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¿Qué les disgusta de Bolívar?
Hárold García / Viernes 8 de enero de 2016
 

¿Por qué sacar del palacio del Liévano el cuadro de Bolívar?, ¿por qué destrozar una imagen del Libertador en el parlamento Venezolano? Son algunas preguntas que surgen al ver las recientes imágenes de la manera en que fue remplazado el cuadro del libertador Simón Bolívar del salón de juntas del palacio del Liévano (nombre que lleva la sede de gobierno de la capital colombiana, Bogotá) y en solo un día de la posesión de la Asamblea Nacional de Venezuela aparezca el rostro de Bolívar hecho añicos.

¿Por qué la derecha no quiere ver a Bolívar?

El reposicionamiento de la derecha a nivel continental es un hecho, la pérdida de la Asamblea Nacional en Venezuela el 6 de diciembre del 2015, la culminación de la alcaldía progresista de la ciudad de Bogotá el 25 de octubre y las tristes elecciones celebradas el 22 de noviembre en Argentina, son muestra de ello, lo que expresa un claro reflujo de los procesos de avanzada en el continente, pero que no son el declive y pérdida total de la participación adquirida por el pueblo en los últimos 16 años, como lo han querido mostrar los grandes medios de “comunicación” continental.

Con estos hechos ya nombrados, podemos acercarnos a la pregunta inicial que nos planteamos, ¿Qué les disgusta de Bolívar?, ¿El libertador es acaso un enemigo del reposicionamiento de la derecha en el continente?, seguramente sí, expliquemos por qué.

Bolívar es hijo de la casta más alta de lo que en tiempos de la colonia se llamaba o se conocía como la burguesía mantuana, identificada así por los hermosos y costosos mantos que utilizaban las mujeres caraqueñas en las celebraciones religiosas.

Los padres de Bolívar, dueños de portentosas haciendas y campos cafeteros, son reconocidos por pertenecer a los más altos rangos de la clase adinerada venezolana y aunque sucesivamente dejaran la vida terrenal, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte Palacios y Blanco, siendo un niño huérfano, pasaría a ser heredero de estas grandes fortunas, las cuales se irían perdiendo en el trasegar independentista que el libertador asumiría en Roma, el 15 de Agosto de 1805, en el célebre Juramento del Monte Sacro:

“Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por la patria que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español” [1].

Es junto a su maestro y amigo Simón Rodríguez con quien pasaría los años de juventud y de quien aprendería los principios revolucionarios de la libertad, Igualdad y fraternidad de la revolución de 1789 y con quien este emprendería un viaje conspirador por las Américas en busca de la independencia y la unidad continental.

Bolívar padre de la patria:

Primero, la campaña admirable emprendida en el año de 1813 y la campaña libertadora que llevaría a Bolívar a Santafé, victorioso después de la historica batalla de Boyacá en 1819. Hechos que hacen parte de los gloriosos éxitos del padre de la patria, quien en su aporte liberador llegaría a entregarle a los pueblos norteños del sur de Nuestra América la primera independencia: la independencia del poder español.

Es en estos gestos heroicos que Bolívar emprendió junto a campesinos pobres, negros esclavos e indígenas despojados, los que causan fastidio, mella e incomodidad en las coloniales clases altas españolas de la época y en los criollos arrodillados y santanderistas del pasado y la actualidad.

No es en vano que el cuadro de Bolívar fuera remplazado por el del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, quien sería un usurpador de los territorios ancestrales del Abya Yala y que corroído por su ostentosa sed de oro, estuvo a punto de perder su vida en la búsqueda de la famosa leyenda de El Dorado.

En ese sentido, no es sorprendente ver la imagen destrozada de Bolívar un día después del posicionamiento de la Asamblea Nacional Venezolana, compuesta en su mayoría por 109 diputados de la oposición al proceso Bolivariano [2] y los cuales han asumido una posición entreguista de los bienes petroleros del país y que en lo que se conoce como la IV República, devastarían a Venezuela a raíz de una profunda crisis económica producida por las políticas de reajuste estructural aconsejadas por el consenso de Washington.

Aun así y con estos actos de desconocimiento histórico, la imagen inquebrantable de Simón Bolívar está vigente en todas las luchas populares a lo largo de todo el continente Americano, en constante encuentro por los nuevos destinos de Nuestra América. Este es un legado del cual no podemos desprendernos y del que los revolucionarios del continente nos sentimos orgullosos de llevar en nuestras prácticas cotidianas en los campos, barrios, escuelas y medios de comunicación.

Para concluir, quisiera mencionarles a los “señores de bien” que buscan el “cambio” (Lema de Peñalosa “Bogotá mejor para todos” y del MUD “Venezuela quiere el cambio”) que no basta con extraer la imagen de Bolívar de sus palacetes burocráticos, pues el libertador está en lo más entrañable del pueblo Nuestro Americano y en las acciones de todos aquellos que batallan por una mejor vida para todas y todos los que luchamos por la segunda y definitiva independencia.

“No se equivocan los estrategas del Pentágono imperial cuando en sus Documentos de Santa Fe ubican a Simón Bolívar (al lado de Hugo Chavez en Venezuela y la insurgencia de las FARC-EP en Colombia, así como también a la teología de la liberación y Antonio Gramsci) como parte central de sus enemigos a largo plazo. Hoy Simón Bolívar genera pánico en los empresarios y banqueros, en los marines, militares y policías, en los falsos noticieros y en los espías norteamericanos, mientras cada vez más su nombre comienza a aparecer entremezclado y fusionado con los símbolos del Che Guevara en las rebeldías juveniles y populares” [3].

[1Acercamiento a la gran personalidad de Bolívar- Ediciones Universales-Bogotá, Pág. 69

[3Simón Bolívar y nuestra Independencia, Una lectura latinoamericana- Néstor Kohan, pág. 15