Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Un día como hoy fue asesinado, en El Salvador, Óscar Arnulfo Romero
Agencia Prensa Rural / Martes 24 de marzo de 2015
 

Hace 35 años murió asesinado, en San Salvador, a los 62 años, el sacerdote Oscar Arnulfo Romero, quien fue abaleado mientras oficiaba misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia.

Romero fue célebre por las denuncias que hacía en las misas sobre las numerosas violaciones a los derechos humanos, manifestando públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política en su país.

Los funerales, celebrados en la Catedral Metropolitana de San Salvador, se convirtieron en una batalla campal en la que las fuerzas de seguridad acometieron contra miles de salvadoreños concentrados en la plaza de la catedral.

Los homicidas fueron los escuadrones de la muerte, al mando del exmayor del ejército Roberto D´aubuisson Arrieta.

El homenaje de Blades

El Padre Antonio y el Monaguillo Andrés es una canción de Rubén Blades y Seis del Solar que forma parte del álbum Buscando América de 1984. El tema está basado en el asesinato del arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, que fue perpetrado el 24 de marzo de 1980 en la ciudad de San Salvador.

¿Quién era?

Óscar Arnulfo Romero y Galdámez (Ciudad Barrios, El Salvador, 15 de agosto de 1917 — San Salvador, (Id.), 24 de marzo de 1980) conocido como Monseñor Romero, fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral.

¿Por qué lo mataron?

En octubre de 1979, Romero, recibió con cierta esperanza las promesas de la nueva administración de la Junta Revolucionaria de Gobierno, pero con el transcurso de las semanas, volvió a denunciar nuevos hechos de represión realizados por los cuerpos de seguridad.

Un día antes de su muerte, hizo un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño:

"Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión".

Un disparo hecho por un francotirador impactó en su corazón, momentos antes de la Sagrada Consagración. Sus restos mortales descansan en la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador. En 1993 la Comisión de la Verdad, organismo creado por los Acuerdos de Paz de Chapultepec para investigar los crímenes más graves cometidos en la guerra civil salvadoreña, concluyó que el asesinato de Monseñor Óscar Romero había sido ejecutado por un escuadrón de la muerte formado por civiles y militares de ultraderecha y dirigidos por el mayor Roberto d’Aubuisson, (fundador del Partido ARENA) y el capitán Álvaro Saravia, el cual, años más tarde confesó en una entrevista periodística su participación junto con importantes miembros empresariales del país, señalando a Mario Ernesto Molina Contreras, hijo del ex-presidente Arturo Armando Molina y a Roberto d’Aubuisson entre otros.