Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra
:: Magdalena Medio, Colombia ::
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Más fumigaciones, más de la errada política antidrogas
 

El pasado lunes 7 de abril empezaron, una vez más, las aspersiones con glifosato en el sur de Bolívar y en la parte media del valle del río Cimitarra. Iniciaron con la erradicación manual que, como ya se constató en comisión de verificación, sólo traen desplazamiento de campesinos debido a la crisis económica que genera y el aumento de la confrontación entre los armados: utilización de los espacios civiles por parte de la Fuerzas Militares, aumento de los enfrentamientos Ejército- insurgencia, utilización de minas antipersona por parte de las guerrillas para evitar el avance de la tropa, amenazas e intimidación a los civiles por parte de los militares y paramilitares presentes en la zona; y una serie de infracciones al Derecho Internacional Humanitario que obligan al campesino a refugiarse en las ciudades.

Como si no fuera suficiente el daño causado a la población campesina con la erradicación manual, la postura del Gobierno Nacional se hace cada vez más terca y más aislada de las verdaderas necesidades de la región del Magdalena Medio. De nuevo los aviones del Plan Colombia sobrevuelan la zona regando el glifosato, como muestra de que al Gobierno Nacional no le interesan los argumentos, el debate, pues hace apenas veinte días una comisión de verificación (en la que se encontraba la delegada del Programa Presidencial para los Derechos Humanos y DIH) constató que las fumigaciones anteriores no han dejado como resultado la eliminación de los cultivos de coca en la zona. Por el contrario, han causado crisis alimentaria y humanitaria en la región. Sin embargo, a pesar que el Gobierno Nacional, a través de su delegada, escuchó las peticiones de los campesinos, las fumigaciones se están realizando una vez más, mientras que la inversión social que necesita la región continúa guardada en el “libro del olvido”.

Hasta el momento se han comunicado con la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra (ACVC) miembros de la veredas Alto Limón, Diamante, La Palúa, La Poza, Las Aguas, Medio San Juan, Miralindo, Muribá y Santo Domingo, del municipio de Cantagallo (Bolívar); de las veredas Agua Sucia, Alto Berlin, Alto Cañabraval, Alto Cicué, Alto San Juan, Caño Frío, Caño Hondo, Cerro Azul, La Fria Alta y Baja, La Golondrina, La Unión, Las Colinas, Montecarmelo, Retorno y Villanueva, del Municipio de San Pablo (Bolívar); y de las veredas de Bocas de Don Juan, Notepases y Puerto Matilde, del municipio de Yondó (Antioquia), veredas ubicadas en el sur de Bolívar y en el Valle del río Cimitarra. Todos ellos manifestando su preocupación y desasosiego por los daños causados por las fumigaciones con el glifosato.

No sobra decir que como siempre, las fumigaciones aéreas de glifosato son indiscriminadas, pues atacan los bosques, los ríos y quebradas de la región, los pastos, los cultivos de pancoger, la salud de los campesinos, las huertas, los proyectos productivos que, irónicamente, la ACVC al igual que otras organizaciones sociales y entidades como el Pdpmm, pretenden implementar como alternativa a los cultivos de coca.

La doble moral del Gobierno Nacional llega a la desfachatez: por un lado, envía funcionarios del Programa Presidencial para los Derechos Humanos y DIH para que constaten la situación de los Derechos Humanos y DIH en la región; y por otro, envía su Ejército a desplazar al campesino mediante la estrategia de las fumigaciones aéreas con glifosato. Así intenta tener a todos contentos: las organizaciones sociales porque en apariencia se interesa por el respeto a los Derechos Humanos y al Gobierno estadounidense, porque no cambia su política antidrogas. Cuando la solución es más sencilla: No se trata de aumento de burocracia ni de fumigaciones, se trata sencillamente de reforma agraria.