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Debate
Cese del fuego bilateral y seguridad
Llegar al cese del fuego bilateral definitivo y dedicarnos a la paz es el más grande desafío
Francisco de Roux / Miércoles 21 de enero de 2015
 

La decisión del Presidente de empezar a estudiar el desescalamiento del conflicto en la perspectiva del cese del fuego bilateral ha causado la preocupación de que se afecte la seguridad y se desanime a las Fuerzas Armadas del Estado.

Hay que abordar esta preocupación legítima con seriedad. En primer lugar, para recordar que las negociaciones de La Habana se emprendieron precisamente para llegar al acuerdo bilateral de terminar la guerra y acabar con las armas en la política.

En segundo lugar, para tener presente que la seguridad es uno de los principales fines de esta negociación. La guerra salvaje, cargada de odio, es el ojo del huracán que azota la vida de Colombia y el combustible de muchas otras violencias que de allí se nutren. Por eso, el Estado pone cada año billones de pesos de los contribuyentes en la guerra, y la guerrilla financia las armas con la extorsión y la ilegalidad, mientras los empresarios y ricos gastan fortunas en protección privada. Terminar la guerra no significa acabar inmediatamente con todas las incertidumbres, pero sí destruir la causa fundamental de la inseguridad.

En tercer lugar, hay que considerar lo más importante: el drama humano. “Paren esa guerra”. “Párenla de todos los lados”. “Párenla ya”. Fueron gritos de cerca de 20.000 pobladores de las zonas de conflicto reunidos en Barrancabermeja en agosto del 2010. Igual petición repitieron las víctimas en La Habana e insistieron en que la gran reparación que esperaban era la terminación de la tragedia de masacres, secuestros, ‘falsos positivos’ y jóvenes que mueren en combates. Barbarie que mientras continúe pone en cuestión la dignidad de todos nosotros en Colombia.

En cuarto lugar, cabe recordar las precisiones hechas por el general Naranjo, hombre de confianza del país, cuando explica los propósitos de la comisión de hombres de altísimo nivel que establece las condiciones para ir avanzando hacia el cese bilateral: no más niños en la guerra, verdad sobre desaparecidos, erradicación de minas antipersonales y otras, sucesivamente. Evidencia de que la comisión avanzará hacia el cese bilateral, con plena confianza y buen ánimo de las Fuerzas Armadas del Estado, si y solamente si se profundiza, amplía y consolida la tranquilidad de las ciudades y los campos de la nación.

Obviamente, el fin del conflicto armado significará otras tareas para el Ejército de Colombia y un cambio de todos los participantes en este conflicto, para convertirse en constructores de la paz regional, que dentro de la justicia restaurativa reconstruyen los territorios que fueron de la guerra, y contribuyen a la transformación del Estado.

En quinto lugar, cabe resaltar la conversión ética que lleva a la guerrilla a abandonar la justificación de la guerra para aceptar que lo revolucionario es hacer, en democracia, los cambios necesarios para la paz; conversión que termina también con cualquier justificación del paramilitarismo, más violento en masacres y más corrosivo del Estado en la vinculación de políticos y estamentos de las Fuerzas Armadas. Ya no queda motivo válido para continuar una guerra injusta que solo produjo la tragedia macabra e insoportable.

Llegar al cese del fuego bilateral definitivo y dedicarnos a la paz desde los territorios es finalmente el más grande de los desafíos que tenemos los colombianos: creer en nosotros mismos. Confiar en que somos capaces de construir a partir de los errores que todos hemos cometido. A partir de los dolores, las impunidades y deslealtades que nos hemos dado. A partir de las mentiras que nos hemos dicho, para consolidar, respetando nuestras diferencias, la fraternidad que nos debemos en verdad y justicia.

* Tomado de El Tiempo