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Defienden taita tras muerte de joven británico luego de consumir yagé
Sobre el tratamiento mediático en torno a la coyuntura que atraviesa el Taita Guillermo Mavisoy Mutumbajoy del pueblo Kamëntsa Biyá
/ Lunes 5 de mayo de 2014
 

Los abajo firmantes, grupo de ciudadanos de varias regiones del país, que conocemos y hemos sido pacientes del Taita Guillermo Mavisoy Mutumbajoy, manifestamos que:

Ante el fallecimiento del joven de nacionalidad británica Jack Henry Miller, suceso con el cual se ha vinculado al Taita Guillermo Mavisoy Mutumbajoy del resguardo Kamëntsa Biyá, y frente a la ya larga cadena de noticias que han aparecido tanto en medios nacionales como internacionales, los aquí firmantes consideramos necesario y urgente plantear algunos puntos de vista que difieren de aquellos que han predominado hasta ahora.

Expresamos nuestras más profundas condolencias a la familia del joven Henry Miller y pedimos al Dios del Cielo que la asista en este difícil momento. La muerte de una persona tan joven es, sin duda, una noticia trágica que nos hace estremecer tanto como a muchas otras personas que habrán leído o escuchado sobre este suceso.

Pero la consternación ante la tragedia acontecida no puede silenciarnos frente a la injusticia que se está cometiendo contra el Taita Guillermo Mavisoy y su familia al acusarlo de formas más o menos explícitas de la muerte del joven Miller, insinuando que él no es un Taita verdadero, que esta es una consecuencia de su irresponsabilidad, que, como otros, el Taita se ha dedicado solo a lucrarse con el yagé, que el remedio que él ofrece no es en realidad yagé o, aún más, que el yagé es peligroso y mata a las personas.

No somos nosotros quienes debemos dar la última palabra sobre lo sucedido; confiamos en que los hechos se aclararán poco a poco. Pero sí nos sentimos llamados a exigir un mínimo de ética y profesionalismo por parte de los medios que de forma tan ligera, tan desinformada, tan irresponsable, han estigmatizado o contribuido a mancillar, en primer lugar, la medicina ancestral y sagrada del yagé, y, en segundo lugar, el buen nombre del Taita Guillermo Mavisoy y su familia.

Hacemos un llamado a que se respete el derecho fundamental a la presunción de inocencia, a que se espere el dictamen de medicina legal sobre los antecedentes de salud y el estado general del cuerpo del joven Henry Miller, y a que se atienda no solo a lo que se puede decir desde la orilla de la población mayoritaria de nuestro país, sino también a la voz de las autoridades indígenas, quienes deben pronunciarse sobre el caso a partir de su cosmovisión. 

Pero más allá de esta lamentable tragedia, nos sentimos convocados por un compromiso con la vida, con la justicia, con lo que comprendemos como seres conscientes a partir de nuestra propia experiencia, a dar fe y testimonio de que el Taita Guillermo Mavisoy es un médico tradicional en todo el sentido de la palabra, que nos ha asistido, tratado y curado de diversas enfermedades tanto físicas como espirituales, así con yagé como con otras plantas medicinales, y cuyo conocimiento ha heredado de sus maestros Taitas Mayores y de sus antepasados. Ante el Taita Guillermo Mavisoy solo tenemos palabras de profundo agradecimiento por su entrega incondicional al trabajo y a sus pacientes; por la responsabilidad, humildad, nobleza y sentido de humanidad que lo caracterizan; y sobre todo por su medicina sagrada, medicina de vida que nos ha sanado, limpiado y liberado, de enfermedades, dolencias y tristezas que quizás pueden resumirse en la profunda falta de sentido y de amor que experimenta el ser humano contemporáneo.

Si bien el yagé ha llegado a las ciudades con especial fuerza en los últimos años, y aun reconociendo que en muchas ocasiones se ofrece en condiciones indebidas en que no se le profesa el respeto necesario a una medicina tan antigua y sagrada, nosotros sabemos y declaramos, con todo el respeto por los abuelos indígenas que son sus guardianes, que esta medicina no es solo un elemento cultural de un pueblo sino un regalo de Dios para cualquier ser humano que se acerque a ella con sinceridad y respeto buscando luz y sanación.

El yagé, en sí mismo, no mata, como lo han sostenido diversos estudios realizados por investigadores occidentales, y como lo prueba principalmente la experimentación y el trabajo realizado con esta planta sagrada durante cientos de años por parte de los abuelos indígenas. Esto no significa negar que se hayan presentado muertes, que no dejan de ser excepcionales, en el contexto de ceremonias de yagé. Sin embargo, llama la atención que en el caso del saber médico occidental se asuman con tanta naturalidad las muertes que se han presentado a causa de procedimientos o medicamentos que no deberían representar en condiciones normales un riesgo para la vida, pero que en determinadas circunstancias excepcionales desembocan en un resultado trágico; en cambio, cuando una circunstancia excepcional como estas se presenta en el contexto de la medicina tradicional indígena, se desprestigia por completo este saber ancestral sin reparar en los innumerables casos en que esta medicina opera literalmente milagros.

Sin intentar ofrecer una visión definitiva de este asunto, sí cabe hacer ciertas precisiones necesarias. El yagé no es ilegal; es una planta cuyo uso es calificado, incluso por académicos occidentales, como “razonablemente seguro”[1] (muchos de ellos, además, llegan a reconocer abiertamente sus propiedades medicinales). Es una planta fundamental en la medicina tradicional indígena de numerosas comunidades de la región amazónica en Colombia, así como en la Amazonia ecuatoriana y peruana, que, por lo tanto, ha sido sometida a un larguísimo tiempo de experimentación. El médico tradicional, llamado Taita o Curaca, es reconocido en su calidad de médico a través de procesos de evaluación por parte de los Taitas Mayores y con credencial otorgada por las autoridades de su comunidad o cabildo, como es el caso del Taita Guillermo Mavisoy.

Hasta ahora nada se sabe sobre la causa real del fallecimiento del joven Miller. Lo que hay que sopesar con suma prudencia en este caso es si el Taita puso todo su conocimiento y su habilidad en salvar la vida de este joven, como el médico tradicional que es. Es decir, si el Taita hizo lo que le correspondía hacer, lo que cualquier otro Taita auténtico haría en las mismas circunstancias para evitar este desenlace fatal. A nosotros no nos cabe duda de que así fue, porque sabemos de su diligencia y su entrega, además de su experiencia y su conocimiento. Ahora bien, si no cabe acusar a un médico occidental como culpable cuando ha tratado a un paciente poniendo en ello toda su experticia, como otro médico calificado podría hacerlo, si este paciente muere a causa de una reacción adversa no prevenible por el médico, ¿cabría hacer esta acusación en el caso de un médico tradicional indígena?  

El yagé no es una moda, ni es una droga, ni sus efectos pueden compararse, como han dicho muchos periodistas ingenuos e irresponsables, con una “traba”. Quien haya tomado yagé sabe que nadie se vuelve adicto a esta planta, porque su efecto no es un divertimento, sino una confrontación con lo más profundo de nosotros mismos, un encuentro con la belleza de la naturaleza y sobre todo una apertura al amor y al perdón infinitos de Dios. Esta es la medicina que hemos recibido del Taita Guillermo Mavisoy: una medicina que es regalo de Dios y a la cual, sin exageración lo decimos, le debemos nuestra vida.

Exigimos entonces respeto por el Taita GUILLERMO MAVISOY MUTUMBAJOY, por su familia y por muchas personas que, como nosotros, no somos alienados ni drogadictos ni fanáticos, sino personas conscientes y responsables de nuestra vida que hemos encontrado un camino que consideramos verdadero, lleno de felicidad y de amor, junto a las medicinas de la Madre Tierra, junto a los abuelos y sobre todo con Dios y en Dios.

Esperamos que este triste episodio sea aclarado y que se le trate con justicia verdadera al Taita Guillermo y a su familia, limpiando su buen nombre y su honra, ganados en muchísimos años de trabajo, dedicación y servicio del que nos hemos beneficiado cientos de personas.

Dando fe de lo antes dicho, firmamos a continuación:

Voceros:

Santiago Andrés Duque Cano
Filósofo - Estudiante de Maestría en Filosofía, U. de A.- Docente
Correo electrónico: santiagoduque7@gmail.com

Juan Fernando Rivera Muriel
Filósofo -Estudiante de Maestría en
Filosofía, U. de A.

Simón Trujillo Montoya
Médico y Cirujano - R 2 de Medicina Interna
Medellín

Silvia Nicté Villatoro Rodríguez
Médica y Cirujana
Medellín

María Patricia Ramírez Calvo
Bogotá

Esteban Duque Serna
Tecnólogo en Electrónica y
Estudiante de Ingeniería Electrónica
Medellín

Julián Camilo Ospina Saldarriaga
Filósofo
Medellín

José Luis Aristizábal Soto
Contador Público
Medellín

Camilo Betancur Echeverry
Periodista
Medellín

Sergio Alejandro Henao Ramírez
Estudiante de Licenciatura en Filosofía
Medellín

Vanessa Delgado Villegas
Estudiante de Medicina Veterinaria
Medellín

Andrea Carrillo Lozada
Estudiante de Filosofía
Medellín

Andrés Felipe Arenas Herrera
Docente de Inglés
Medellín

Jair Daniel Pérez Hoyos
Docente de Lenguas Extranjeras 
Medellín

Denis Lucía Carvajal Sánchez
Medellín

Héctor Alirio Ortiz Jiménez
Contador Público
Bogotá

Juan Carlos Rodríguez Hernández
Bogotá

Pedro Pablo Orjuela Bello
Bogotá

Cristian David Palacio Granada
Estudiante de Tecnología en Artes Dramáticas
Medellín

Lucía Toro Ochoa
Bogotá

Nelson Francisco Triana Nova
Bogotá

Luis Alejando Dávila Zambrano
Maestro en Artes Visuales
Pasto

Giovanna Patricia Criollo Delgado 
Lic. en Educación Especial
Pasto

Maria Alejandra Arenas Herrera
Gestora de Costos y Presupuestos
Medellín

Federico Franco Castro
Pereira

Iván Rodríguez Valencia
Abogado
Pasto

Boris Delgado Hernández
Psicólogo
Pasto

Luisa Fernanda Bacca
Abogada
Pasto

Johana Mercedes Villota
Lic. en Educación Especial
Pasto 

Daniel Martín Henao
Pasto

 Luis Alberto Delgado Villamarin 
 Lic. En Artes Visuales         
 Pasto

Ximena Ordóñez Rosero
Ingeniera Industrial
Pasto

[1] Ver: http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/cuan-peligroso-es-experimentar-con-ayahuasca-yage/385199-3 , consultado el 30/04/2014