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Oriente antioqueño: tras los rastros de los NN
Agencia de Prensa IPC / Martes 30 de septiembre de 2008
 

En los años en que el conflicto armado estaba en su punto más cruento en el Oriente antioqueño, los grupos armados ilegales llegaban a los cementerios de muchos pueblos de la región diciendo “entierren estos muertos”. Quizás los pobladores sabían quienes eran los difuntos, pero nadie se atrevía a decirlo. Por ello, hoy es común ver cientos de bóvedas con la inscripción NN.

Con cientos de historias como éstas, recopiladas en muchos de los corregimientos y municipios que componen esta subregión del departamento, el Observatorio de Paz y Reconciliación del Oriente Antioqueño busca indagar por la situación de cerca de mil occisos declarados “sin identificar” desde 1985 hasta la fecha.

El propósito, según Fernando Valencia, coordinador del Observatorio, es recopilar información documental que permita dar cuenta exacta de cuántos NN hay en la región, dónde están y en qué condiciones, para luego diseñar junto con las entidades correspondientes un sistema público de identificación al que podrán acceder los movimientos de víctimas, las organizaciones sociales y las comunidades.

“Creemos que hay mucha gente que puede estar como NN simplemente porque en el momento de la muerte a la familia, o a los allegados, les dio miedo reconocer el vínculo”, explica Valencia.

Y es que según los relatos de diversos pobladores del Oriente recogidos por el Observatorio, de los efectos de la confrontación armada entre guerrilla, paramilitares y ejército que azotó al Oriente por casi una década no se escaparon ni los muertos: cuando éstos eran llevados a los cementerios por el ejército, simplemente se presumía que eran guerrilleros y nadie hablaba por ellos; si los llevaban los paramilitares nadie se atrevía a reclamar parentesco alguno y cuándo los guerrilleros arribaban con difuntos, la gente optaba por el silencio.

“Hemos visto casos, principalmente en los corregimientos más apartados, donde la gente nos ha dicho: ’en tal bóveda está enterrado fulano de tal’. Es decir, hay personas que dicen saber la identidad del NN, pero que en su momento les dio miedo reconocerla. Eso es lo que buscamos, aportarle a la búsqueda de la verdad, primero con información estadística y luego con información científica”, agrega Valencia.

Sin embargo, la tarea no será nada fácil, a juzgar por los primeros hallazgos del Observatorio. De acuerdo con Juan José Moncada, director de Derechos Humanos y DIH del Observatorio y coordinador de la investigación, no existe un registro unificado, consistente y coherente que permita saber con exactitud cuántos muertos fueron declarados como NN en los últimos 23 años.

“Hay toda suerte de inconsistencia, incongruencias y laxitudes con el manejo de esos cadáveres, tanto en su registro inicial, como en su seguimiento y su disposición final después de que cumplen los cinco años en un cementerio y parten hacia los osarios comunes donde terminan por desaparecer”, señala Moncada.

Según normas emitidas en 1916, todo cuerpo llevado a un cementerio debe contar con una necropsia médico-legal emitida en este caso por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses; posterior a ello, debe emitirse un certificado de defunción para el DANE y una licencia de inhumación, documentos necesarios para la elaboración del certificado civil de defunción que, en última instancia, constituye el reconocimiento legal de muerte todo individuo.

Dicha normatividad también exige a los despachos parroquiales llevar un registro histórico y minucioso sobre los cadáveres identificados y no identificados que llegan a los cementerios, así como una adecuada disposición de los cuerpos sin identificar en los osarios comunes.

“Pero se encuentran muchas inconsistencias en ese sentido. Hay un gran desorden frente a esa situación que no lo conocíamos, no lo dimensionábamos, sólo ahora que lo abordamos y que lo encontramos”, asegura Moncada.

¿Cuantos NN son entonces?

Los registros iniciales del Observatorio indican que desde 1985 a la fecha fueron inhumados cerca de mil cadáveres como NN. Lo preocupante es que por lo menos la mitad de ellos no podrán ser identificados pues dada la rotación de cuerpos que se da en los cementerios, muchos restos fueron a parar a osarios comunes sin ningún tipo de clasificación o cuidado en su disposición final.

Aunque los avances que muestra la ciencia forense ofrece alguna luz de esperanza al respecto, los esfuerzos de la investigación se centran, por ahora, en la documentación inicial y posterior proceso de identificación de casi 400 cuerpos declarados como NN que aún reposan en las bóvedas de los cementerios y en algunos osarios comunes.

Un punto de partida para esta identificación será el municipio de Rionegro. Dicha localidad posee el mayor número de cadáveres registrados como NN. Según datos del Observatorio, sólo en el año 2003, en pleno desarrollo de la Operación Marcial, una de las avanzadas contrainsurgentes más grande de la historia en el Oriente adelantada por la Cuarta Brigada del Ejército, llegaron al cementerio de Rionegro 88 cadáveres clasificados como NN.

“Hubo un mes en el que llegaron más de 22 cadáveres. Los traía el ejército luego de combates con supuestos guerrilleros dados de baja en todo el Oriente. Pero el número de cuerpos enterrados sin identificar también es muy alto en municipios como San Carlos, San Rafael, La Unión y Granada”, añade Moncada.

Por fortuna, la investigación ha despertado el interés de otras entidades como el Instituto de Medicina Legal, el Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía, la Universidad de Antioquia y la Gobernación de Antioquia entre otros, que se han unido a esta búsqueda por la verdad.

“Nuestra intención es que llegar a una fase en la que, por ejemplo, una señora reconozca que su familiar está enterrado como NN en la bóveda tal del cementerio tal, podamos, a través de Medicina Legal y el CTI de la Fiscalía, hacer las pruebas de rigor de la mecánica forense y determinar que dicha persona es quien se presume que es”, explica el Coordinador del Observatorio.

Para Valencia, procesos como éste no sólo permitirán dimensionar la tragedia social que dejó el conflicto armado en el Oriente antioqueño, sino que también le permitirán a los muertos y a sus familias, recuperar su dignidad.

“En el imaginario colectivo, el NN es un guerrillero y desaparecido es alguien que algo hizo mal. Por fortuna, esos imaginarios están cambiando con muchas actividades y la investigación es una de ellas. Esto está motivando a la gente, que se está sobreponiendo al miedo y viene denunciando e indagando por la suerte de los seres queridos que perdió durante el conflicto”, señala Valencia.