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Importancia del agro en la economía
En una serie de artículos en esta columna, nos proponemos profundizar en algunos de los aspectos más destacados por las tesis del XI Congreso de Fensuagro en el ámbito económico.
Carlos Fernández / Domingo 1ro de marzo de 2015
 

El Comité Ejecutivo de la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro) convocó al XI Congreso Nacional de la Federación, a realizarse en Bogotá D.C. del 6 al 9 de junio. Para el efecto, entregó a sus afiliados unas tesis de discusión que presentan un panorama amplio sobre la situación del agro en las actuales condiciones del desarrollo económico del país, así como el estado del movimiento campesino luego de la importante movilización que representó el paro del año 2013. En una serie de artículos en esta columna, nos proponemos profundizar en algunos de los aspectos más destacados por las tesis en el ámbito económico.

Importancia del agro

Las tesis señalan que, en el año 2013, el sector agropecuario representó tan sólo el 6,2% del producto interno bruto (PIB) nacional. Profundizando esta información en el tiempo, se puede ver que el agro ha visto disminuir su importancia dentro de la economía nacional, de manera sostenida, en los últimos 14 años. En efecto, en el gráfico siguiente, se puede apreciar cómo tal participación decae a partir del año 2000. Para la elaboración del gráfico, se han utilizado los datos referentes al período enero-septiembre de cada año.

¿Qué significa este descenso?

La disminución de la importancia del sector agrario dentro de la producción total es un fenómeno normal en el desarrollo de la economía capitalista. En principio, ella obedece al hecho simple de que otros sectores productivos, en particular la industria, se desarrollan de una manera más acelerada que el crecimiento del agro, lo cual constituye una característica típica del desarrollo capitalista. Pero, ¿es eso lo que pasa en Colombia? Si observamos el comportamiento del PIB industrial durante el mismo período de lo observado para el agro (2000-septiembre 2014), vemos que la participación de la industria disminuye, también, respecto al producto total.

En efecto, sólo en dos años de este período (2001 respecto a 2000 y 2004 respecto a 2003), el crecimiento del producto industrial fue superior al del producto total. Lo mismo pasó con el sector agropecuario, cuyo crecimiento fue superior al del producto total, también, en sólo dos años del período, a saber: 2002 respecto a 2001 y 2013 respecto a 2012.

Estamos, pues, ante una economía deformada por la dependencia y el atraso, que se caracteriza por su tendencia a darle prelación a los sectores encargados de la circulación de las mercancías (finanzas, comercio, transporte y almacenamiento) más que a los encargados de generar el valor y la riqueza material que caracterizan una economía próspera.

¿La tierra no vale nada?

En el caso particular del agro, no es que, como irresponsablemente dijo en televisión el director de Razón Pública, Hernando Gómez Buendía, «la tierra ya no vale nada» sino que, justamente, es en estos momentos en que la tierra adquiere una enorme importancia para capitalistas nacionales y transnacionales que buscan explotar tanto los recursos del suelo como los del subsuelo, en una orgía inversionista que planea sobre el territorio nacional, incluidas las zonas de mayor biodiversidad, y a la que le han abierto el camino tanto los gobiernos de Uribe como los de Santos.

Claro que el señor Gómez Buendía hizo tal afirmación como una manera de minimizar las negociaciones de La Habana entre el Gobierno nacional y la guerrilla de las FARC-EP para darle mayor realce a lo que sería una eventual negociación con el ELN, en la cual, según él, se tocarían los temas de fondo como el de la política petrolera.

No comprende (o se hace el que no comprende) que el uso del suelo es un tema único que, dependiendo de la orientación de política que se le dé, contribuirá a lograr la soberanía alimentaria y una explotación racional y cuidadosa con el medio ambiente de los recursos del subsuelo o, de prevalecer los intereses de los inversionistas, arrasarán con la biodiversidad de nuestro país y obtendrán pingües ganancias a costa de nuestro patrimonio natural.