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Mujer Dignidad: Piedad Córdoba versus los consensos de moda
Cecilia Zamudio / Martes 22 de abril de 2008
 

En el marco de las jornadas "Mujeres y conflicto en Colombia" organizadas por la Taula catalana por la paz y los derechos humanos en Colombia (del 17 al 19 de abril), pasó ayer por Barcelona una mujer que bien merece su apodo de "Mujer Dignidad". Se trata de la senadora Piedad Córdoba, que ante una sala plena expuso, con voz clara, un esbozo sincero de la realidad colombiana: es decir que hizo eso por lo cual la herramienta de guerra sucia del estado colombiano (el paramilitarismo) tiene amenazada su vida.

Voy aquí a relatar el contexto de su intervención: entre manipulaciones y consensos cajón... Porque este fragmento de la realidad retrata bien lo que es la sociedad colombiana de hoy, una sociedad amordazada y alienada a un consenso fabricado por el triple accionar de: terrorismo de estado; estigmatización de guerrillero al que no repita los conceptos consensuados; y martilleo mediático. Una sociedad en la que lo que es "políticamente correcto", significa la garantía de vida o de aceptación social, y lo que es "políticamente incorrecto" significa el estigma, el escarnio, la amenaza, y en los peores casos la desaparición o el asesinato. Piedad ya ha sido víctima de escarnio y amenazas por atreverse a pensar diferente al consenso a la moda, por tener la dignidad de no matar su pensamiento, y la valentía para luchar por lo que cree justo.

Piedad habló con la sinceridad de una persona íntegra: un crimen a los ojos de un estado criminal en el que reinan la manipulación y la impunidad. Lo hizo después de la representante del gobierno colombiano, quién "informó" a la sala sobre "los grandes avances en materia de derechos humanos y perspectiva de género" que según ella se adelantan desde la presidencia de la República de Colombia… Varias personas de la sala protestaron frente a tal realidad virtual que la representante del gobierno quería hacer pasar por cierta, tapando los crímenes de estado y la existencia de millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza en Colombia (En Colombia, el 49,2% de la población vive bajo la línea de pobreza y el 14,7% en condiciones de pobreza extrema). La gente alzó su voz en un espacio relativamente seguro: fuera de Colombia… Recordemos, a modo de ejemplo de la represión que amordaza en Colombia, que ya van seis asesinados de los organizadores de la marcha del 6 de marzo contra los crímenes de estado. La representante del gobierno siguió hablando de "los grandes esfuerzos por la educación" que, según dijo, "se adelantan desde la Presidencia", ante lo cual se oyeron voces indignadas en la sala reclamar contra la privatización de la universidad, y el desmantelamiento del incipiente sistema educativo.

La indignación creció ante tales mentiras, pero faltaba la intervención de la "Mujer Dignidad" que nos daría oxigeno en medio de tanta desinformación, mentira y consenso perverso. Pero tuvimos que esperar para que hablara y oír antes otras barbaridades: cómo a Claudia López decirnos que el paramilitarismo en Colombia era cuestión de "infiltración", y oírla ofenderse acerca de la expresión "crímenes de estado" relativo al paramilitarismo. La ponencia de Claudia López fue muy decepcionante, pues se presentaba como investigadora sobre el tema de la "parapolítica", y en realidad habló muy poco de ello, y cuando habló de ello lo hizo presentando al paramilitarismo como un fenómeno de "infiltración" y al estado colombiano como una especie de víctima… Lo cual para cualquier sobreviviente de la Operación Génesis u otra operación de masacres perpetradas por el ejército oficial y sus paramilitares es algo dolorosamente insultante. El desvincular al paramilitarismo de su origen y razón misma de ser (diseñado desde el mismo estado y la CIA con el fin de lograr acallar las reivindicaciones sociales frente a la imposición de un modelo económico) no permite comprender claramente la realidad, perpetuando la impunidad mediante ignorancia o semi-conocimientos sesgados. Claudia López, eso sí, no dejó de hacer algo que está muy de moda en jornadas y seminarios, en ponencias y pronunciamientos: hizo uso de esa moda que quiere que si nos reunimos a hablar del tema de Colombia, lo más importante sea condenar a las FARC; de hecho se pasó la mitad de su ponencia (sobre tema "parapolítica") haciendo gala de esta moda, repitiendo conceptos cajón consensuados y establecidos en estos ámbitos por la vía del terrorismo de estado (han asesinado a los que no asumían a ciegas este consenso), y por el martilleo mediático según la técnica de Goebbels: si se repite mil veces una mentira, por burda que sea, termina convirtiéndose en verdad en la opinión pública. Así pues, está muy de moda decir que la FARC son "narcotraficantes" y decir que no tienen ideología, anulando así su realidad y contribuyendo a la era del oscurantismo político y social. Afirmaciones que realmente resultan muy burdas si uno se pone a pensar unos pocos minutos… pero que el triple accionar (terrorismo de estado; estigmatización de guerrillero al que no repita los conceptos consensuados; y martilleo mediático) ha logrado convertir en consenso a la moda: tan sistemático que es casi como un ritual de saludo. Algo sistemáticamente difundido pero no argumentado.

De hecho la pregunta que algunos nos hacemos es la siguiente: Si ya está más que demostrado que el gobierno colombiano está totalmente compenetrado con el narcotráfico; si ya está más que demostrado que los capos de la droga se pavonean en el Congreso y uno de ellos (Uribe) es presidente de Colombia… ¿no sería más fácil para alguien que quiera enriquecerse con el narcotráfico en Colombia participar en el negocio desde Cartagena, Medellín, Bogotá o Miami, desde comodidades parlamentarias, desde la oficialidad del estado, gozando de toda la protección de la impunidad (aumentada desde que el fiscal paramilitar Osorio desmanteló lo poco que funcionaba en la Fiscalía General de la Nación)? ¿No sería más fácil para alguien que quiera narcotraficar en Colombia meterse en los negocios con Uribe y los Araújo, que exponerse constantemente a ser bombardeado, cargar más de 30 kilos de equipo guerrillero a diario, estar expuesto a las balas, las enfermedades, la gangrena de las heridas, la persecución con la más alta tecnología del mundo (tecnología "cortesía" de USA)? Digo yo… Pregunto… Yo sólo pregunto… ¿cuestión de lógica no?

Bueno la cuestión es que el terrorismo de estado en Colombia ha "derechizado" a la población, ha aniquilado a miles de mujeres y hombres que libraban la "batalla de ideas" (esa tan necesaria); y paralelamente los medios de difusión, propiedad de la oligarquía colombiana han usado y abusado de la mentira, la manipulación, el terror psicológico, la estigmatización, la legitimación de la impunidad, el envenenamiento sistemático en contra de los que se atreven a disentir en cuestiones de fondo. La sociedad colombiana ha sido despojada de su derecho a buscar información desde las fuentes por miedo al estigma de "terrorista", que planea sobre cada uno… "la curiosidad es un defecto peligroso"… nos repiten a diario, de mil maneras. El general Padilla se pronunció hace poco sobre este tema, convirtiendo en "terroristas" a todos aquellos que busquen información sobre la guerrilla dirigiéndose a las fuentes mismas: es una forma de criminalizar la investigación social, histórica… Una manera de asegurarse la mentira más impune. Una criminalización que es nuestro deber rechazar.

Pero sin embargo, en el marco de esta terrible realidad, vemos que hay esperanza cuando se alza una voz de dignidad. Piedad Córdoba habló de Colombia con sinceridad, se atrevió a disentir de los consensos. Empezó diciendo que disentía con Claudia López en eso de que "tampoco se podía decir que el estado colombiano es un estado mafioso", dijo que sí, que se podía decir, y no solamente decir sino que se debía proceder a acabar con la impunidad, también dejó muy claro que el paramilitarismo es una estrategia estatal, que nace para garantizar un modelo de expolio. El paramilitarismo obedece a un plan estatal y no es una mera cuestión de "infiltraciones". También habló de las cuestiones de fondo: de las cuestiones estructurales, diciendo que la paz no podía lograrse sin justicia social, y planteó la cuestión de fondo que supone que para que haya la consecución de la paz se debe respetar la posibilidad de participar en la política por la vía legal sin ser asesinado, y recordó el caso de la Unión Patriótica, partido político que fue literalmente eliminado por agentes del estado (militares y sus paramilitares), costándole al país más de cinco mil muertes y la pérdida de mujeres y hombres valiosísimos, así como la pérdida de la confianza en la posibilidad de buscar cambios políticos por la vía no armada y legal.

Abordó la cuestión de la necesidad del intercambio humanitario y lo hizo con dignidad, es decir que no habló sólo de Íngrid o los demás secuestrados en manos de la guerrilla, sino que se acordó también de los miles de presos y presas políticas en las cárceles del estado, muchos presos bajo montajes judiciales; denunció las detenciones masivas perpetradas por el estado y las ejecuciones extrajudiciales. Actuó con dignidad porque le respondió a la realidad y no siguió el patrón de moda que han adoptado tantos y tantas… Ese patrón que hace que parezca que el principal problema de Colombia es el secuestro de Íngrid Betancourt y de los tres mercenarios estadounidenses, y que invisibiliza a los miles de presos políticos, víctimas de torturas sistemáticas en cárceles del estado colombiano; ese patrón consensual que invisibiliza a los cuatro millones de desplazados por la voracidad de las transnacionales: las petroleras, las madereras, las transnacionales del agrocombustible, las mineras… Esas transnacionales que fomentan las masacres que perpetran los paramilitares para desplazar poblaciones y apropiarse las regiones más ricas del país…

Piedad no actuó según ese perverso patrón de consenso que invisibiliza a los miles de niños de la calle, los miles de niños prostituidos, muchos de ellos en la ruta del carbón (megaextracciones mineras, Drummond, Exxon...). Habló de la violencia estructural, económica y social, recordemos que 20 mil niños, menores de un año de edad, mueren cada año en Colombia por causas prevenibles, es decir, por enfermedades diarreicas, respiratorias o por desnutrición… No pudo ahondar en esta barbarie por falta de tiempo, tiempo que otros utilizaron para repetir los "conceptos consensuados"…

Piedad no utilizó sus pocos minutos en obedecerle al "formato consensuado" que roe tiempo e invisibiliza a los miles de luchadores sociales que son ejecutados por la herramienta de guerra sucia del estado… No, Piedad actuó con dignidad, se pronunció contra el secuestro pero no se quedó enroscada en ello, habló de los presos políticos y los ejecutados por el estado. Habló de la desaparición forzada que perpetra el estado y recordó las más de tres mil fosas comunes que ya se han destapado en Colombia, muchas de ellas ubicadas por las coordenadas facilitadas por los propios torturadores y criminales del paramilitarismo, que se han puesto a dar detalles de sus crímenes para acogerse a la ley de "justicia y paz", según la cual si se arrepienten, sus penas serán mínimas. Piedad recordó cómo ella misma hizo pública una grabación en la que altos capos paramilitares, entre ellos Mancuso, planificaban su propia ley: le decían al alto comisionado que no aceptarían más de ocho años de cárcel para sus crímenes, y este les hablaba de aristas para "torcerle el pescuezo a la ley" cosa que han logrado obtener plenamente con la "ley de justicia y paz" que debería llamarse "ley de impunidad y legalización de tierras usurpadas".

Piedad denunció muy claramente la importancia de ser precisos en identificar al paramilitarismo como lo que es: una herramienta para garantizar un modelo económico… Habló de los agrocombustibles obtenidos de cultivos industriales de palma aceitera, asentados en tierras usurpadas mediante masacres. Habló de las masacres perpetradas en el Chocó con el fin de conseguir el vaciamiento de las tierras destinadas al saqueo. Piedad, contrariamente a los demás ponentes, no se quedó enroscada en el patrón de consenso de moda, Piedad Córdoba tuvo esa dignidad que falta tanto, esa dignidad de reconocer como humanos a los que los medios de difusión dejan siempre de lado. Porque como me decía una amiga presa bajo montaje judicial: "aquí en la cárcel somos miles las mujeres encarceladas injustamente bajo montajes judiciales, acusadas de terrorismo y rebelión, por participar en un sindicato, en una asociación campesina, estudiantil… pero como no tenemos nacionalidad francesa, o no somos de familias colombianas de dinero, nuestros lamentos no conmueven a nadie, porque los medios nos hacen invisibles…".

Piedad habló de las dos guerrilleras injustamente presas por llevar las pruebas de vida al estado, denunció que una de ellas estaba muy enferma y la otra embarazada. Denunció que el asesinato de Raúl Reyes y la masacre perpetrada por el ejército colombiano habían saboteado unas liberaciones a punto de concretarse. Piedad Córdoba habló de la necesidad de reconocer a las FARC para dialogar, y de la cuestión fundamental de que la paz sólo se lograría con cambios estructurales profundos en el modelo económico y político de Colombia. Abordó la necesidad de convocar una Asamblea Nacional, que reconociera a todos, e informó que era algo que había conversado con Iván Márquez. Lástima que le acortaron el tiempo. No pudo ahondar en la cuestión de la injerencia de Estados Unidos en la región, ni en cuanto a temas que ella conoce de primera mano, pues tuvo que rectificar ese terrible concepto de "paramilitarismo en la política son infiltraciones" que sentó López… Muchos hubiéramos preferido conocer más a fondo sus denuncias, pero su tiempo fue acortado por los otros ponentes que cumplieron "su deber" de expresar su obediencia a conceptos cajón, sin aportar argumentos sólidos, copando los poquitos espacios alternativos a la desinformación de los grandes medios, con más de lo mismo. Ojalá la dignidad de Piedad nos haga reflexionar y salir un poco de los estigmas, nos haga tener sentido de las proporciones, de la equidad, nos ayude a desempolvarnos de conceptos basados en repeticiones sin fondo argumentativo sólido y a relegitimar la curiosidad, porque sólo así lograremos el entendimiento necesario a la consecución de la justicia social y la paz que tanto necesita el país de las tres cordilleras.