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Entrevista
Fin del conflicto: Entre militares se avanza más rápido
En cinco de los siete temas hay preacuerdos en la subcomisión para el fin del conflicto
Hernán Camacho , Isa Meza / Sábado 10 de octubre de 2015
 

En medio de una agitada agenda de reuniones, el jefe de la subcomisión técnica para el fin del conflicto, el comandante Carlos Antonio Lozada, pudo conversar con VOZ, horas después de la firma del acuerdo para la creación de una Jurisdicción Especial para la Paz. Dice que las FARC-EP tienen un compromiso con el pueblo colombiano de alcanzar un acuerdo para construir la paz con justicia social y por eso su actividad en La Habana, tiene una prioridad: encontrar fórmulas de entendimiento para no empantanar discusiones tan álgidas como los temas militares. Su mandato fue acelerar los acuerdos para desescalar el conflicto.

–Comandante, queríamos iniciar preguntándole ¿Cuál es el ambiente de discusiones en la subcomisión para la terminación del conflicto?

–Desde el primer momento que empezó a trabajar la subcomisión para la terminación del conflicto, el ambiente ha sido muy positivo, hay que decir que siempre ha habido respeto, nivel y altura en el tratamiento de las diferencias. Eso ha facilitado el trabajo de la Comisión. A pesar de habernos enfrentado en el campo de batalla, no ha existido un altercado considerable, aunque las discusiones han sido muy fuertes, pero siempre en el marco de la tolerancia. En el ciclo que comienza completamos ya seis meses de trabajo continuo y un primer balance hecho conjuntamente muestra que ganar confianza es la llave para construir. Una confianza edificada sobre bases de transparencia y franqueza. Y eso ha servido para que se solidifiquen resultados en la subcomisión. Lo que muchos analistas enemigos del proceso no esperaban es que entre militares pudiéramos trabajar y entregar resultados.

Avances

–Hablemos del concepto de “fin del conflicto”. Evidentemente hay diferencias de apreciaciones al respecto. Explíquenoslas.

–Para el Gobierno nacional y sus negociadores, la finalización del conflicto armado es un hecho simple y consiste en que la guerrilla se desarme. Nosotros estamos diciendo que el fin del conflicto es más complejo porque abarca un hecho histórico, elementos de orden económico, político, social y ambiental. Esa diferencia es muy grande. Ellos dicen que el conflicto se origina por el alzamiento armado de unos individuos, fruto de la influencia de una ideología extranjera que se levantó contra los Estados. Eso hace que los enfoques de la solución sean muy diferentes. La visión del Gobierno es también distante a la nuestra a la hora de evaluar el inicio del proceso de La Habana, la delegación del Gobierno estaba convencida de que llegaban a la mesa para derrotar a la guerrilla y que la insurgencia debía tener una dinámica de rendición y eso no es así. El proceso de La Habana y la dinámica de sus discusiones han variado para bien, al punto de haber logrado acercar las visiones y construir acuerdos previos para el cese al fuego bilateral.

–Es decir, una verdadera negociación, no imposición.

–Todo ha sido construcción colectiva. Ni ellos ni nosotros hemos llegado a imponer sino a discutir visiones y eso ha hecho que los avances en el trabajo se puedan palpar. Las dos delegaciones en la subcomisión para la terminación del conflicto han entendido que tenemos un mandato y es el acuerdo para el fin del conflicto y la dejación de armas. Y sobre esa base ambas partes expusimos lo que creíamos debía tener el acuerdo y recogimos todos los elementos, los agrupamos por afinidad y es la guía de trabajo que nos ha permitido el avance en estos meses.

Desencuentros

–Esa guía ¿cómo está diseñada?

–El acuerdo está estructurado en siete capítulos y sobre ellos hemos tenido dificultades pero enormes avances. En este momento tenemos diferencias por resolver en dos capítulos, en los demás ya hay preacuerdos. Estamos trabajando en los protocolos de acuerdos y en definiciones de cese al fuego, la forma del anuncio, qué efectos comprendería el cese al fuego, monitoreo y verificación, la logística, la seguridad, los dispositivos en el terreno.

–¿Cómo fue la dinámica para hacer efectiva la premisa de avanzar en La Habana y desescalar en Colombia?

–Nosotros iniciamos un mini ciclo en cada ciclo y hoy preferimos trabajar al tiempo todos los mini ciclos de la subcomisión y eso hace que se avance en muchos temas que resultan definitivos para los acuerdos, que en este caso son protocolos.

–El modelo de acuerdo de justicia se dice es único en el planeta. ¿Se prevé un acuerdo especial para el fin del conflicto?

–Sin duda es novedoso. Tanto ellos como nosotros coincidíamos que el acuerdo debe estar enmarcado en la realidad del conflicto armado colombiano. Aquí hay que decir que varios miembros de la sub comisión del Gobierno tuvieron mucho tiempo para prepararse, durante dos años, en el estudio de diversos tipos de estudios de negociación y trajeron a la mesa algunos modelos en donde las Naciones Unidas han tenido influencia. Pero desde el comienzo insistimos en la necesidad de abordar un acuerdo en el tema del fin del conflicto sobre las particularidades nuestras que no son las mismas de esos modelos que ponen de ejemplo las Naciones Unidas. Colombia es un territorio escenario de guerra de guerrillas, Colombia es diferente desde el punto de vista económico, político y social, entonces no se podía aplicar el modelo de otras latitudes. El eventual acuerdo para el fin del conflicto es novedoso en tanto que se desprende de nuestra realidad.

La desmovilización

–¿Qué tan diferente es el modelo de desmovilización y reinserción que se construye en La Habana, frente a otras desmovilizaciones guerrilleras en Colombia?

–Totalmente diferente. La idea que nosotros tenemos de desmovilización se aleja mucho de lo que han sido los procesos con otras guerrillas porque el concepto de reincorporación lo hacemos colectivo. Nunca hemos pensado que la incorporación de las FARC-EP, a la vida política, económica y social por vía de la legalidad sea de manera individual y que los guerrilleros, de la noche a la mañana, dejen el fusil y se vayan para la casa, no. La reincorporación se tiene que dar de manera colectiva y muy ligada a las realidades regionales porque partimos de la premisa que la mayoría de los integrantes de los frentes tienen sus familias y ese es un elemento que se debe tener en cuenta. La inserción económica va ligada a proyectos de desarrollo sociales y económicos ligados a los territorios. Ese tipo de planteamientos es diferente a las experiencias en otros conflictos.

Retos

–El fenómeno paramilitar

–Entre los sub puntos de la subcomisión para el fin del conflicto hay un elemento que se debe abordar más temprano que tarde: el paramilitarismo. Y ese tema tiene a su vez dos aristas, el esclarecimiento y el desmantelamiento del paramilitarismo. Pero ese tema resulta casi trasversal al acuerdo de la agenda para la terminación del conflicto, por eso no solo la subcomisión lo trabaja sino también plenipotenciarios como Pablo Catatumbo y Óscar Naranjo. Desmantelar el paramilitarismo es una garantía para la paz, y sin ello es difícil llegar a un fin del conflicto completo.

–Por último, comandante, hablemos de los conceptos de dejación y entrega de armas.

–Desde el principio dijimos dejación de armas y está plasmado en la agenda para una paz estable y duradera. Y hemos repetido hasta la saciedad que no vamos hacer entrega de nuestras armas al Estado y que estamos dispuestos a hacer una dejación de armas pero se debe hacer bilateral, es decir, que tanto el Gobierno como las FARC no involucren la utilización de las armas en la política. Y bilateral porque al Estado le corresponde el abandono de la política de seguridad nacional, del enemigo interno y que las fuerzas armadas retornen a su función para las que están creadas que es la defensa de la soberanía, los recursos naturales, entre otras. Las fuerzas armadas están utilizando las armas del pueblo colombiano para reprimir la protesta social y para que mediante la guerra sucia se aplique la eliminación física de los contradictores políticos. Para nosotros las armas no son un fetiche, ya no queremos utilizar las armas para hacer política en el país y eso es la dejación.