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Cultivos “ilícitos”. Debate
“Los campesinos son la base débil de la pirámide”
Fernanda Sánchez Jaramillo / Martes 11 de febrero de 2014
 

Entrevista a Myriam Jimeno Santoyo, Doctora en Antropología de la Universidad de Brasilia, Antropóloga de la Universidad de los Andes. Profesora titular del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia.

FSJ: En la Habana, se discute el tema de los cultivos declarados ilícitos. ¿Qué expectativas hay en un debate que parte de la satanización de una planta tradicional que ha sido “ilegalizada" por las instituciones nacionales e internacionales?

MJS: Apenas se inicia un debate internacional sobre la mejor manera de tratar el consumo de productos ahora proscritos, que debe llevar a separar ciertas tradiciones de nuevos patrones de consumo.

FSJ: En su libro, Movimientos Campesinos y Cultivos ilícitos usted diferenció varios actores en relación con estos cultivos. Los campesinos, cultivadores, en los márgenes, y los comerciantes, entre otros, en el centro. ¿En qué lugar ubica a la guerrilla que admitió cobrar “tributos” por el cultivo de coca?

MJS: Creo que la guerrilla paulatinamente llegó a situarse como parte de la red de comercio trasnacional y se alejó de los intereses de los campesinos y las gentes locales.

FSJ: Los campesinos oscilan entre la presión por los “tributos” que deben pagar a la guerrilla y la violenta ejercida por los comerciantes. ¿Entonces, por qué esa presión del Estado contra ellos y no contra los comerciantes?

MJS: Creo que ha existido un enfoque equivocado. No solo al tomar la opción de prohibir ciertos consumos -que podrían manejarse de otra manera, preventiva y educative- sino además de creer que con el ataque a la base social de proveedores se acaba la oferta. Esto ya se ha demostrado como equivocado, pues simplemente los proveedores se desplazan por el continente. Los campesinos, además son la base débil de la pirámide.

FSJ: Parece que los conflictos y las demandas sociales se reciclan sin ser resueltas. ¿ En 1996 los campesinos marchaban contra la fumigación, hoy contra la fumigación y la erradicación forzada y no gradual. ¿Es esta simplemente una muestra de falta de presencia y de gobernabilidad del Estado en estas zonas?

MJS: Más que falta de Estado, lo que ha existido es una continuidad de la política pública colombiana para tratar este tema, desde que asumimos como nuestro el paradigma prohibicionista de los años setenta. No pueden esperarse cambios mayores mientras éste no se modifique.

FSJ: Usted dice que una de las razones para la expansión cocalera, y con ella, la bonanza, es el fracaso de la "colonización" campesina en zonas como el Catatumbo y el Caquetá. ¿Se evitaría este fracaso si el gobierno garantizara la sustitución gradual de cultivos en un marco de reservas campesinas en diferentes regiones?

MJS: El gran problema es la pobreza y la precariedad de la vida de los campesinos colonos. El fracaso de sus ilusiones cuando se fueron a nuevas tierras. La solución puede estar bien en las reservas campesinas o también en otros mecanismos de apoyo al acceso al capital de trabajo, al uso de nuevas tecnologías, al mercadeo justo, en fin lo que les permita vivir en condiciones adecuadas. Lo otro son los medios para esto.

FSJ: De firmarse la paz, desaparecería uno de los actores que participa en la “cadena” de los cultivos “ilícitos”, ¿Acabará la violencia relacionada con estos cultivos mientras sigan activos los traficantes rurales y urbanos, que generan terror por el control del micro-tráfico?

MJS: Por supuesto que el control del tráfico ilegal es en cualquier caso un elemento necesario para eliminar los focos de violencia a su alrededor, vengan de donde vengan.

FSJ: ¿Qué tan efectiva puede ser la negociación, en la Habana, en el tema de los cultivos ilícitos si no se incluyen las propuestas del foro de drogas ilícitas donde representantes indígenas sugirieron, entre otras cosas, la no erradicación de la planta por tener ésta derecho a existir y, otros, la comercialización de los usos industriales legales de la hoja de coca tomando como ejemplo la experiencia Nasa?

MJS: El tema es diferenciar los contextos de producción, lo que en la práctica resulta difícil, pero necesario.

FSJ: La estigmatización mediática es evidente en este país. En 1996, las protestas de los campesinos de Caquetá, Putumayo y Guaviare fueron declaradas acciones de la “narco-guerrilla”. El año pasado, los catatumberos sufrieron la misma estigmatización debido al bloqueo de las vías. ¿Qué opinión le merece una sociedad mal informada a través de un periodismo superficial que condena la protesta válida de los campesinos?

MJS: La trivialización y sobre simplificación suelen ser mecanismo fuertes, y muy extendidos, para manipular la opinión.

FSJ: ¿De qué manera se pueden contrarrestar esas narrativas mediáticas y gubernamentales que satanizan una planta sagrada, y su cultivo, en un contexto de lucha global contra las drogas?

MJS: En mi opinión, no se deben mezclar los usos y las prácticas sociales asociadas a los psicoactivos. La coca en su contexto de consumo cotidiano, o ritual, en una sociedad indígena, no tiene nada que ver con la cocaína y las prácticas comerciales a su alrededor. Son fenómenos sociales distintos. Incluso, son dos productos diferentes en cuanto a sus efectos en el cuerpo humano. Otras plantas, como la marihuana, no tienen en América historia de uso ritual.