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Primer Festival Popular de la Juventud
Bucaramanga, 6 de septiembre de 2014
Colectivo La Trocha / Domingo 31 de agosto de 2014
 

¿Por qué un Festival Popular de la Juventud?

Porque la juventud debe crear cultura, una cultura que se desprenda de aquella que se nos vende en los centros comerciales o en la T.V.. Debe crear una cultura que represente la clase popular: la clase trabajadora, estudiantil, campesina, indígena o afro; que represente nuestra condición de clase, con la alegría y la rebeldía característica de la juventud; aquella que plantee la necesidad de una sociedad diferente, que reivindique la solidaridad, la unidad y el humanismo. Así como lo pensaba Estanislao Zuleta:

"La conquista de la democracia supone la organización del pueblo en muchos niveles, se puede hacer en los barrios, en una junta de acción comunal, en las comunidades indígenas, etcétera. Y esta organización es esencial porque es la manera que tiene el pueblo de producir su propia cultura, no sólo de recibirla (...) Para que pueda ser el pueblo creador de la cultura, es necesario que tenga una vida común. Cuando se dispersa, se atomiza, cuando cada uno vive su miseria en su propio rincón, sin colaboración, sin una empresa y sin un trabajo común, entonces pierde la posibilidad de crear cultura. Ahora puede que la reciba por medio del transistor, de la televisión o por cualquier otro medio, pero como consumidor no como creador (...) El pueblo disperso, las masas impotentes, cada cual - como he dicho - refugiados en el rincón de su pequeña miseria sin más relaciones de linderos, de celos, es un pueblo que no produce nada. Es necesario que el pueblo se organice en comunidades de barrios, de campesinos, es decir, comunidades de cualquier tipo porque mientras esté disperso está perdido, está perdido no solamente porque hay tanta miseria - eso también es muy grave - sino porque no tiene una cultura y creatividad propia." Es por esto que nos tomaremos los barrios, los llenaremos de expresiones juveniles, de arte, de solidaridad pero sobre todo de dignidad y justicia social.

Fuerza Juvenil al servicio del pueblo

La juventud colombiana piensa en su futuro, pero disfruta el presente. Sin embargo, el presente es más difícil cada día, es más agrio cada mañana, está lleno de insomnio en la noche. Pues esta juventud a la que le escribimos, nació en un momento que reclama su heroísmo.

Esta etapa exige todo el esfuerzo, el ímpetu y la inteligencia de la juventud para idear un mundo diferente en el futuro, un mundo mejor y más justo. “¿Pero que le queda por probar a los jóvenes?” se pregunta Eduardo Galeano. La juventud ha probado todo lo que el modo de pensar y ser social le ha dado, pero le falta probar su propia existencia, su imaginación galopante, su fuerza constructora. A la juventud se le han cerrado las puertas de encontrarse a sí mismo. Las personas mayores pierden la fe en que algo nuevo pueda darse, la juventud no la pierde. La juventud siempre ve más allá del horizonte, siempre derrumba la barrera, persigue lo imposible. Hemos visto a la juventud liderar una reforma universitaria en Córdoba Argentina, para el beneficio del pueblo, los hemos visto liderar un movimiento por los derechos en 1968, también han agrupado a los pueblos en un festival internacional y piensan en la paz, pero la paz justa y creativa. Los hemos visto escribir poesía, cuentos, ensayos; los hemos visto cantar, bailar, actuar; los hemos visto formar grupos populares y no temen enfrentarse con la desdicha y la sumisión.

La juventud debe compartir eso que anhela, debe vincular a los “viejos jóvenes” como dice Salvador Allende, a pensar y luchar por una vida mejor. Aunque la juventud debe entender que no es autosuficiente, que no puede apartarse del pueblo como dice Camilo Torres, que no puede pensar el mundo y la sociedad sin la participación de todas las demás personas, niños, adultos y abuelos, solo que la juventud ha decido llevar la batuta, pero no la bandera; decidió romper el hielo y comprometer a todo el pueblo, en ese anhelo joven de un nuevo país.

La juventud se reúne para discutir, se reúne para burlarse de la vida y satirizar, se reúne para hacer deporte. Pero hay “jóvenes viejos”, aquellos jóvenes que se han dejado someter por la sumisión, por la frustración, por la apatía, por la indiferencia y el egoísmo. Esa juventud que vive pensando en el enriquecimiento, en ser mejor que el otro, en la ambición de controlar y dominar. No se han puesto a pensar por qué el mundo es como es, por qué en el mundo hay hambrientos, enfermos, vilipendiados y necesitados. Estos jóvenes reproducen lo feo de la sociedad, se burlan del sentimiento del apasionado; se embrutecen con lo fácil, les desagrada la dificultad, aprovechan los peores momentos para salvarse a sí mismo. La frase de estos jóvenes es ‘cuando haya sangre en las calles invierte y enriquécete’. Nuestro gran anhelo es siempre ver solidaridad y compañerismo entre los jóvenes. Tener la esperanza de que seamos parte de un barrio y un pueblo que requiere nuestro esfuerzo y alegría.

Los jóvenes debemos soñar, pensar y trabajar para que la comunidad esté cada vez más unida. Que los vicios de la competencia, el egoísmo, la envidia, la discriminación no se apodere de la juventud de ninguna comunidad Lo único que puede lograr que la comunidad esté cada vez más unida y que las personas tengan una vida digna es organizarnos como comunidad, solidarizándonos entre nosotros, respetándonos y aceptando la ayuda del pueblo. Tomamos el barrio porque queremos unir a la gente. Porque un festival popular une a las personas, sin distinción. No se reserva el derecho de admisión.

El Festival Popular de la Juventud no busca el lucro, no busca comprar consciencias con lechona y licor en nombre de un candidato, sino en gestar la alegría y la complementación. A las comunidades se les ha estigmatizado, se les ha apartado, solo se les visita cuando son elecciones. La comunidad debe apoderarse de su barrio. Traer el arte y la cultura junto al pueblo. Un cultura diferente, nueva y alternativa a la oficial. El festival tiene el propósito de concienciar al pueblo, vincular a la comunidad en la transformación y el cambio. La juventud se toma el barrio. El pueblo toma el barrio junto a la juventud.