Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Debate
La guerra sucia de los medios en la contienda electoral
Javier Guerrero-Rivera / Martes 3 de junio de 2014
 

A los medios masivos comerciales hay que darles de su misma medicina, usar su mismo lenguaje para que entiendan. Entre ellos el sentido de la autocrítica es inútil porque se doblegan a la lógica del marketing, lo cual hace que sus límites sean impredecibles, difusos y, sin rubor, se haga uso de cualquier medio para lograr sus fines.

Al estilo de las elecciones francesas de 2002 en las cuales tenían que definir entre el derechista Jacque Chirac o el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, en Colombia hay que hacer algo semejante el 15 de junio de 2014 entre el ultraderechista Óscar Zuluaga o el derechista Juan Manuel Santos. Y este es un buen ejemplo de la perversidad como actúan los medios comerciales en momentos coyunturales, de su guerra sucia para orientar la opinión.

A partir del 6 de mayo de 2014, cuando la Fiscalía allana la oficina del hacker Andrés Sepúlveda Ardila y una vez conocido el video de los seguimientos ilegales por parte de Uribe & Cia, al proceso de paz de la Habana, Cuba, los medios se alinearon con Santos y menospreciaron las demás opciones. Según el sentido común, Santos es Uribe travestido de pacifista; Peñaloza es Uribe travestido de verde ecologista; Martha Lucía Ramírez es Uribe en cuerpo femenino y Zuluaga es Uribe para estúpidos, todos contaminados de parauribismo y corrupción, la diferencia la marcaba Clara López Obregón por su programa social-político y por ser mujer, en un país de Patriarcas, pero los medios comerciales (RCN, Caracol, El Tiempo, El Espectador, Semana, La W, La Fm, Blu Radio, Citytv, etc.), fabricaron un falso dilema: no hay por quien votar. Con esta idea indujeron a los 12 millones de electores que votan –salvo excepciones- a inclinarse por el reconocimiento/poder que tienen los candidatos de la derecha y a los 22 millones que se abstienen a ser indiferentes ante una oportunidad histórica de cambiar el rumbo del país, por ejemplo, con una mujer y un programa de izquierda.

El sainete mediático, su guerra sucia y todas sus “formas de lucha” se acentúa con la predecible mediocridad de los debates televisivos de los dos canales más poderosos: RCN y Caracol. Su pobreza fue indiscutible. Los ‘periodistas’ presentadores hicieron su mejor protagónico, conforme a la ocasión y al show; todos ellos sabrán mucho de farándula y de ‘paginas sociales’ porque forman parte de ellas, pero ¿qué saben los periodistas como Vicky Dávila, alias Natalia París; Luís Carlos Vélez, alias El Heredero; Ma. Lucía Fernández, alias La Empresaria; Jorge Alfredo Vargas, alias Gordolindo; Alejandro Santos, alias El Sobrino; Yolanda Ruíz, alias “La Paisa”; Rodrigo Pardo, alias El Canciller y Mábel Lara de temas/problemas como la educación pública, la agricultura, la explotación minera, los consecuencias de los TLC, la comercialización de la salud, el transporte y los combustibles, la pobreza, etc. para formular preguntas profundas? ¡Nada! Primero porque no leen ni investigan donde corresponde, con los expertos, la academia, los centros de investigación sino que el origen de su información son las “fuentes oficiales” y el régimen de turno; y, segundo, porque estos periodistas han sido educados en los colegios o universidades privados de las élites, hacen el mercado en Pomona, lucen los minerales en sus joyas, convierten la reportería en un paseo, usan la salud prepagada, viajan en vehículos de alta gama y si su familia perteneció a la clase trabajadora, hoy niegan esa condición por aquello del ascenso y el prestigio social clasista que cunde en Colombia; así que no pueden hablar de lo que no saben y, entonces, ¿por qué no se les ocurrió invitar a los debates a conocedores e investigadores de estos temas para confrontar a los candidatos y hablar desde las realidades que padece el país y de las cuales son culpables ellos mismos?

Pasadas las elecciones, los medios entraron en crisis. Tenían que alinearse por alguno de sus patrones, por alguna de las ideologías ganadoras, siempre por el mejor postor: la derecha o la ultraderecha, sin ninguna otra opción. En esta crisis crean otro falso dilema: la paz o la guerra, Santos o Zuluaga, la corrupción o la ultracorrupción. Su servilismo, ipso facto, les llevó a alinearse, a toda costa, sin importar los medios, con Santos. Y en claro acto de constricción y de falsa ética periodística atacan a su otro patrón, a su antiguo amo, a Álvaro Uribe Zuluaga. Recuérdese que fue Julio Sánchez Cristo, alias El Reyezuelo, quien hace 15 años, desde la emisora La Fm de RCN, adulaba y azuzaba al entonces Gobernador en Jefe de las Convivir en Antioquia para que se lanzara a la presidencia. Ayer amigos y cómplices, hoy ‘enemigos’; ayer juntos, hoy separados. ¿Es eso creíble? No. Es el circo de la política nacional y del periodismo, cuyo principal payaso (perdón con los payasos de profesión) son los medios, sus ventrílocuos periodistas.

De todo esto queda algo claro: la derecha colombiana, en sus distintos matices (Centro Demoniaco, Liberales, Conservadores, La U, Cambio Radical, Opción Ciudadana…), que ha gobernado a Colombia por siempre, es corrupta, miserable y despiadada con los más necesitados, con el pueblo en general que los elige. ¿Hay alguna diferencia de fondo entre unos y otros? No. Solamente se diferencian en sus formas de proceder, pero sus fines e intencionalidades son los mismos. De esto los medios son culpables por su incapacidad para ir más allá de las “fuentes oficiales”. Ya los sabemos: los medios crean todos los días, por encargo, falsos dilemas. Y ¿cuál es el de ahora? Hacer creer que se debe votar por Santos o por Zuluaga solamente, que uno es bueno y el otro es malo; elegir entre el sida y el cáncer, entre un machetazo en la sien o un martillazo en la cabeza. Su maniqueísmo no da para más.

Esto periodistas, estos medios comerciales de comunicación, se niegan a interpretar el acontecimiento histórico que vive el país; se niegan a decir que los dos candidatos son de la derecha que ha gobernado por más de 200 años a Colombia, que esa derecha ha llevado al país a las profundidades precarias donde está; se niegan a explicar la falacia de votar por la paz o por la guerra. Obligan mezquinamente a quienes los oyen, leen o escuchan a debatirse en este falso pleonasmo. Borraron la historia del país, la historia de los dos derechistas cuando eran cómplices y coautores de las peores medidas que se hayan tomado contra la mayoría de la gente de clase popular; ignoran la historia de cada uno, de los ahora dizque enemigos y opuestos.

¿Por qué los medios comerciale$ no motivan a los 22 millones que no votan?, ¿por qué no ilustran con el análisis de la historia y de fuentes serias que la han investigado?, ¿por qué no crean documentales que muestren a las generaciones actuales, la historia para no tener que repetirla?, ¿por qué tanta mezquindad, mediocridad y pereza para ir más allá de las “fuentes oficiales” y las del establecimiento?, ¿por qué no muestran cómo eran relaciones de los candidatos cuando formaron parte de los distintos gobiernos como ministros los unos de los otros y viceversa?, ¿por qué no muestran, en contextos investigativos, lo que cada uno decía para adularse, para entonces, en sus “propuestas”?, ¿por qué no muestran la verdad?

La guerra sucia y la basura mediáticas solo benefician las arcas propias y el mercantilismo, la discriminación y el sectarismo como el expresado recientemente por un joven que se burló de la muerte de los 33 niños en Fundación (Magdalena) o la que se aprecia en los Foros virtuales o en la vida real, en las calles, en los campos; la fabricación sucia de falsos dilemas y sin salidas, la superficialidad, el maniqueísmo y la desinformación fomentan e incitan a la división del país, a las prácticas neofacistas y totalitarias.

Como los medios comerciales no querrán salir de ahí, en tanto esa esa es su esencia, 1) corresponde al mismo individuo repensarse, leer, acudir a los medios alternativos de comunicación, tener distintas fuentes de conocimiento e información para formar su propio criterio, sólido y profundo sobre los hechos, sobre la política y la “sociedad del espectáculo” y, 2) corresponde, asimismo, a los docentes, jugar un papel crucial en la formación del pensamiento crítico argumentado, desde las primeras letras en la escuela primaria hasta la universidad, con el futuro profesional. Si esto no sucede, el país estará condenado a ser abusado otros 200 años, por los mismos, por sus herederos, con el aliento, suspicacia, sagacidad y vacuidad de los medios comerciales de comunicación.