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Análisis de opinión
La coyuntura de la paz
Horacio Duque Giraldo / Domingo 22 de marzo de 2015
 

No es que la paz este de un cacho pero tiene mucho cuerpo, siendo un hecho objetivo que gravita todos los ámbitos de la sociedad y el Estado. El tiempo de las conversaciones transcurre y el sentido político del mismo amplia su significado en la dirección de la superación definitiva de la guerra y del conflicto social y armado. La Mesa de La Habana muestra sus virtudes pues la misma es un catalizador que remueve asuntos estancados como el de la justicia para descubrir las interioridades de su letal podredumbre, tal como lo retrata el “caso Pretel”.

Ciertamente, con casi tres meses del nuevo año, los cambios indican que no estamos en los peligrosos momentos que acompañaron el asunto del general Rubén Dario Alzate en el Departamento del Choco, con sus desestabilizadoras proyecciones en los diálogos de La Habana.

Hoy son otros los temas y otros los resultados que se desprenden del funcionamiento del instrumento de encuentro y consensos diseñado por el Acuerdo especial de La Habana oficializado en el mes de noviembre del año 2012.

1. Los sentidos del tiempo

La paz “ad infinitum”, sin límites y repetitiva, no hace parte de las premisas de la delegación revolucionaria. Pero, ante la premura de Santos y su equipo, siempre es mejor recordar que las cosas deben ocurrir cuando las condiciones estén dadas. Bien pudiera hoy firmarse un acuerdo general si el gobierno diera muestras de agilidad en la remoción de los obstáculos que afectan la construcción de la paz con justicia social y democracia. Al respecto, Todd Howland, jefe de la ONU en Colombia, ha dicho que la negociación con Farc puede durar dos años más. Por lo complejo de los temas que faltan, como la justicia, las armas, la refrendación y la reincorporación política, considera que el acuerdo final se daría en dos años más, contrario a los repetidos anuncios del Gobierno de que “este año sí”, expresados desde que se sentó a dialogar con la guerrilla en 2012, en Cuba.

“Este proceso avanza según el promedio de otros procesos en el mundo, hay acuerdos en tres temas de la agenda y otros para el desescalamiento de las hostilidades. Yo considero que hay dos posibilidades, según nuestra experiencia comparativa: puede tomar más momentos en razón a acciones de desescalamiento de hostilidades hacia un cese el fuego bilateral, que pueden ayudar a generar más confianza para temas difíciles que se aproximan como la justicia transicional, el fin del conflicto y la desmovilización. También hay buen desarrollo por la presencia de los militares. Pero no puedo crear expectativas falsas porque estos procesos son difíciles y por eso creo que terminar con éxito la negociación sería en el año 2017. Más allá puede ser desgastante y perjudicial por pérdida de apoyo social” (Véase artículo relacionado).

En esta materia, para el Presidente Santos no es saludable moverse a punta de cábalas e informes de inteligencia fantasiosos. Siempre es mejor atenerse a los hechos y a las realidades concretas que se desprenden de los avances y consensos consolidados.

2. Desescalamiento y cese bilateral y definitivo al fuego y de hostilidades

El cese al fuego unilateral decretado por las Farc completa varios meses y la sensación general es la de un virtual fin de la guerra. Las decisiones sobre el tema de los menores, los acuerdos y avances en el desminado y la orden de suspender bombardeos, no obstante el crónico dislate de Minguerra, aportan al objetivo general del cese bilateral definitivo. Un evento de tal magnitud no se da por sorpresa, agota pasos. Es un desescalamiento paulatino y ordenado. Es un aprendizaje que deben hacer las partes. Sin duda, lo hacen. Ojala prime la buena fe en las esferas oficiales.

3. Los respaldos internacionales a la paz

Los diálogos de paz han tenido, desde sus primeros momentos, acompañamientos internacionales de gran valor, como los aportes de Cuba, Venezuela, Chile y Noruega. Ese respaldo ha ganado recientemente nuevos elementos. Estados Unidos nombro como enviado especial para la Mesa al señor Aronson. España ha hecho un compromiso para intervenir en el Consejo de Seguridad de la ONU con el fin de encontrar una salida al máximo nivel para los complejos aspectos en materia de justicia.

4. La Comisión asesora de paz

El nombramiento de la Comisión asesora presidencial de paz, no obstante los evidentes vacios que presenta por la ausencia de los movimientos sociales en su composición, es un buen acontecimiento político. Le suma a la paz, a pesar del sesgo partidocratico. Clara López y los dos millones de votos aportados a la paz deben hacer valer el enfoque transformador de los movimientos populares partidarios de la paz democrática y transformadora.

5. La Asamblea Constituyente

Es hora de retomar la propuesta de la Asamblea Constituyente como acto fundacional de un nuevo régimen político que haga efectiva la democracia ampliada pactada en los acuerdos sobre participación política y garantías para las fuerzas políticas que emerjan con la realidad de la paz.

Una Asamblea Constituyente es el espacio conveniente para abordar los graves problemas que afectan a la denominada justicia liberal, puestos dramáticamente en evidencia con el caso del Paramagistrado (que no es el único) Jorge Pretel, una verdadera lacra feudal enquistada en las instituciones encargadas de administrar justicia.

Cierro. Vivimos otro momento de la paz. Hay avances tangibles cuyos efectos políticos deberían verse reflejados en el proceso de elección de alcaldes y gobernadores que entrará en momentos de efervescencia, después de los días de Semana Santa. Lo lógico es que todos los actores involucrados en los diálogos de paz hagan sentir su interés se involucren en las alianzas y acuerdos para que las votaciones del 25 de octubre sean un sonoro respaldo a la Nueva Colombia sin la guerra y la violencia de los poderosos clanes oligárquicos.