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Crónica de un tropel en la Unicor
Un hombre armado amenazó con arma de fuego a estudiantes cuando fue sorprendido al interior de la Universidad de Córdoba e hizo que el Esmad cercara el campus.
Luis Cogollo / Viernes 16 de mayo de 2014
 

Era una mañana normal como las de cierre de semestre en cualquier universidad pública de Colombia. Los estudiantes corrían de una lado para otro preocupados por entregar sus trabajos a tiempo. Alguien descubrió que había un hombre que no encajaba. Lo creyeron agente de la Sijín de la Policía y de inmediato fue rodeado por estudiantes airados, de esos que se indignan de ver como se irrespeta el derecho a la autonomía universitaria.

El sujeto respondió desenfundando su arma de dotación y apuntando al grupo de estudiantes. Se dio a la huida, comenzó a correr despavorido por el campus mientras un grupo de estudiantes lo seguía lanzándole todo tipo de objetos, uno de los cuales logró atinarle, provocándole heridas en su frente y en el rostro. El tipo llegó hasta el edificio administrativo donde consiguió refugio. Allí pudo estar tranquilo, nunca se identificó.

Algunos están convencidos de que es de la Sijin. Lo cierto es que el hombre cumple con características propias de los que en Montería les llaman “sijinosos”, los mismos que recorren la ciudad y en especial los barrios populares del sur en motos grandes y sin placas, nunca dicen quiénes son pero la gente los identifica por el radioteléfono, el arma y la moto. Los jóvenes en las esquinas les tienen miedo, los han asociado a la “limpieza social”, son los mismos que siempre toman fotos en las movilizaciones y protestas sociales.

El cielo estaba un poco nublado pues es tiempo de lluvias. Solo habían pasado unos minutos desde que el sujeto había sido descubierto, se encontraba a salvo y ya había sido dirigido hasta una clínica donde recibía atención médica por las heridas provocadas.

De repente, las entradas principales, tanto peatonales como la de carros, habían sido cercadas por los hombres del Esmad que estaban preparados para la batalla aun cuando no tenían contrincantes. El tranquilo ambiente universitario era distinto; todos estaban conscientes de que en cualquier momento la situación podría cambiar. Sin embargo las horas siguientes estuvieron en calma.

Fue después de mediodía, cuando el sol más quema, cuando comenzaron a salir los encapuchados, de la nada. Nadie sabe de dónde salen, algunos son descuidados y no se cubren todo, se dejan al descubierto partes de su cuerpo, no tienen siquiera cómo identificarse entre ellos. Se hacen llamar “Comandos Comunistas”, un nombre más para agregar a la larga lista de grupos de choque que han aparecido desde 2011. Entre ellos JUR, FRAU, RRR7, JM19.

A algunos ni siquiera se les conoce bien el significado de sus acrónimos. “Cada tropel un nombre nuevo”, afirma un estudiante para hacer referencia a la cantidad de organizaciones que nacen de manera espontánea y que aparte de enfrentarse con la policía no generan otro tipo de dinámicas propias de las organizaciones estudiantiles. Otras organizaciones de carácter nacional desprecian esa forma de actuar de los reducidos grupos de encapuchados.

La pelea comienza, los capuchos salen a lanzar rocas contra el Esmad. Tienen caucheras con las que intentan, de manera infructuosa, hacer daño a sus adversarios. La Policía arremete con fuerza y provoca el incendio de una oficina de la Facultad de Salud, quemando escritorios, computadores, archivos, papelería, etc. Además el mismo Esmad entra al campus y rompe los vidrios de los salones de la misma facultad.

El tropel se vuelve monótono, parece un juego del gato y el ratón. A veces los capuchos lanzan piedras, la policía se encuentra acompañada por sujetos de civil que disparan balas de goma con armas como las de paintball, los gases son pocos, las explosiones solo son provocadas por los uniformados cuando estallan las granadas aturdidoras. Los capuchos no utilizan las llamadas “papas explosivas” tradicionales entre los tropeles universitarios del resto del país, aun así la policía, los medios y el gobernador insisten en que están siendo financiados por las FARC-EP.

Alrededor de la universidad los testigos narraban cómo dos jóvenes que habían sido aprehendidos por el Esmad fueron brutalmente agredidos: “Allá en la estación de gasolina los cogieron y los apalearon, después se los llevaron en la tanqueta”. Al mismo tiempo el grupo de testigos que se conformaba por vendedores ambulantes, mototaxistas y peatones, discutía sobre lo que era ser terrorista: unos decían que terroristas eran los estudiantes y otros afirmaban: “Los verdaderos terroristas son los del ESMAD”.