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Úmbita resiste: Por la zona de reserva campesina en el corazón de la Boyacá conservadora
Shameel Thahir Silva / Viernes 27 de diciembre de 2013
 

Llegamos a Úmbita antes del paro agrario a principios de este año y desde un principio nos dimos cuenta que es tierra fértil en donde cultivar la rebeldía latente del pueblo colombiano. Es el espacio para desatar todo el potencial del poder constituyente y desarrollar como Coordinadora Estudiantil de Asuntos Rurales (CEAR) nuestras capacidades políticas al servicio del proceso de base que se está tejiendo en ese territorio, así como lo hemos hecho en el Catatumbo, el Nordeste Antioqueño, Cundinamarca y Arauca.

La gente de Úmbita ha cultivado papa durante años. Está a solo tres horas de Bogotá, pero la prosperidad de la que tanto se jacta el gobierno no les ha tocado. Son un pueblo que tiene el conservadurismo incrustado en el alma, tanto así que Marcha Patriótica (MP) es la guerrilla y Piedad Córdoba es el diablo.

No es muy diferente a muchos espacios en el territorio nacional, pero es consenso para la mayoría que entre los diversos matices conservadores de Colombia, Boyacá se lleva el primer puesto desde hace décadas. Creo que eso hace parte de la sorpresa que fue para muchos, incluyendo a la derecha, que esta parte del pueblo colombiano se haya robado los titulares de los medios corporativos de comunicación en la semana del 19 de agosto de este año durante el paro nacional agrario y popular.

Como CEAR sabíamos de la movilización del pueblo umbitano y su participación activa en el paro. Colaboramos en labores de derechos humanos y cubrimiento de prensa, pues estamos construyendo poder popular con ellos desde hace meses. Pedimos la colaboración de nuestros compañeros de MP, pero me he dado cuenta que muchas veces es mas fácil el decir que el hacer y para muchos, que están muy cómodos donde están diciendo mucho y haciendo poco, era impensable la sorpresa que nos dio Boyacá a todos.

Para otros, Boyacá es territorio de la Dignidad Papera, movimiento agrario orientado por el Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (MOIR) y, por esas divisiones sin sentido de la izquierda en Colombia, parecía imposible que la MP se metiera a construir poder popular con el pueblo de ese territorio, como si el camino hacia una nueva Colombia este escriturado dependiendo de quién llegó primero. De alguna manera u otra, la experiencia de trabajar como CEAR con el pueblo de Úmbita es toda una aventura que comenzamos en el 2013 y planeamos consolidar en los meses que vienen para potenciar hacia el futuro.

Lo que mueve a Úmbita es la necesidad de vivir dignamente y eso es algo que el régimen no entiende. Creen que resolverán el problema comprándoles diez mil toneladas de papa cuando están produciendo 70 mil toneladas de papa mensuales. ¿Pañitos de agua tibia? (...) durante el paro observamos cómo el pueblo organizado mantuvo los puntos de bloqueo con la motivación de que ya no tenía nada más que perder.

Solo se movieron de los puntos cuando sus líderes, líderes de base, no líderes como César Pachón, totalmente deslegitimado por sus ambiciones personales de poder, los invitaron a replegarse, porque la nobleza del pueblo colombiano siempre ha llamado a la necesidad del diálogo como ruta para alcanzar la paz con justicia social, nobleza aprovechada por el régimen para seguir explotando al pueblo.

César Pachón tuvo el atrevimiento de acusarnos a nosotros, la CEAR, de guerrilleros, haciéndole el juego al régimen en su campaña de estigmatización que justifica el terrorismo de Estado, causante de episodios tan vergonzosos como el genocidio de la Unión Patriótica. Afortunadamente el pueblo de Úmbita nos conoce y sabe que nuestra única ambición es la construcción de poder popular para abrirnos camino hacia una Colombia en paz con justicia social. Tristemente Pachón se ha dejado llevar por los cantos de sirena de un régimen que nunca traicionará su sentido explotador.

En reuniones de balance de las jornadas de movilización hemos observado como la gente de Úmbita le perdió la fe a los políticos tradicionales del Partido Conservador. Una conclusión popular del paro fue que no volverán a regalar su voto por una cerveza o un bazar. Saben que el poder lo tienen en sus manos y buscarán usarlo inteligentemente hacia el bien común.

Como CEAR entendemos que en Úmbita esta todo por hacer y que debemos capitalizar lo que ocurrido en los días de movilización hacia la cualificación del pueblo boyacense y su empoderamiento como poder constituyente.

El territorio del municipio de Úmbita esta rodeado de páramos, entre esos el páramo de Guacheneque. El pueblo entiende la importancia fundamental del agua para su futuro y sabe que existen intereses mineros que ansían explotar su territorio.

En el 2010 empezaron a explotar carbón sobre el páramo pero al no ver el "trabajo" prometido a la comunidad y solo recibir problemas sociales por parte de la empresa minera, el pueblo mismo amenazó a la gente de la empresa a sacarlos a patadas y la Corporación Autónoma se vio en la obligación de hacer cumplir la ley y cerrar la mina ilegal que había funcionado solo por unos meses. Úmbita es un pueblo agricultor que no le interesa acabar con su territorio por tres pesos. Viven por trabajar la tierra, no por vivir a costa de ella.

La CEAR está construyendo una profunda relación con la Asociación de Productores del municipio y les planteó el camino de la Zona de Reserva Campesina (ZRC) como figura que les permitirá cumplir con el plan de vida que la comunidad misma se ha trazado en los últimos años pero que no ve cómo desarrollar ante la falta de apoyo estatal propia de un régimen al servicio de la acumulación del capital y no del pueblo colombiano. La Asociación entiende las ventajas de la ZRC y plantearán el desarrollo del proceso como prioridad en el 2014 bajo el acompañamiento de la CEAR como equipo técnico.

Úmbita empezara su proceso como ZRC, seguirá pendiente de los avances de la Mesa de Interlocución y Acuerdo Agropecuaria y Popular (MIA Nacional) y está dispuesta a movilizarse nuevamente si el gobierno le sigue mamando gallo al pueblo. Boyacá también es territorio en disputa.