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Aparatos del régimen para impedir la libertad del pueblo
Nelson Lombana Silva / Martes 31 de diciembre de 2013
 

Se preguntan los estudiosos del régimen capitalista por qué el pueblo sigue sosteniendo con su voto y comportamiento un régimen tan salvaje e inhumano, tan mentiroso, corrupto, narcotraficante y asesino. Es más: Por qué el pueblo se empecina en votar por los mismos o incluso, por qué toma la decisión de colocarse de espaldas a la realidad, con la ya célebre frase: “No voto ni por unos ni por otros, todos son lo mismo”.

Qué presidente de la república, senador de derecha o funcionario público no es criticado, despellejado, en cafetines, esquinas, parques, tabernas o circos. Diríase que todos, absolutamente todos. Sin embargo, llegan las elecciones y va el pueblo mansamente como idiotizado a votar por los mismos casi como una “obligación” maquinal.

Antes la corrupción era manejada secretamente. Hoy, es vox populi. Los mismos electores lo saben y sin embargo, van y votan por esas pirañas a sabiendas que no le van a cumplir y que por el contrario, ellos se va a volver más oligarcas y el pueblo más pobre. “Estoy de acuerdo que roben, pero que hagan algo”, es el decir del pueblo resignado.

¿Por qué esa forma de pensar y de actuar el pueblo? Qué interrogante más complejo, sobre todo si se tiene en cuenta que el pueblo tiene la solución en sus manos, no es pendejo, ni tarado, ni bruto, ni imbécil. ¿Cuál es la causa o las causas?

Seguramente habrá muchas hipótesis y tesis sobre el tema que mediante estudio riguroso nos podría arrojar luces para interpretar correctamente el fenómeno, sobre todo si tenemos en cuenta que el pueblo tampoco es masoquista.

Ancízar Cadavid Restrepo, articulista del periódico “Desde Abajo”, da cuatro elementos supremamente interesantes que ciertamente arrojan luces sobre dicho comportamiento del pueblo. Según Restrepo el poder hegemónico tiene como sostén cuatro soportes: Los medios de comunicación, aparato de represión armada, las religiones formales y la escuela domesticadora.[i]

De acuerdo con esta pista, una primera conclusión es que el pueblo no piensa, ni actúa así porque quiera y autónomamente decida esta forma de pensar y de actuar. Lo hace inconscientemente o quizás presionado, dominado, ya no por las cadenas metálicas, sino por las “invisibles” más duras y dominantes.

Esos poderosos y criminales aparatos tienen dominado al pueblo. No los dejan ser libres, mucho menos pensar por sí mismo, es decir, tener un pensamiento crítico y creativo. Les imponen a la fuerza la ideología dominante como bien lo dijera Carlos Marx.

Por eso fenómenos como el analfabetismo político, que se expresa en el repudio permanente del pueblo a las medidas económicas que toma el régimen, a la proliferación de la pobreza, la corrupción, el narcotráfico, el desempleo, el terrorismo de Estado y la explotación del hombre por el hombre. Sin embargo, una vez llega las elecciones van y votan por los responsables directos de todo ese conjunto de injusticias sociales. Quizás no sabe el pueblo que el hambre, la violencia, la explotación, etc son productos de decisiones políticas.

Si en el siglo XX se dijo que la religión era el opio del pueblo, en el siglo XXI hay que decir que el Valium son los medios de comunicación. Nos dominan de una forma sutil pero bastante efectiva.

Y, los que no son totalmente atontados por este aparato, son víctimas del pensum académico y en últimas, del aparato represivo: Militarismo, paramilitarismo, etc.

Esto nos puede llevar a una segunda conclusión: La complejidad de la lucha de clases. No es un juego. Es una lucha a muerte, que exige cada vez más unidad, conciencia de clase, organización y acción por parte del pueblo que comienza a luchar por romper esa maraña de que se vale la oligarquía para seguir ilegalmente en el poder. Nos anima una gran certeza histórica: Los tiranos son efímeros y los pueblos eternos. Además, más criminal que fue el imperio romano, sin embargo, finalmente fue derrotado.

[i] Desde Abajo. La otra posición para leer. Octubre 20 – noviembre 20 de 2013. No. 196. Página consultada 5.