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El 9 de abril
Las causas de la insurrección del 9 de abril siguen vigentes. Como también la dispersión de la izquierda. Surgió un movimiento guerrillero que se convirtió en factor fundamental del proceso político colombiano. Es el desafío para profundizar en las razones del 9 de abril: conquistar la democracia y la justicia social.
Semanario Voz / Miércoles 16 de abril de 2014
 

Se acaba de cumplir el 66 aniversario del magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, líder popular, asesinado por el entramado de la CIA de los Estados Unidos y la oligarquía colombiana en su sector más ultraderechista, representado en el gobierno terrorista conservador de Mariano Ospina Pérez.

Es un crimen aún impune, en los orígenes mismos del conflicto colombiano. Eran tiempos difíciles, como lo ha sido la historia colombiana. Los campesinos comunistas y liberales luchaban por la tierra, demandaban la reforma agraria democrática y antilatifundista, en un país agrario cuya oligarquía se resistía al desarrollo del capitalismo, que propugnaba la burguesía liberal, a sangre y fuego como lo hizo el gobierno de la época.

Jorge Eliécer Gaitán se levantó contra la política conservadora, cuyo gobierno asolaba los campos, asesinando a campesinos liberales, comunistas e inclusive conservadores. Gaitán pregonó que el hambre no tenía color político. Convocó a los colombianos para unirse y lograr el poder por el advenimiento de la democracia y mejores condiciones sociales de vida. El desafío democrático no lo aceptaron Mariano Ospina Pérez ni la dirigencia conservadora, y apoyados en la violencia quisieron impedir las luchas populares. Liberales y comunistas llamaron y organizaron la resistencia armada campesina para enfrentar el terrorismo de Estado.

En esos mismos días del asesinato de Gaitán que dio origen a la protesta popular conocida como El Bogotazo, se reunía en la capital del país la IX Conferencia Panamericana, antesala de la Organización de Estados Americanos (OEA). Los gobiernos pro gringos de América Latina esperaban un pequeño Plan Marshall como el que reconstruyó a las potencias capitalistas tras la II Guerra Mundial, pero el general George Marshall advirtió que no sería posible. Mandatarios y cancilleres del continente se sintieron defraudados.

Como un salvavidas apareció el asesinato de Gaitán. Marshall y Ospina Pérez responsabilizaron a los comunistas que “cumplen órdenes de Moscú” y se inicio una brutal represión para acallar la protesta que dejó en llamas buena parte de Bogotá y de otras capitales.

Como ha sido característico en la historia colombiana, conservadores y liberales se unieron en un gabinete de “unidad nacional” para “salvar al país de las hordas comunistas violentas”. Se impuso el discurso anticomunista y la represión oficial para conjurar la crisis y la insurrección que no tuvo conducción ni orientación apropiada.

En el fondo todo había sido calculado por el imperialismo de los Estados Unidos, responsable del asesinato de Gaitán, perpetrado por la tenebrosa CIA, agencia de inteligencia de la metrópoli yanqui.

“La IX Conferencia Panamericana fue precedida y escoltada por una furibunda campaña anticomunista, que era la cortina de humo del imperialismo para adelantar sus planes de sojuzgamiento”, escribió Gilberto Vieira en célebre texto sobre el 9 de abril. “El objetivo político central del imperialismo, que era la moción anticomunista para utilizarla contra todo el movimiento nacional, fue logrado en estas nuevas circunstancias aunque no de manera absoluta”, señaló Vieira.

Surgió sin problemas la Organización de Estados Americanos (OEA), durante tanto tiempo dedicada a apuntalar la política neocolonial de Washington como “ministerio de colonias yanqui” tal y como la bautizó el comandante Fidel Castro.

El 9 de abril hubo una insurrección nacional espontánea que no pudo encauzarse hacia la toma del poder para el pueblo. Pero se convirtió en un punto de referencia histórica de las luchas populares y revolucionarias en Colombia y en América Latina.

Las causas de la insurrección del 9 de abril siguen vigentes. Como también la dispersión y la división de la izquierda. Surgió, eso sí, un movimiento guerrillero que se convirtió en factor fundamental del proceso político colombiano, que se pronuncia por la paz y la salida política y dialogada del conflicto. Es el desafío para profundizar en las razones del 9 de abril: conquistar la democracia y la justicia social.

Son reflexiones a la luz de la historia que deben servir de inspiración a las fuerzas políticas y sociales democráticas y de izquierda en la brega por un nuevo país. El camino es el frente amplio por la paz para transitar un proceso constituyente que con poder popular convoque a una asamblea nacional constituyente de cambios avanzados en la vida nacional. Será posible en la medida que avance la unidad popular. Un aporte en esa dirección es la alianza electoral de la UP y el PDA en la campaña presidencial con Clara López y Aída Avella.