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Zonas de Reserva Campesina en peligro
Horacio Duque Giraldo / Sábado 5 de octubre de 2013
 

Las Zonas de Reserva Campesina es una figura de reforma agraria consagrada en la ley 160 de 1994, reglamentaria de la Constitución de 1991.

Tiene elementos progresivos que protegen la economía campesina. A lo largo de 19 años han sido promovidas por las organizaciones rurales en diversos lugares del territorio (Putumayo, Huila, Caquetá, Cimitarra, Sur de Bolivar, Guaviare, Catatumbo, Sumapaz, Antioquia).Pero los latifundistas y terratenientes con sus políticos del Congreso las han bloqueado impidiendo su funcionamiento pleno, para lo cual se utiliza la violencia y el terrorismo asesino de los grupos paramilitares.

En los diálogos de paz que se adelantan en La Habana, en la fase de conversaciones sobre la tierra y el ordenamiento territorial regional, ha sido un punto principal de los acuerdos.

Los labriegos del Catatumbo plantearon la conformación de la Zona de Reserva Campesina como punto prioritario de su pliego de peticiones y su programa de acción. Ya han elaborado un Plan de Desarrollo Sostenible y se han hecho un gran número de actividades para que se convierte en un hecho productivo, social y político.

Pero siempre ha surgido un pero. Es el pero de los militares que la descalifican de manera visceral e irracional, estigmatizándola. El Ministro de la Defensa ha lanzado varios discursos incendiarios rechanzandola. Ha sido de tal nivel la carga retórica que los generales del Catatumbo como Marco Lino Tamayo, el Comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Vulcano, un dispositivo militar siniestro que funciona allí, realiza acciones de campo para sabotear el proyecto con procesos penales, judiciales y bélicos que ya registran dos personas desaparecidas en el municipio de El Tarra.

Es tal el odio de los poderosos terratenientes que adversan la Zona de Reserva que instauraron ante la Corte Constitucional una demanda de inconstitucionalidad contra la Ley 160 mencionada para que dicho órgano judicial la anule. El argumento esgrimido señala que su legalidad desconoció la consulta previa con las comunidades indígenas.

Todo un artificio leguleyo inventado por juristas de estirpe uribista que simulan ser líderes indígenas.

Esta maniobra, por supuesto, ya ha sido impugnada por el movimiento agrario que hoy viernes 4 de octubre organizó una manifestación de protesta delante de las oficinas del Palacio de Justicia (que se hará todos los viernes a la misma hora). A las 11 de la mañana fuimos hasta la zona de ingreso de la Corte y con un nutrido grupo de compañeros expresamos nuestra inconformidad con esta retaliación terrateniente. Misma a la que no es ajeno el gobierno de Santos que alimenta en la sombra la venganza oficialista.

Conducta que es sintomática de la posición gubernamental respecto del cumplimiento de los acuerdos firmados recientemente cuando se puso fin a la formidable movilización campesina que sacudió a Colombia desde el 19 de agosto, durante 6 semanas seguidas.

Circunstancia que ha reavivado el malestar general de las masas rurales y urbanas dispuestas a desatar un nuevo "ciclo de protestas" como una fase que se caracterice por el conflicto intenso y la beligerancia a todo lo largo del sistema social, incluyendo de nuevo una propagación rápida de la acción colectiva, de grupos y sectores más movilizados a menos, con aceleración en la innovación de las formas de beligerancia (bloqueos, paros, huelgas, plantones y disturbios), con marcos de acción colectiva nuevos o transformados, una combinación de participación organizada y tal vez desorganizada, con una secuencias de interacción entre retadores y autoridades, que muy probablemente puede desembocar en más represión, o en reformas o de pronto en una revolución, quien quita. Es lo que puede sorprender a Santos y su gobierno hundido en la parálisis.

No hay que olvidar que las luchas sociales son como los ríos cársicos, que veces dejan la superficie y parecen hundirse en la arena para aparecer algunos kilómetros más abajo, reforzados por otras surgientes y por las aguas subterráneas, y proseguir su camino hacia el mar. Solo en la visión anárquica, los trabajadores, obreros o campesinos pueden estar constantemente movilizados y en la calle.