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En circulación nuevo libro sobre el proceso de paz del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional
Diálogos de La Habana desde múltiples perspectivas
Agencia de noticias UN / Miércoles 15 de enero de 2014
 

El objetivo central de los acuerdos a los que lleguen el Gobierno y las Farc debe ser eliminar el uso de las armas para defender las ideas. El Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz, de la U.N., entrega a la sociedad un documento vital para seguir debatiendo sobre este propósito.

La terminación del conflicto armado interno, de cerca de medio siglo de duración, y la construcción de paz, son dos de los grandes anhelos de la mayoría de los colombianos, a la vez que constituyen una tarea que ha mostrado ser de difícil consecución y cuyos intentos han producido varias frustraciones. Probablemente, eso explica que un desafío de alcance nacional genere posiciones controversiales y, en ocasiones, francamente opuestas.

Pero como es un gran problema nacional y una tragedia de nuestra sociedad, deben hacerse todos los intentos posibles para lograr su terminación, privilegiando la manera como las sociedades civilizadas resuelven sus conflictos.

Esto se logra a través del diálogo y la búsqueda de concertaciones que permitan conseguir el cese de la utilización de las armas, el reconocimiento de las víctimas, la verdad acerca de lo sucedido, la justicia y el perdón, la certeza de la no repetición y la reconciliación de la sociedad colombiana.

La búsqueda de este equilibrio no es nada fácil, pero la sociedad colombiana debe apuntarle a dejar atrás ese ciclo de muerte y enfrentamientos fratricidas.

No hay duda de que todos los colombianos debemos apuntarle al triunfo del perdón y la reconciliación sobre el odio y la venganza; y al triunfo del futuro sobre los rezagos del pasado.

Guerra y soluciones concertadas

La historia colombiana se ha desarrollado en medio de enfrentamientos armados: las guerras civiles entre liberales y conservadores en la segunda mitad del siglo XIX, el largo período de violencia bipartidista de mediados de siglo, y recientemente la confrontación entre los grupos guerrilleros contra el Estado, el régimen político y sus políticas públicas, junto con los fenómenos contraguerrilleros que se generaron.

En las guerras civiles, una vez concluidos los enfrentamientos, casi siempre las soluciones se lograban a través de fórmulas de negociación, que implicaban la expedición de nuevas constituciones políticas. Igualmente, se planteó el problema de la desmovilización de los miembros de los diferentes grupos.

En algunos casos, los ejércitos se disolvían después de las derrotas o parcialmente eran incorporados a las fuerzas militares vencedoras.

En el largo periodo de la violencia liberal-conservadora, de mediados del siglo XX, su salida pasa por un camino que incluyó, en el marco del interregno militar, la ‘amnistía’ inicialmente, luego la desmovilización de las fuerzas guerrilleras (hay que señalar que esto no se dio en su totalidad) y finalmente el acuerdo político que configuró el Frente Nacional y que se puede considerar el verdadero pacto de paz entre liberales y conservadores.

Posteriormente, en el nuevo momento de la conflictiva y persistente relación entre violencia y política, llegó la llamada ’violencia revolucionaria’, ligada a discursos de transformación del Estado y que se va a incubar en las guerrillas de mayor tradición y persistencia: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Ejército Popular de Liberación (EPL).

En el Gobierno del Presidente Virgilio Barco (1986-1990) se dio inicio al proceso de conversaciones del gobierno con el M-19, el sector mayoritario del EPL, el Movimiento Armado Quintín Lame y el PRT; gracias a esto se produjo la desmovilización de estas guerrillas y su reincorporación a la vida civil.

Debates y controversia

El proceso de conversaciones en curso entre el Gobierno del presidente Santos y las Farc-EP tiene una hoja de ruta minuciosamente construida a lo largo de meses de encuentros reservados entre delegados de las partes y expresada en el Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, que define claramente el trayecto de la negociación.

Las conversaciones deben tener un punto claro de llegada: la terminación del conflicto interno armado. Esto significa que en el horizonte del fin de la negociación debe estar clara la desmovilización del grupo insurgente, su dejación de armas y su conversión, casi siempre en un partido político o en un movimiento social, dentro de la legalidad de la democracia.

El libro Diálogos de la Habana: miradas múltiples desde la Universidad es otra contribución que se hace desde el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la U.N., tanto a la mesa de conversaciones como al debate nacional.

Lo anterior, con la convicción que siempre anima nuestro actuar como universidad pública, en el sentido de que el debate y la controversia de ideas es la mejor contribución al análisis de los problemas nacionales. Estamos seguros que el conjunto de textos, que cuenta además con un análisis introductorio del conflicto interno armado y una fábula para pensar la paz de Colombia, serán de la mayor importancia para el debate nacional.

Si logramos hacer bien la tarea, los colombianos en esta ocasión conseguiremos que definitivamente las armas no vuelvan a ser protagonistas de la política nacional, con algún tipo de argumento, y en esa media habremos dado un paso gigantesco hacia una democracia de mejor calidad para todos.

Sabiendo, por supuesto, que el barco que pretende llevarnos al buen puerto de los acuerdos definitivos no navega en aguas tranquilas, sino en aguas por momentos borrascosas, que depende mucho de la habilidad de los timoneles y de toda la tripulación para poder arribar al puerto de destino.