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Campesinos del Alto Sinú al borde de una crisis humanitaria
El Día / Domingo 15 de marzo de 2015
 

Alrededor de 330 campesinos permanecen en Campamento de refugio humanitario en el corregimiento Puerto Frasquillo, municipio de Tierralta (Córdoba). Reclaman atención prioritaria por parte de las autoridades regionales y nacionales. Piden dos aspectos fundamentales: un mejor servicio de educación y que cese la estigmatización contra ellos que se refleja en el excesivo control de la fuerza pública.

Este lugar se encuentra en inmediaciones del parque nacional Nudo del Paramillo, la zona rural de Córdoba y la represa de Urrá. Los grupos insurgentes utilizan puntos del parque, que es reserva natural, para sembrar cultivos de uso ilícito, por lo cual, el ejército ejerce control permanente en la zona. El problema es que ese control se torna extremo, especialmente cada año cuando se realiza el dragado del río Sinú a orillas de la represa.

Entonces los campesinos se ven sometidos a un bloqueo económico por el control para subir y bajar por el río, canal de trasporte y fuente de alimentación. Las veredas son militarizadas y el ejército se mantiene en los bordes de las casas. La gente no puede salir por el miedo y la preocupación. Los militares los llaman y los tratan como “insurgentes”.

En medio de la selva, Puerto Frasquillo es el primer vistazo de urbanismo. Allí permanecen los campesinos con preocupación porque en la mayoría de las casas quedaron solas las mujeres y los niños que quieren irse al campamento. Exigen garantías para la población y que pare el maltrato sicológico al campesinado.

“Estamos por un tiempo indefinido porque queremos que la gobernación de Córdoba y con el alcalde del municipio de Tierralta nos abran una mesa de concertación como con los demás campesinos del sector agrario. A ellos no les han importado las propuestas que le hemos llevado y las opiniones de nosotros no vale nada para ellos”, expuso Rufino González, de la junta directiva de la Asociación Campesina para el Desarrollo del Alto Sinú –Asodecas-

A lo anterior se suman las deficiencias educativas, González relata que “no tenemos un maestro en el territorio (son más de 100 veredas). No podemos recibir una inversión social desde que se formó el parque Paramillo en 1977, porque dicen que estarían dañando el ecosistema. Pero dentro de la zona de amortiguamiento sí hay cantidades de glifosato que envía el ejército para acabar con los cultivos ilícitos, pero los cultivos que se mueren son los de los campesinos”.

Hacen un llamado a las organizaciones sociales y comités defensores de derechos humanos para el acompañamiento por la grave situación humanitaria que presentan miles de familias en el Alto Sinú.