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¡Esperamos un nuevo Bogotazo!
Jorge Montenegro / Lunes 14 de abril de 2008
 

Al ver el documental “El Bogotazo”, presentado por The History Channel y Caracol el pasado 9 de abril, una sensación recorrió todo mi cuerpo: aquel acontecimiento quedó inconcluso. La muerte de Roa Sierra sólo enardeció los ánimos de las multitudes, que luego quedó con un fuego intermitente en el corazón, el cual se siente hasta hoy. La desesperanza que ronda nuestros días contiene un poco de aquella frustración que tuvo la mayoría del pueblo colombiano, es decir, la gente trabajadora y menos favorecida.

Los acontecimientos de los últimos años han ido avivando poco a poco la llama que late en los que vivieron aquellos hechos históricos y en el inconsciente colectivo de las nuevas generaciones. Contra viento y marea el pueblo sigue elevando su grito pidiendo justicia y equidad. Máxime hoy día cuando campea a diestra y siniestra la ley de la impunidad y del silencio.

Aquella fecha memorable zanjó una brecha en nuestra nación. Ante el mar de dudas que tal vez jamás se despejarán, la desconfianza ronda por doquier. No obstante las “investigaciones” y los reportajes, como el citado al comienzo, la inconformidad del pueblo es evidente. Sólo se tienen verdades a medias sobre el “qué”, el “cómo” y el “quién” del hecho. Sobre el “por qué” y el “para qué” nada se sabe. He aquí el misterio.

Los “frutos” de aquel acontecimiento han querido darle una conclusión, una respuesta a las incógnitas que perduran en el tiempo y en el corazón de las personas. Pero tal vez ninguno de estos intentos ha sido satisfactorio, pues parece que la “serpiente emplumada” que sembró el mal es demasiado astuta para develar el misterio. La violencia que se avivó desde entonces ha desangrado al pueblo colombiano, a tal punto que ha formado como un río Magdalena de dolor, pobreza, miseria, injusticia, impotencia…

La muerte del caudillo liberal abrió el corazón de un pueblo que siempre ha estado “colonizado” por propios y extraños. La sangre del prócer de las causas sociales sigue clamando no sólo respuestas, sino sobre todo cambios en la forma de “vivir la democracia”. No es suficiente que haya vida, sino que la haya como es debido, y no sólo para unos sino para todos. Esta es la sed que tenemos todos los habitantes de este país. Esta es la llama que arde en nuestros corazones, anhelando un nuevo “Bogotazo”, ya no de muerte y destrucción, sino de vida y de oportunidades para todos.