Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Cesar
En Puerto Capulco, Gamarra, se impuso la ignominia
Imelda Daza Cotes / Lunes 25 de enero de 2016
 

Puerto Capulco, corregimiento de Gamarra, era un pueblito a orillas del río Magdalena, habitado por unas 457 personas/102 familias. Una pequeña comunidad de vecinos, parientes, compadres y amigos, casi todos pescadores; también agricultores, fruticultores, artesanos y criadores de animales.

Su vida apacible transcurría en medio de las carencias propias del atraso y abandono de los pueblos de Cesar, pero conocían su entorno, lo manejaban, sobrellevaban una cotidianidad alterada por las subidas y bajadas del nivel de las aguas del río y marcada por el afán de sobrevivir y superar dificultades. Se sentían dueños de su presente y forjadores de futuro.

Pero sobre Capulco cayó “la maldición de los recursos naturales” expresión acuñada por algunos estudiosos (R.Atuy, J.Sachs y A.Warner) para describir la paradoja según la cual los países o regiones con mayores recursos no renovables, especialmente minerales, derivan de ello más maldiciones que bendiciones económicas

El compromiso del Estado colombiano con las transnacionales del carbón impulsó la recuperación de la navegabilidad del río Magdalena para la exportación del mineral; de aquí se derivó la construcción de nuevos puertos y el rediseño de algunas vías férreas y terrestres. Se impuso la alternativa intermodal y Puerto Capulco fue escogido como lugar estratégico porque no tiene limitaciones de calado hasta Barranquilla o Cartagena, la navegación es posible durante todo el año y es fácil la conexión río-vía férrea.

En 2006 Cormagdalena otorgó a la Sociedad Portuaria del Carare S.A. una concesión portuaria por 30 años para ocupar y utilizar en forma exclusiva zonas de uso público y la infraestructura existente en Capulco. Luego, dicha Sociedad cedió la concesión a la Sociedad Coal Corp S.A., cesión aprobada por Cormagdalena en 2009 y vigente.

Coal Corp se comprometió a comprar un terreno de 2 hectáreas para construir viviendas y una escuela, y a pagar los costos de traslado de los habitantes de Capulco a quienes entonces se les anunció que serían desalojados de sus predios. Algunos se animaron con titulares de prensa que decían: “Gamarra se convertirá en el primer puerto fluvial del Cesar y será la zona portuaria más moderna y próspera del país”. Otros, más sensatos, comprendieron los efectos socioecológicos del proyecto portuario y de la “Ruta del Sol”, el desastre ambiental por el transporte de carbón sobre jarillones no adecuados y por la carga y descarga de carbón a 1km. de la bocatoma del acueducto. Se organizaron, protestaron y exigieron socialización de los proyectos. En audiencias públicas expusieron de manera contundente y documentada sus críticas y sus exigencias pero nada cambió.

Los habitantes de Capulco fueron obligados a desplazarse al otro lado de Gamarra (Acapulco 2) y a acogerse a un programa de viviendas de interés social, es decir, financiadas con dineros del presupuesto nacional, como si el desalojo se hubiera producido por una catástrofe natural y no por presión de Coal Corp S.A.

Este desplazamiento forzado, patrocinado por el mismo Estado, es una flagrante violación de derechos humanos contra una comunidad. Conmueve la expresión de estos maltratados ciudadanos cuando denuncian las difíciles condiciones de vida actuales, las carencias en materia de servicios (agua fundamentalmente) de trabajo, de tierra para cultivar, de río para pescar, de transporte hacia la cabecera municipal. Pero sin duda, lo que más impacta es la espontaneidad con la que 4 niños –José Luís, Carlos Alberto, Felipe y Miguel Ángel- gritan: “Allá en el puerto era mejor la vida porque teníamos de todo… río, frutas, pajaritos, muchos animales, árboles con sombra pa´jugar… hasta la escuela era mejor. Aquí sólo hay sol… y más ná”. Aunque sonrientes, sus ojitos se humedecieron cuando así hablaron.