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Columna libre
Los motivos de Santos
Santos anda más interesado en salvaguardar su hegemonía dentro de la oligarquía, procurando evitar que se le alejen los sectores que siendo reacios a la paz, tampoco se sienten a gusto en compañía de quienes han cometido actos abominables en nombre del Estado.
Rodrigo López Oviedo / Viernes 16 de octubre de 2015
 
Foto: Juan Manuel Santos via photopin (license)

Los colombianos, igual que muchas personalidades y organizaciones extranjeras, creímos ingenuamente que la totalidad de lo que era indispensable acordar en cuanto a verdad, justicia y reparación estaba contenido en los diez puntos del comunicado 60, que fuera firmado y anunciado al mundo por los propios Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, y Rodrigo Londoño Echeverry, comandante supremo de las FARC-EP, ante la notarial presencia del presidente cubano Raúl Castro Ruz.

Pues según el Gobierno, estamos equivocados. Lo realmente acordado está contenido en 75 puntos, de los cuales lo conocido a través del comunicado conjunto es solo una síntesis, y faltan precisiones que hacen improcedente su publicación total. Por su parte, los propios redactores de los 75 puntos, y con ellos los voceros de las FARC, desdicen esa versión, pues consideran que, con todo lo importantes que son los aspectos no precisados, no tienen la trascendencia suficiente para mantener ignorante a la ciudadanía sobre tan importante documento. Además, en los acuerdos sobre tierras, participación política y drogas ilícitas también se presentaron desacuerdos, los cuales configuran lo que hoy se denominan “salvedades”, y no por ello dejaron de publicarse.

Estos nuevos puntos supuestamente imprecisos están relacionados con los términos de la ley de amnistía, las “condiciones especiales” bajo las cuales purgarán sus penas quienes no sean objeto de ella y los mecanismos de que podrán hacer uso para intervenir en política.

Efectivamente, son aspectos de considerable importancia, sobre todo para buen número de insurgentes que, habiendo dedicado lo mejor de sus vidas a buscar con las armas solución a los problemas de los más humildes, se han encontrado con que la población de los centros urbanos les paga su sacrificio con supina incomprensión y hasta rechazo. Ahora que han resuelto seguir por otras vías con su noble lucha, esperan que las condiciones en que tengan que desenvolverse sean las más seguras para su integridad, y las más democráticas, pues no de otra forma podrán competir con las castas dominantes en la lucha por el poder.

Santos anda más interesado en salvaguardar su hegemonía dentro de la oligarquía, procurando evitar que se le alejen los sectores que siendo reacios a la paz, tampoco se sienten a gusto en compañía de quienes han cometido actos abominables en nombre del Estado. Por eso les endulza el oído con falsos radicalismos dentro de la frontera, al tiempo que pregona en los escenarios internacionales una fementida vocación por la paz, que solo quiere, no a cambio de verdaderas transformaciones sociales, sino de un ambiente propicio para las inversiones del gran capital.