y las que pertenecieron a ‘Los Rastrojos’. Hay una estructura que no se unió, y está siendo objeto de agresiones armadas. A las cuales también ha respondido.

Cada una de las estructuras paramilitares, tiene entre 30 y 40 hombres, y están asentados en los barrios que tienen controlados. Los cuales portan armamento de diferente calibre como lo son revólveres calibre 38, pistolas calibre 9 milímetros, y hasta se habla de fusiles AK-47. Lo cual quedó evidenciado el año anterior cuando la Fuerza Pública, decomiso de dos estas armas en los barrios Nororientales.

En esa identificación de las estructuras se logró recopilar algunos alias o apodos, de algunos de sus integrantes:

Comuna 1

Según la investigación, allí habría una estructura que le dice a la comunidad que son de la guerrilla. Cuando se les ha preguntado de cual, han dicho que son integrantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN). No se tiene certeza, realmente si pertenecen o no a esta guerrilla. Esta estructura operaría sobre los barrios a orillas del río Magdalena, ubicados en la Comuna 1. Según conoció el OPI
algunos de sus alias serían: ‘Ponche’, ‘Pochoco’, ‘Licuará’, ‘Richard’, ‘Negrito Charra’, ‘Caleño’, ‘Niche’, ‘Kike’, y ‘Carlos’.

Comuna 3

Barrios 22 de Marzo, San Silvestre, y La Paz

Existe un grupo de hombres, que tiene intimidada a la comunidad y se hacen llamar con los alias: ‘El Bizco’, ‘El Negro Juancho’, comandante del ala militar, encargado de ordenar muertes y amenazas. Además de tener injerencia en estos barrios, su accionar se extendería hasta el corregimiento El Llanito y Puerto Wilches. También operarían en esta estructura, alias ‘Jagua’ y alias ‘Pueblo’.

Comuna 5

Barrios Primero de Mayo, La Candelaria y Miraflores
Hacen presencia en estos barrios personas que usan los siguientes alias:
Barrio Primero de Mayo: ́Mono Pres’, ‘El Mello’, ‘Yeo’, ‘Vlachito’, ‘El Chivo’ y ‘Andrés’.

Barrio La Candelaria: “El Barney’, ‘El Negro’, ‘El Denis’ y ‘Ramiro’.
Comuna 6 Barrio Nariño
Hacen presencia en este barrio personas que usan los siguientes alias:
Nariño: Aquí operan: alias ‘Marlon’, ‘Wilson’, ‘Pedro’, ‘Sebastián o Masamorro’.

Comuna 7

Sector conocido como ‘Cuatro Muros’.
Hacen presencia en este sector personas que usan los siguientes alias: ‘Culebro’, ‘Gregorio’, ‘Guajiro o Negro’.

Hacen presencia en la zona rural personas que usan los siguientes alias:
Corregimiento El Centro: ‘Los Botalones’ con los alias ‘Camilo’, ‘Gallero’ y ‘Ruiz’, ‘Chileno’, ‘Paco’ y las ‘Autodefensas Unidas de Medellín’.

La juventud en riesgo por el poder de las armas y el dinero fácil

La mayoría de estas sub-estructuras barriales, están conformadas por jóvenes entre los 17 y 25 años de edad, que vienen siendo usados por las grandes estructuras, para cometer agresiones en contra de la población civil. Esto con el único fin de desviar cualquier responsabilidad frente a los hechos, y hacer pasar sus acciones como si hubieran sido cometidas por grupos de delincuencia común. Cuando en el fondo lo que hay es una gran y fuerte estructura paramilitar compartimentalizada o subdividida, que desarrolla acciones de control social entre las comunidades.

Dichas acciones van desde asesinatos selectivos, desplazamiento forzado, desapariciones, amenazas individuales y colectivas, características de los grupos paramilitares que operaron en un pasado, pero que hoy en día, siguen siendo empleadas por estos grupos, que heredaron estas formas de violencia. Todo esto sucede junto a una serie de actividades ilegales que las realizan para el sostenimiento de dichas estructuras, que van desde la extorsión a tiendas, micromercados, establecimientos nocturnos, prestamistas ‘gota a gota’ o paga diario, hasta la comercialización de estupefacientes a grandes cantidades o el microtráfico.

Las sumas de las extorsiones van desde los 300 mil pesos hasta los 5 millones de pesos. Las mismas son pactadas dependiendo el tipo de negocio o actividad desarrollada. Estas, algunas veces son pagadas por los afectados, ante el temor de ser objeto de alguna represalia, que involucre a su familia. También se está presentando la retención de motocicletas empleadas por personas para recoger los dividendos de los préstamos, las cuales son regresadas a sus propietarios bajo el pago aproximado de un millón de pesos.
Ese monopolio de las armas y el control territorial, se vive en los barrios 22 de Marzo, Invasión San Silvestre y barrios aledaños (Comuna 3), alias ‘El Bizco’, viene sembrando el miedo y terror. “Él (‘El Bizco’), obliga a la comunidad a que
tiene que encerrarse en las casas antes de las 9 de la noche, porque no quiere ver gente después de esa hora. A los pela’os los tiene amenazados y algunos se han ido del barrio. Todo por el tema de la droga. Es más el prohibió, que las familias saquen parlantes a la calle. La gente por aquí tiene mucho miedo, y no saben qué hacer”, dice uno de los testimonios recopilados en el trabajo de campo.

Salidas a la problemática

Esto evidencia, el reto que tienen las autoridades civiles, militares, la sociedad civil y la familia, a la hora de hacer frente a esta amenaza que busca tomar a la juventud para involucrarla en el conflicto armado.
La sociedad toda en el Magdalena Medio, debe aunar esfuerzos con el fin de detener las siguientes acciones: 1- el reclutamiento de jóvenes por parte de grupos ligados al negocio del tráfico de estupefacientes; 2- La expansión de la `cultura narco’ en la región; 3- La expansión de la creencia que con acciones violentas o armadas se solucionan los problemas.
Detener, limitar o poner freno a estas acciones implica que desde la familia, la escuela, el colegio, la universidad, las iglesias, los gremios de la producción y el comercio, las organizaciones sociales, los partidos políticos, y las instituciones estatales, orienten buena parte de su acción a formular y poner en marcha acciones que tiendan a concretar el cambio de conciencia para poner freno a situaciones de dualidad de poder en la ciudad y en la región.

Por ello, se requiere que las anteriores instancias y entidades concreten estrategias pedagógicas y comunicativas que generen la cultura del diálogo y la conversación en la familia, la empresa y la sociedad; recalcar de manera cotidiana la necesidad de llevar a la práctica el discurso de la defensa de la vida, como valor supremo de la especie humana; fortalecer los escenarios para que las organizaciones sociales y de derechos humanos, incidan políticamente, en los planes trazados por la administración municipal en el tema de los Derechos Humanos; incidir para que las instituciones estatales, como la Fiscalía y la rama Judicial, encargadas de velar por la justicia, tengan los recursos humanos y
técnicos para ejercer su actividad; reactivar espacios válidos de interlocución entre las autoridades civiles y militares con la sociedad civil, como lo es el Consejo Municipal de Paz.

Lo anterior debe ir acompañado de una inversión social que fomente claramente la inclusión de la población, sobre todo, aquella que hace referencia al acceso de los jóvenes bachilleres a la educación superior, y la manera como con los excedentes de la industria petrolera y agroindustrial, podemos lograr el financiamiento de las actividades económicas que generan empleo tanto en el campo como en la ciudad.

El día de hoy, registramos otra tragedia en Barrancabermeja. Una masacre que al momento de completar este informe ha generado cinco víctimas. Se trata personas residentes en el corregimiento de ‘El Centro’ en Barrancabermeja y llevadas a un lugar en la carretera que se dirige a San Vicente de Chucurí, donde fueron abandonadas, después de haberles disparado. Cuatro de ellas lamentablemente ya fallecieron. Una más ha quedado herida. Con ello levantamos de nuevo la pregunta sobre porque en una región donde se quiere tanto la vida, debemos registrar hechos tan dolorosos como una nueva masacre.

Barrancabermeja, 21 de mayo de 2013