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A la calle el 9 de abril
Porque luchamos por la vida, los comunistas participaremos de esta movilización y de todas aquellas que contribuyan a aunar fuerzas para transformar esta sociedad carcomida por los bárbaros que, en su afán de acumulación, han convertido a Colombia en un sangriento campo de batalla.
Alfonso Conde Cotes / Jueves 9 de abril de 2015
 

El proceso de paz no ha alcanzado aún el punto de su irreversibilidad. Sus enemigos, aquellos que por sus intereses de clase generaron y sostienen el conflicto, cuentan con el concurso abierto de parte importante de esos militares en retiro (y no se sabe de cuántos activos), en su momento adoctrinados por los “halcones” norteamericanos, y de sus instrumentos paramilitares cada vez más reactivados.

El papel del gringo es y ha sido determinante en la agudización del conflicto colombiano. Ya hace demasiados años, Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo liberal asesinado aquel otro 9 de abril de 1948, denunciaba la amenaza de invasión de nuestro territorio por los marines para “defender” los intereses norteamericanos representados en la empresa bananera United Fruit Company, afectada por una huelga de sus trabajadores que exigían el pago de salarios. La masacre cometida a instancias del imperio por el ejército colombiano en Ciénaga (Magdalena), nunca juzgada, marcó la consolidación de una política de confrontación de clases, a sangre y fuego, cuyas víctimas siempre fueron los desposeídos.

Por cuanto sus intereses particulares eran favorecidos por la forma imperialista de acción, los señores de la tierra colombiana adoptaron la violencia como método para su acumulación y construyeron la idea de su derecho divino a poseer, despojando a la población de sus haberes. Y… hasta se lo han creído.

Hoy el despojo continúa. Los actores principales han diversificado sus intereses específicos que ahora abarcan, junto con el banano, la producción de agrocombustibles y los recursos no renovables como los provenientes del petróleo y la minería. A la sombra de este proceso, los grandes poseedores de medios de producción de todos los sectores de la economía se han beneficiado directa o indirectamente del debilitamiento de los trabajadores, causado por la agresión de clase, acentuando, con poca respuesta organizada, el nivel de explotación.

En medio de las conversaciones entre el gobierno y parte de la insurgencia, reviven las agresiones y las amenazas contra el movimiento popular. Por todos los medios quieren crear hechos que rompan la búsqueda de acuerdos por la paz, mientras el gobierno oscila entre posturas que parecen favorecer el proceso y las otras que estimulan a la ultraderecha. Se requiere la cohesión popular que presione al gobierno hacia la conclusión del proceso como la única vía factible para la construcción de una nación sostenible, con la posibilidad de construir un futuro digno para todos.

Los enemigos de la paz son los enemigos del pueblo colombiano. Su aislamiento, conducente a la pérdida de su poder político y su consecuente capacidad de conducir los destinos de la sociedad, es una necesidad nacional y constituye tarea primordial de todos los colombianos.

A ese aislamiento contribuye la manifestación pública de la ciudadanía en favor de un proceso que se encamina hacia la construcción de la paz con justicia social. No es cualquier tarea. Se trata de la vida de los colombianos.

Este próximo 9 de abril, en muchas ciudades de Colombia y en varios países del mundo, se realizará la movilización por la memoria, por la paz y en solidaridad con las víctimas del conflicto, en apoyo a las negociaciones que se conducen en La Habana y por la refrendación popular de los acuerdos que se están construyendo. Se enfatizará la necesidad del cese bilateral del fuego y de la formalización de la discusión entre el gobierno y las otras fuerzas insurgentes, hasta ahora excluidas del proceso. Se ofrecerá, igualmente, un homenaje a las víctimas de este conflicto, casi tan largo como la historia de Colombia.

Porque luchamos por la vida, los comunistas participaremos de esta movilización y de todas aquellas que contribuyan a aunar fuerzas para transformar esta sociedad carcomida por los bárbaros que, en su afán de acumulación, han convertido a Colombia en un sangriento campo de batalla. Juntos, los colombianos lograremos frenar las agresiones.