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XI Congreso de Fensuagro: Comercio exterior agropecuario
El proyecto de Plan Nacional de Desarrollo plantea, ante la disminución de las exportaciones y el incremento de las importaciones agropecuarias y agroindustriales, la aplicación de medidas que «aprovechen» la existencia de los distintos tratados de libre comercio suscritos por Colombia
Carlos Fernández / Domingo 19 de abril de 2015
 
El país se ha convertido en un importador de café para cumplir compromisos internacionales.

El café fue el producto por excelencia que permitió generar procesos de industrialización y de desarrollo en el país. Gracias a las exportaciones del grano, fue posible disponer de las divisas que permitieron importar los medios de producción para lograr la precaria industrialización. Dentro de los análisis sobre el sector agrario con miras a la discusión del XI Congreso de Fensuagro, analizaremos hoy el comercio exterior de productos agropecuarios y agroindustriales, y su importancia para el campesinado y el proletariado agrícola.

La política económica gubernamental tiene como eje de operación el incremento permanente de las exportaciones de todo tipo, en desmedro del mercado interno. En desarrollo de ella, se han elaborado programas de diversos nombres, con los que se ha buscado, de un lado, disminuir la dependencia del café y, de otro, diversificar las exportaciones, pretendiendo que las de la industria manufacturera adquirieran mayor importancia.

El primer objetivo se ha logrado ampliamente. El café pasó de representar el 47,3% de las exportaciones agropecuarias durante el período 1991-1993 al 32,6% entre 2011 y 2013. El crecimiento promedio anual entre los dos períodos fue de 2,8% en términos de valor pero fue de -2,9% en términos de volumen.

Este proceso se llevó a cabo mediante una política estricta de «descafeinización» de la economía colombiana que implicó el desmonte de muchas fincas cafeteras durante el gobierno de César Gaviria hasta la renovación reciente de los cafetales en zonas diferentes al Eje Cafetero, producto de una elevación de precios previa al paro agrario, seguida de un descenso que, bajo la presión de las organizaciones campesinas cafeteras, obligó al gobierno de Santos I a establecer un subsidio que ha vuelto a ser desmontado en razón de una nueva recuperación de los precios. El hecho de fondo a este respecto es que el país se ha convertido en un importador de café para poder cumplir los compromisos adquiridos en el mercado internacional.

El segundo objetivo no se ha cumplido. Las exportaciones del sector de la industria manufacturera pasaron de representar el 53,8% en el año 2000 al 35,6% en el año 2014. Esta disminución de las exportaciones industriales dentro del conjunto de las exportaciones se ha dado gracias a la preponderancia de las exportaciones del sector minero-energético y como producto de un proceso de desindustrialización del cual dan cuenta, incluso, organismos de investigación económica de la burguesía como ANIF.
Importaciones agropecuarias y soberanía alimentaria

En lo que tiene que ver con las importaciones agropecuarias y agroindustriales, su importancia en valor ha, también, disminuido, aunque no al ritmo de las exportaciones, al pasar del 13,3% en el año 2000 al 9,8% en 2014.

Al señalar esta pérdida de importancia en la participación de las importaciones agropecuarias y agroindustriales en el conjunto de las importaciones del país, no se puede soslayar el fenómeno del aumento en volumen de las importaciones agropecuarias y agroindustriales. En efecto, éstas pasaron de 1’124.382 toneladas en 2007 a 1’400.756 en 2014. Esta estadística es la ilustración de un grave fenómeno que afecta a nuestra población: la creciente dependencia alimentaria del país.

El proyecto de Plan Nacional de Desarrollo plantea, ante la disminución de las exportaciones y el incremento de las importaciones agropecuarias y agroindustriales, la aplicación de medidas que «aprovechen» la existencia de los distintos tratados de libre comercio suscritos por Colombia para aumentar las exportaciones y disminuir las importaciones. O sea, más apertura para corregir los efectos nefastos de la apertura económica.