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El fantasma de las multinacionales y transnacionales en el Tolima (VIII)
Hay una presión infernal contra los campesinos que se oponen a las transnacionales, sobre todo los líderes son constantemente estigmatizados y amenazados. La tenaza Estado-transnacional se hace sentir y con qué fuerza descomunal. Se impone el terrorismo de Estado.
Nelson Lombana Silva / Jueves 7 de mayo de 2015
 

En enero de 2013, un grupo de cajamarcunos tomó un lote improvisando casuchas de cartón cerca al puente de Cajamarca (Tolima), retando la represión militarista y sobre todo el criminal Esmad. Al ser preguntada la razón que los llevó a tomar esta determinación, la respuesta fue prácticamente generalizada: “El arriendo se disparó en este municipio”. Los megaproyectos de la Colosa, el túnel de La Línea y la doble calzada dispararon la carestía en la comarca. Una habitación que antes costaba en promedio $50 mil o $70 mil, ahora vale entre $260 mil y $300 mil. Además, lo primero que pregunta el dueño del inmueble es cuántas personas son.

La autoridad municipal –más complaciente con las multinacionales y transnacionales– deja a la deriva a la población, la deja sin protección y a merced del rapaz capitalismo, el cual se mueve como Pedro por su casa, sin Dios ni ley, enterrando sus afiladas garras contra una sociedad inerme, incomunicada, alienada y atemorizada.

Hay una presión infernal contra los campesinos que se oponen a las transnacionales, sobre todo los líderes son constantemente estigmatizados y amenazados. La tenaza Estado-transnacional se hace sentir y con qué fuerza descomunal. Se impone el terrorismo de Estado.

En septiembre de 2011, el batallón Cisneros de la Octava Brigada del Ejército Nacional distribuyó panfletos en la zona con nombres de supuestos guerrilleros de las FARC-EP, invitándolos a que se desmovilizaran. Sin embargo, muchos nombres que figuraban en este panfleto son en realidad campesinos honestos y trabajadores del cañón de Anaime, campesinos que se vienen oponiendo decididamente a estas transnacionales. Varios se vieron precisados a desplazarse de la zona.

Algunos campesinos elevaron la queja por esta arbitrariedad. “El coronel Marco Evangelista Pinto Lizarazo, comandante de la brigada, afirmó que este hecho era una coincidencia. Además aconsejó: ‘Las personas que se sientan afectadas porque aparece su nombre en un panfleto, es bueno que sepan que hay bandidos de las FARC que están utilizando ese nombre y se pueden ver afectados’” [1].

Mentira. Tal versión no fue creída por la comunidad. Incluso Cristina Pardo, líder de derechos humanos, dijo sobre el particular: “Se está tejiendo toda una estrategia para asustar a la gente, para que dejen su resistencia, es lo común en esto” [2]. Es lo que se conoce clásicamente como “terrorismo de Estado”, que ha sido tan común en Colombia en distintos períodos históricos.

El colectivo social ambiental juvenil cajamarcuno ha sido constantemente hostigado por la Policía de la localidad, sobre todo cuando ha organizado talleres; los participantes son llevados abusivamente al cuartel con el supuesto cuento de mirar sus antecedentes, lo cual también se tipifica como terrorismo de Estado. La Fuerza Pública al servicio de la transnacional Anglogold Ashanti.

Los periodistas también son hostigados, sobre todo los que son honestos y responsables. “La periodista Alma Liliana Sánchez, que trabajaba para el periódico tolimense El Nuevo Día, reporta haber recibido una llamada intimidante después de publicar un artículo crítico” [3]. Hasta funcionarios de la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima) han recibido amenazas y presiones indebidas, señala la investigación de la Universidad del Tolima.

La transnacional africana Anglogold Ashanti, al parecer, viene utilizando los medios más innobles para satisfacer sus intereses avaros e imperialistas, con la complicidad abierta y descarada de la oligarquía colombiana, liderada en estos momentos por el presidente de la república, Juan Manuel Santos Calderón. He ahí por qué no se puede separar la lucha ambiental de la lucha política. Resulta un craso error, porque la presencia de las multinacionales y transnacionales es ante todo producto de decisiones políticas.

En esta lucha por la defensa del medio ambiente y los recursos naturales no se puede ser ni apolítico, ni neutral, ni apoyar a la derecha. No se es coherente con estar en defensa del medio ambiente y apoyar a los mismos con las mismas. Toda la desgracia que se viene encima contra la naturaleza tolimense salió ante todo del Congreso y la Presidencia de la República. La salida es por la izquierda, en consecuencia. Hay que cerrar filas para tomar concejos municipales, alcaldías, asambleas y gobernaciones. De lo contrario, estamos condenados a otros cien años de soledad, como bien lo dijera Gabriel García Márquez.

[1La Colosa: Una muerte anunciada. Informe alternativo acerca del proyecto de minería de oro de Anglogold Ashanti en Cajamarca, Tolima, Colombia. Universidad del Tolima. Página consultada 144.

[2Ibíd. Página consultada 144.

[3Ibíd. Página consultada 145.