Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra
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“Voces de la historia”. Re-construcción de las memorias de la ACVC
Constanza Mendoza Romero, Frank Molano Camargo / Martes 27 de enero de 2009
 

Presentación:

Comprender en su densidad las memorias que constituyen a la “Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra”, nos implicó aceptar el desafío de condensar en un breve escrito, la larga experiencia de lucha por el acceso a la tierra y por una vida digna para los campesinos del Magdalena Medio, que durante varios años ha agenciado esta organización. Por ello, nuestra pretensión no es presentar una versión “única”, “oficial”, “total” de lo que ha sido la ACVC, pues indudablemente faltaran acontecimientos y experiencias por contar y sobre algunas de ellas existirán interpretaciones acaso distintas o complementarias. Lo que buscamos precisamente es provocar y activar nuevas memorias, como estrategia para valorar, problematizar, visibilizar y posicionar los sueños de los hombres y mujeres que desde una organización como la ACVC, buscan construir en el día a día un país más justo.

Si entendemos la memoria social como un campo de batalla por el control del pasado, entre quienes se disputan el dominio y orientación de las sociedades mediante prácticas de rememoración y de olvido (3); nuestro interés por trabajar las memorias sociales de la ACVC apunta a destacar los proyectos, alegrías, dolores y utopías de quienes han participado en este proceso, como una forma de potenciar el sentido de pertenencia, los lazos sociales y las apuestas de futuro que ha venido consolidando esta asociación campesina; pero también, como una impronta por visibilizar otras voces, otras interpretaciones y sentidos sobre nuestro pasado reciente, las cuales en ocasiones han sido acalladas, desconocidas o deslegitimadas.

De esta forma, en este escrito se ponen en juego varias memorias e historias: de una parte, largas conversaciones, con quienes hace más de veinte años, construyeron los cimientes de este proceso, así como con aquellos y aquellas para quienes hoy cobra sentido el articularse a una propuesta asociativa como esta; de otra, la lectura atenta de las reflexiones y elaboraciones producidas por la misma organización en sus revistas, páginas virtuales y documentos. Igualmente incluimos en el análisis investigaciones realizadas sobre la organización y sobre las dinámicas políticas, sociales y económicas de la región.

La tarea de organizar y sintetizar toda esta información fue asumida a partir de periodizar el proceso histórico de la ACVC en seis momentos (4): La tradición de organización campesina previa a la ACVC 1980 – 1992; Reorganización 1993 – 1996; Surgimiento de la ACVC 1996 – 1998; Expansión y lucha por la zona de reserva campesina 1999 – 2007; Un nuevo proceso 2008 - …?. Como mencionábamos al inicio de este texto, esperamos que lo aquí planteado sea discutido y reelaborado por los y las integrantes de la organización.

Una rica tradición de organización y movilización campesina en el valle del río Cimitarra 1980 – 1992

El Valle del Río Cimitarra, es una subregión del Magdalena Medio colombiano, ubicada en la franja occidental del río Magdalena, entre los departamentos de Antioquia y Bolívar (Ver mapa). Su poblamiento se originó por procesos de colonización a causa de las migraciones generadas por persecuciones políticas y sociales entre 1950 y 1990.

Mapa N°1. LOCALIZACION DEL VALLE DEL RIO CIMITARRA EN EL MAGDALENA MEDIO

Fuente: Revista La Marcha N°1

Gilberto Guerra, coordinador general de la ACVC, campesino desplazado por el paramilitarismo a comienzos de la década de 1980, relata la manera en que se fue construyendo el tejido social y asociativo en la región, lo que generó una tradición de organización, participación y solidaridad entre muchos de los habitantes de la región.

Había importantes propuestas como la del año 83 en que construimos un comité de distribución de tierra. Nosotros lo llamamos reforma agraria dentro de nuestro proyecto y esa distribución de tierras la asumimos con otros cinco compañeros (…)¿Cuál era la tarea? Conocer los ríos, las cordilleras, las alturas, las fertilidades de las tierras, las riquezas naturales, para saber a grosso modo, qué poseía la región y qué nos iba a dejar la naturaleza para una economía de subsistencia.(…) Comenzamos cinco personas y terminamos tres. No existía entonces una asociación campesina. Existían unas juntas mucho más chiquitas. En ese entonces no éramos 20.000, éramos 2.000 o 3.000 campesinos, no más, y no éramos tantas Juntas de Acción Comunal y no todo mundo estaban organizados en Juntas porque teníamos mucha persecución, pero si estábamos organizados en comités de trabajo. Para el año 85 – 86 surge la iniciativa de organizar una cooperativa; la idea era realizar un intercambio de productos, donde no importaba el dinero sino que la rastra de madera la cambiábamos por arroz y panela, y así nos abastecíamos y cambiábamos, pero todo se llevaba a la cooperativa y nosotros no teníamos que comprar nada en la ciudad. La propuesta de la cooperativa de pequeños y medianos agricultores, creció mucho. Teníamos la sede en Puerto Nuevo Ité, tuvimos sede en la Congoja, en Remedios, en el propio casco urbano, nosotros crecimos mucho como cooperativismo”(5).

Teniendo en cuenta estos referentes, a continuación se reseñan tres experiencias asociativas de las comunidades del Valle del río Cimitarra desarrolladas en este periodo: la Cooperativa Coopemantioquia, la Coordinadora Campesina del Magdalena Medio y Asojuntas, cuyas dinámicas serían determinantes para la constitución posterior de la ACVC.

La Cooperativa:

Luego de la casi extinción de la ANUC en Yondó y del movimiento de mineros artesanales de Remedios y Segovia que resistieron a las imposiciones de la Frontino Gold Mines (6) en la década de 1970, se organizó a mediados de los 80, la Cooperativa de Medianos Agricultores de Antioquia –COOPEMANTIOQUIA-, para facilitar la comercialización de productos agrícolas, evitar el abuso de los especuladores, permitir a los colonos contar con una instancia para la solución de sus conflictos y tramitar sus reclamos ante el Estado.

Por intermedio de la cooperativa se establecieron regulaciones al proceso de colonización: establecimiento de juntas comunales y definición colectiva de un límite entre la zona intervenida por los colonos y el baldío denominado como: la línea amarilla, que recorre la región, de sur a norte y permite establecer una normatividad que incluye trabajo colectivo para cuidar el baldío y sanciones a los infractores de los acuerdos.

A comienzos de 1989 la administración municipal de Yondó, dirigida por la Unión Patriótica, apoyó varios proyectos de la Cooperativa; este hecho dio pie para el inicio de ataques contra la población y la organización. En febrero de 1989 fue bombardeada y saqueada la sede del caserío de Puerto Nuevo Ité. Desde entonces el proceso organizativo se vio afectado por la lógica de la lucha contrainsurgente estatal y paramilitar (bombardeos, torturas, asesinatos, desapariciones), hasta su disgregación a comienzos de la década de 1990, dejando un importante legado de lucha social (7).

La Coordinadora Campesina del Magdalena Medio:

Simultáneamente con el proceso de la Cooperativa, otras dinámicas organizativas se estaban desarrollando en esta región del Magdalena Medio, hacia 1984 varias organizaciones regionales dan origen a la Coordinadora Campesina del Magdalena Medio. Esta expresión asociativa canalizó el interés organizativo de los pobladores en un momento en el que empezaba a consolidarse el paramilitarismo en la región, recogiendo las demandas de las comunidades campesinas afectadas por los operativos militares y paramilitares. En 1982 se realizó una marcha campesina a Barrancabermeja, que logra establecer una comisión de veeduría, para el seguimiento de los acuerdos establecidos con la administración municipal; su posterior incumplimiento llevó a la Coordinadora a realizar una nueva movilización desde San Pablo hasta Cartagena, marcha que recorrió el río Magdalena durante 40 días. Si bien en las negociaciones las autoridades municipales aceptaron el pliego de peticiones, posteriormente dichas peticiones fueron desconocidas de nuevo.

Para Álvaro Manzano, campesino dirigente de la ACVC, el proceso de desarticulación y extinción de la Coordinadora campesina y de la Cooperativa, se debió a la imposición de los intereses económicos y políticos del poder regional, que viendo la importancia geoestratégica de la región, se opusieron y se han opuesto a la existencia de las organizaciones sociales autónomas, vistas como contrarias a sus intereses. (8)

Asociación de juntas comunales de Yondó –ASOCOMUNAL-

Al comenzar la década de 1990, en medio de la ofensiva paramilitar contra la UP y los campesinos de la región, algunas comunidades del municipio de Yondó articularon sus demandas en torno a las juntas de acción comunal, surgió así ASOCOMUNAL como instancia de interlocución con las autoridades locales. Por intermedio de esta asociación se adquirieron créditos y maquinaria para el cultivo comunitario de yuca, y en la cabecera municipal de Yondó se construyó una sede para el trabajo comunitario. Alvaro Manzano, quien participó en este proceso, considera que si bien como propuesta organizativa la asociación fue exitosa, la inexperiencia en la gestión y administración de los proyectos, llevó a que las comunidades acudieran a dirigentes locales del partido liberal para que apoyaran el trabajo de las microempresas de ASOCOMUNAL. No obstante, según el dirigente campesino, los malos manejos que tuvieron los representantes locales de dicho partido en la asociación, hicieron que los campesinos perdieran confianza en esta propuesta organizativa, que a la postre terminaría siendo convertida en un espacio político de los paramilitares de Yondó, excluyendo a los dirigentes comunitarios que le dieron origen.

El período de reorganización campesina 1993 – 1996

Entre 1993 y 1996 en la región se crearon nuevas alternativas para hacer frente a la arremetida violenta contra los movimientos sociales y políticos que se generaron a lo largo de la década anterior. En la región del Magdalena Medio, en la ciudad de Barrancabermeja y en las zonas rurales en donde se desarrollaban las propuestas asociativas del Valle del río Cimitarra, las denuncias frente a la violación de los derechos humanos, homicidios, desapariciones y bombardeos dieron origen a diversas expresiones de denuncia y defensa de los derechos humanos.

Para Silvia Becerra (2005), este segundo periodo corresponde a la realización de balances por parte de los dirigentes sobrevivientes, en el que se planteó la necesidad de vincularse con el movimiento de derechos humanos de la región y documentar la persecución de que eran objeto por parte de ganaderos y autoridades municipales; a la vez, se tejieron nuevas relaciones con otras dinámicas organizativas del Magdalena Medio, principalmente con asociaciones del Sur de Bolívar, los campesinos y mineros de Simití, Santa Rosa, San Pablo y Cantagallo.

En este momento, pese al recrudecimiento del conflicto en la región, prevaleció en los campesinos la necesidad de recomponer el tejido asociativo fundamentado en los discursos que se agenciaron en la etapa de cooperativismo: comercio justo, hermandades sin ánimo de lucro y opciones contra la especulación de los precios por parte de intermediarios. (9) Pero otras condiciones del contexto reorientaron la iniciativa hacia una organización que tuviera una dinámica regional y que lograra hacer frente a nuevas problemáticas: los derechos humanos, los cultivos ilícitos, las necesidades de defensa del territorio y alternativas contra el desplazamiento campesino.

De acuerdo con Fajardo (2002) a finales de la década del 70 se inició en el país la implantación de cultivos de marihuana, principalmente en zonas de la costa Atlántica, los cuales fueron seguidos por cultivos de coca en los años 80 y 90 y de amapola en décadas recientes. La expansión de éstos cultivos proscritos en diferentes regiones del país, tienen su origen en la aplicación de políticas de apertura económica, la reducción de aranceles para las importaciones de origen agrícola, una elevada concentración de la propiedad, el acceso limitado a tierras y tecnologías de producción y la ausencia de subsidios; lo que llevó a los pequeños y medianos productores a incorporarse en la producción de dichos cultivos. (10)

En el caso específico del Magdalena Medio este nuevo ciclo económico produjo migraciones de campesinos en búsqueda de las oportunidades abiertas por los cultivos de coca, hacia municipios como Santa Rosa del Sur, Río Viejo y San Pablo (11). Con la aparición de la coca un nuevo problema se visibilizó para las comunidades: la implementación de la política antinarcóticos del Estado y particularmente las fumigaciones indiscriminadas sobre las zonas productoras de hoja de coca.

Ibán de Rementería (1991) (12) analizó las consecuencias de la incorporación del narcotráfico en la región del Magdalena Medio y el proceso de conformación de un nuevo sector: “la mafia”, que forjó su legitimidad económica como inversionista rural agrícola y ganadero, frente a los tradicionales e improductivos terratenientes locales, y con una legitimidad social ante los sectores populares como donador de riquezas. También, con la presencia del narcotráfico se da lugar a la configuración de pequeños productores y comercializadores de base de coca, especialmente en el sur de Bolívar, en torno a los cuales se va generando una informalización del empleo agrícola, con la presencia de raspachines.

Las anteriores condiciones presentadas tanto en la región como en los procesos organizativos de comienzos de la década de 1990, llevaron a los sobrevivientes a optar por constituir una organización que respondiera a las nuevas condiciones y demandas campesinas: la ACVC

El surgimiento de la ACVC y las movilizaciones campesinas (1996 – 1998)

La ACVC surgió en un contexto nacional y regional de movilización campesina. Durante el segundo semestre de 1996 se desarrollaron amplias protestas de las comunidades de las zonas cocaleras de Putumayo, Caquetá, Cauca, Sur de Bolívar y Guaviare, por la aplicación masiva de controles a la comercialización de insumos para el procesamiento de la hoja de coca, también demandados con fines lícitos (cemento, combustibles), el manejo corrupto de algunas autoridades sobre dichos insumos y las fumigaciones aéreas, que afectaban tanto los cultivos de coca y amapola como el pancoger y los pastos (13).

En estas condiciones, los campesinos del Valle del río Cimitarra, deciden en múltiples asambleas veredales sumarse a la movilización de los campesinos, mineros y cocaleros del Sur de Bolívar, para exigir la suspensión del accionar paramilitar y las fumigaciones
contra los sembrados de coca. Entonces, se preparó una movilización de cerca de 10 mil habitantes de la región hacia Barrancabermeja con el fin de pedir protección para sus vidas y sus cultivos, pero también para negociar reivindicaciones como vías, salud y educación. Uno de los resultados de las negociaciones es la creación del Movimiento Regional por la Paz, expresión del campesinado que esperaba ser intercolutor ante el cuestionado gobierno de Ernesto Samper (1994 – 1998).

Entre septiembre y octubre de 1996 se realizó la denominada “Marcha de los Parques” (14), hacia la ciudad de Barrancabermeja y el municipio de San Pablo (Sur de Bolívar). Esta movilización campesina tiene para la ACVC un significado particular, pues las comunidades van a plantear además de un conjunto de demandas, su intencionalidad expresa de proponer un modelo alternativo de desarrollo para la región y sus habitantes.

Cuando se organiza la marcha de 1996 con varias sub-sedes en Puerto Rico, Barranco de Loba, Hatillo de Loba, Río Viejo, Morales, y con sede principal en San Pablo, se integraron 17 municipios que, representados por sus líderes comunitarios, llegaron a formar 3 mesas de diálogo en torno a los ejes siguientes: salud, educación y derechos humanos; infraestructura y saneamiento básico; producción agrícola, pesquera, minera y medio ambiente. Ya no fue un listado de reclamos sino un principio de plan de desarrollo, según fue aceptado por las mismas autoridades departamentales. Aunque en esta circunstancia se tratara el tema de derechos humanos y se pidiera respetar la vida de todos los líderes campesinos, mineros y pescadores, a finales de octubre y luego en el mes de noviembre de 1996, comenzaron los primeros asesinatos”. (15)

Las comunidades campesinas, lograron que el gobierno de Samper reconociera sus demandas y se comprometiera a atender las necesidades campesinas. Aunque no se cumplieron los acuerdos, esta movilización y los documentos firmados por el gobierno, abrieron un nuevo contexto de lucha social y un nuevo escenario en el que se amplió la red de relaciones de la nueva organización campesina y emergieron condiciones para otras potencialidades de las comunidades organizadas, pues, de una parte, la problemática de la región se dio a conocer a nivel nacional e internacional, y de otra, se creó un acontecimiento: los acuerdos con el gobierno, que servirían como herramienta para movilizaciones y proyectos posteriores.

En este proceso se creó la Comisión de Seguimiento a los Convenios, en la que participaban, la Consejería Presidencial para la Costa Atlántica, las Gobernaciones (Antioquia, Bolívar y Santander) y las Alcaldías. La forma de operación asumida por esta instancia, la escasa participación de los representantes campesinos y las dificultades para tramitar las demandas, fueron algunas de las causas más importantes del éxodo en 1998, movilización que detallaremos más adelante.

En medio de este proceso los líderes campesinos del valle del río Cimitarra proponen a las comunidades la conformación de una nueva organización: la ACVC. Álvaro Manzano relata el proceso de fundación:

La organización que los campesinos queremos, es una organización que nos reconozca y que nos ampare a todos ¿Cómo se va a llamar? Quedó la inquietud, se hablaba de la Asociación Campesina, cambiar la imagen, borrar la imagen de la Coordinadora, porque ya había sido exterminada. Los objetivos propuestos fueron, primero, no dejar que la región en estos cuatro municipios se inundaran de coca, especialmente Yondó y Canta Gallo, los otros era buscar cómo se sustituían esos cultivos; segundo, cómo el Estado asumiera realmente el control a la violación al DIH y cómo se le busca solución política al conflicto armado que vivía la región” (16).

Las intencionalidades expresadas en los discursos de fundación reiteran la autonomía política de la organización frente a los actores armados y al Estado, la defensa de los derechos humanos (17) y la promulgación de la reforma agraria. Internamente en sus comienzos se propuso que las asambleas de las Juntas de Acción Comunal, fueran la instancia privilegiada de discusión y decisión. El campesinado de la región ha encontrado en las JAC la forma organizativa sobre la que es posible articular su proceso asociativo, así lo evidencia el líder campesino Carlos Martínez:

La ACVC cuando se conformó se hizo por medio de una asamblea; ¿quiénes asisten a esa asamblea? Los líderes de la junta de acción comunal que habitan aquí en la región, el Sur de Bolívar, el Nordeste Antioqueño y el centro del Valle de Río Cimitarra. Entonces quienes entran a hacer parte de la directiva de la ACVC tiene que ser miembros activos dentro de las juntas de acción comunal. (Las juntas) que quieren y que respaldan el trabajo organizativo de la ACVC están afiliadas a la asociación, y todas las personas que están afiliadas dentro de las juntas de acción comunal, que están en el territorio donde tiene influencia la ACVC son socios activos con derecho a voz y voto en las asambleas”. (18)

A partir de la marcha de 1996, la Asamblea de juntas de la ACVC decidió que los negociadores presentes en los acuerdos de la movilización hicieran parte de la directiva fundadora de la nueva organización. No obstante, al tiempo que se va dando la consolidación de la estructura organizativa inicial, se mantiene un nivel de movilización y presión hacia el gobierno nacional. En 1997 se realiza la toma de la Catedral de Cartagena, capital del departamento de Bolívar, para exigir el cumplimiento de acuerdos y denunciar el incremento del accionar paramilitar en la región.

En este contexto de movilización y consternación, se llevó a cabo al éxodo campesino realizado entre julio y octubre de 1998; basado en las siguientes razones: El desplazamiento forzado de los campesinos de la zona (debido a la incursión paramilitar en el Sur de Bolívar y el Valle del Río Cimitarra), la información que tenía la población sobre los intereses de algunas empresas multinacionales en la región, el convencimiento de la validez y vigencia de los acuerdos incumplidos y la necesidad de replantear y reorientar la visión de los mismos.

El éxodo se da en un momento coyuntural, la llegada al gobierno nacional de Andrés Pastrana (1998 – 2002), quien se había comprometido a dialogar con la guerrilla. Así que en la racionalidad campesina, si dialogaba con la guerrilla, entonces debería dialogar y buscar soluciones para los campesinos.

Como resultado de la movilización, a comienzos de octubre de 1998, se acordó la generación participativa de un Plan de Desarrollo y Protección Integral de los Derechos Humanos del Magdalena Medio, para garantizar la vida, la protección de los DD HH y llevar a cabo inversión social en los veinticinco municipios que participaron del éxodo. En este momento la instancia de coordinación de las organizaciones sociales era la Mesa Regional, integrada por la ACVC y la Federación agrominera del sur de Bolívar Fedeagromisbol, años más tarde la Mesa Regional dejaría de funcionar. Uno de los puntos firmados por el gobierno fue la conformación de una Zona de Reserva campesina en la región, acuerdo que en lo sucesivo concentraría los esfuerzos de la ACVC.

Expansión y lucha por la Zona de Reserva Campesina 1998 - 2008

Como hemos visto hasta este momento, la génesis de la ACVC no puede entenderse solamente como el resultado de la respuesta campesina a las políticas estatales, se trata de la constitución de una organización (19) campesina, dotada de una identidad política construida históricamente y afirmada en una estructura de intencionalidades, relaciones y potencialidades (IRP), que con el tiempo se complejizan y se articulan con las realidades y conflictos de la región del Magdalena Medio. A continuación presentamos un balance de estos procesos, atendiendo a que en la experiencia organizativa se encuentran de forma relacionada.

El universo de las intencionalidades de la ACVC

- El desarrollo integral y la vida digna: fundamentos de la Zona de Reserva Campesina

Uno de los elementos que inciden en las intencionalidades de la ACVC ha sido la disputa por la concepción de región y desarrollo rural en el Magdalena Medio (20). En razón a ello, la ACVC está rediscutiendo la idea del desarrollo rural y proponiendo un proyecto político y cultural regional, entendido como desarrollo integral (21). Esta iniciativa le ha permitido a la ACVC una mejor comprensión de las problemáticas y alternativas que plantean las comunidades rurales, pues además del problema de la tierra, se tiene en cuenta la problemática de los derechos, el medio ambiente y la seguridad alimentaria; todo esto sintetizado en la concepción de lucha por la vida digna.

La integralidad del desarrollo cobró fuerza para la ACVC desde que se firmaron los acuerdos en el éxodo de 1998, hasta hoy. Una de las apuestas políticas centrales, en las que se materializa esta intencionalidad, es la concreción de la Zona de Reserva Campesina – en adelante ZRC- en la región, figura jurídica sancionada en la Ley 160 de 1994, y que ha sido el marco “legal” de las movilizaciones campesinas desde 1996.

Como lo relata Gilberto Guerra (22) la ZRC del valle del río Cimitarra fue resultado de los acuerdos logrados entre los campesinos participantes en el éxodo de 1998 y el gobierno de Andrés Pastrana. A partir de esto, la ACVC realizó todos los procedimientos contemplados para su aprobación por parte del antiguo Incora (hoy Incoder) (23) y mediante la resolución 028 del 10 de diciembre de 2002, se decretó la Zona de Reserva Campesina del Valle del río Cimitarra, en un territorio de cerca de 184 mil hectáreas en jurisdicción de los municipios de Yondó y Remedios, en el departamento de Antioquia, y Cantagallo y San Pablo, en el departamento de Bolívar; región habitada por cerca de 25 mil campesinos.

Sin embargo un conjunto de intereses regionales opuestos a la ZRC lograron en marzo de 2003 su suspensión. Esta medida, según la organización campesina, expresa los intereses de sectores de grandes empresarios rurales contra la existencia de la ACVC y sus iniciativas políticas regionales. (24)

Como respuesta, la ACVC ha venido buscando alternativas y alianzas nacionales e internacionales en busca del levantamiento de la suspensión de la ZRC. Con el apoyo de la cooperación internacional se desarrollan proyectos y programas en las tres seccionales: nordeste antioqueño, zona media del Valle de Río Cimitarra y sur del departamento de Bolívar. (25) Simultáneamente se mantiene un nivel de movilización y exigibilidad para que el gobierno nacional ratifique la ZRC.

- La defensa integral de los derechos humanos

Otra intencionalidad expresada por la organización es su apuesta por la “defensa integral de los derechos humanos”, cuyo centro es la idea de la dignidad humana. Así, la reflexión y formación para la promoción de los DD.HH. no se reduce a conocer los componentes técnicos y jurídicos del derecho, sino que surge la figura de la “práctica alternativa del derecho en la defensa de los derechos humanos”, a partir de la conformación de Comités Veredales de Derechos Humanos, encargados de formar a las comunidades en la exigibilidad de los mismos y movilizarlas para su defensa.

El trabajo organizativo en la seccional del nordeste antioqueño propició que las comunidades conformaran en el 2004 la Corporación Acción Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño – Cahucopana, cuyos objetivos se basan en promover la defensa de los derechos humanos, la libre movilidad de los campesinos de la región y la lucha contra el bloqueo económico y sanitario al que ha sido sometida la zona en los últimos 15 años por los grupos paramilitares, con la complacencia del Ejército y la Policía Nacional. (26)

En la perspectiva integral de la defensa integral de los derechos humanos, la ACVC participa en varias instancias de coordinación, como el Espacio de Trabajadores y Trabajadoras de derechos Humanos ETTDH de Barrancabermeja, junto con otras organizaciones e instituciones sociales (Pastoral Social – Diócesis de Barrancabermeja
Organización Femenina Popular, Comité Regional para los Derechos Humanos - CREDHOS, Asociación Regional Victimas de la violencia en el Magdalena Medio – ASORVIM, Central Unitaria de Trabajadores – CUT, Asociación de desplazados asentados en el municipio de Barrancabermeja – ASODESAMUBA, el Sindicato nacional de trabajadores de la industria de alimentos – SINALTRAINAL y la Unión Sindical Obrera - USO).

- La seguridad y la soberanía alimentaria

Una apuesta manifestada recurrentemente por la ACVC, es su planteamiento político sobre la seguridad y la soberanía alimentaria, para resistir a las condiciones impuestas por los bloqueos alimentarios militares y paramilitares y a las fumigaciones sobre sus tierras. (27) La seguridad alimentaria abarca dimensiones como la disponibilidad, acceso y estabilidad en la oferta de alimentos, su calidad y salubridad. La soberanía alimentaria es considerada como el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas agrarias, lo que incluye además del acceso a la alimentación, la garantía de su producción y distribución.

En consecuencia la ACVC ha propuesto un conjunto de proyectos de seguridad alimentaria: el proyecto de recría comunitaria de búfalos y ganado blanco para acceder a carne, leche y queso; la cría de especies menores (cabras, pollos) para regiones y familias que por ahora no puedan acceder a los proyectos de ganadería campesina; siembra de caña para la producción de panela, construcción de trapiches, siembra de arroz y construcción de trilladoras. (28)

- El derecho a la salud para el logro de una vida digna

En zonas de frontera interior como el Valle del río Cimitarra, la débil presencia social del Estado en materia de salud y salubridad, afecta a la población ya que persisten afecciones erradicadas en muchas zonas del país como: enfermedades diarréicas y respiratorias agudas, anemia (principalmente en los niños), paludismo, parasitismo intestinal y lesmaniasis. Las mujeres se enferman frecuentemente por alteraciones que se presentan durante el embarazo y el parto; y los adultos mayores por afecciones crónicas como hipertensión arterial y cefaleas frecuentes o regulares.

Para garantizar algunas condiciones mínimas de salud, la ACVC ha venido consolidando un área de salud, encargada de promover jornadas y brigadas médicas, gestionar cooperación nacional e internacional y conformar comités de salud en la región. Grupos de estudiantes de varias universidades colombianas con programas de medicina, han participado en estas jornadas. Asimismo, se ha logrado vincular a cientos de habitantes en el programa “Misión Milagro”, por medio de la cual los gobiernos de Cuba y Venezuela facilitan los gastos de transporte, alimentación, alojamiento e intervenciones quirúrgicas, de las personas que sufren enfermedades de la visión y requieren operaciones oftalmológicas especializadas.

- El emergente tema de la participación de la mujer en la ACVC

Como para la ACVC la mujer campesina es fundamental en los procesos de colonización, se ha hecho necesario visibilizar y estimular su participación y organización, aportando de paso a solucionar las “herencias sociales, culturales y políticas” que restringen el papel político de las mujeres.

En nuestras veredas, el papel de la mujer sigue siendo de las labores domesticas y la crianza de los hijos. Las niñas no van a la a escuela porque no hay. Las niñas se convierten prematuramente en madres. Las madres en ocasiones son abandonadas por los hombres. Los hombres ejercen violencia sobre las mujeres, reproduciendo la violencia familiar sobre los hijos. Algunas mujeres no participan políticamente porque sus esposos no se lo permiten (...)” (29).

Esta problemática ha exigido a la ACVC empezar un proceso tendiente a valorar el papel protagónico de las mujeres, conformando espacios de participación y organización, como comités de mujeres, empresas comunitarias, encuentros de mujeres campesinas, escuelas y talleres de formación en el proceso de mujeres.

La construcción orgánica de la ACVC, sus relaciones internas y externas

La estructura de las organizaciones sociales se basa en una red de relaciones que distribuyen el poder entre los participantes y fundan un orden normativo. Esto garantiza el compromiso y las responsabilidades de sus integrantes en la defensa de los intereses colectivos por encima de los intereses particulares. La ACVC se define a sí misma como:

una organización social campesina, defensora de los derechos humanos, democrática y legalmente constituida que tiene una junta directiva y unas estructuras de trabajo (equipo administrativo, equipo de campo, equipo técnico, equipo de comunicaciones) que se eligen y designan en asambleas generales realizadas periódicamente de acuerdo a los estatutos de la organización” (30).

La estructura organizativa, está conformada por la Junta Directiva, la cual se distribuye en dos tipos de funciones: Equipo administrativo, encargado de coordinar las tareas de las oficinas en Bogotá y Barrancabermeja y un delegado en Europa desde 2006. Equipo de campo, encargado de la orientación de las tres seccionales. Equipo técnico, integrado por profesionales voluntarios vinculados a la ACVC, apoyan los proyectos productivos, salud y educación. El equipo de comunicaciones está a cargo de editar la revista de la ACVC: “La Marcha” y de la página Web: Prensa Rural, esta última creada en el año 2003, junto con otras organizaciones campesinas. A través de este equipo de comunicaciones, la ACVC es parte del comité promotor internacional del canal Alba TV, e integra la red Alba TV Colombia, así como la Coordinación Colombiana de Medios Alternativos (CCMA).

Como toda organización social tiene unas reglas de ejercicio del poder y unos mecanismos para la modificación de dichas reglas, así como unos controles internos que evitan la concentración absoluta del dominio. Los principios participativos del orden normativo de la ACVC, son descritos por Gilberto Guerra:

los criterios de nuestra organización pasan porque todo ejercicio se haga con la base, es decir desde abajo. Aquí no hay una sola estructura ni Junta de Acción comunal mucho menos de la asociación, de comité alguno que componga las instancias de soporte de la asociación que no haya sido elegida por medio de una asamblea.” (31)

Los liderazgos de esta organización son de dos tipos: los liderazgos forjados en el trabajo cotidiano de las formas de participación campesina en comités, juntas comunales, en las marchas y luchas agrarias; y aquellos que van emergiendo producto del trabajo de la ACVC y la intencionalidad formativa de tales liderazgos. Mario Martínez, líder campesino de la ACVC plantea cómo opera el criterio de control, a partir de la autoevaluación y la rendición de cuentas ante la organización y las comunidades, pero además, cómo se ha densificado la estructura organizativa.

[Entre la directiva] se hace una evaluación interna de la Asociación. La evaluación interna consiste en evaluar las capacidades de cada persona. O sea, evaluar no quiere decir, este sirve o no sirve. Primero hacemos esa reunión y luego hacemos la asamblea amplia, con todo el mundo. La asamblea amplia incluye a todas las personas de la región. O sea, la asamblea general se hace con todas las comunidades. (...)” (32)

En el proceso de construcción organizativa, la ACVC ha crecido y se ha expandido territorialmente, han aparecido proyectos productivos, relaciones internacionales y la organización en las tres seccionales (nordeste antioqueño, parte media del Valle del río Cimitarra y sur de Bolívar). La decisión de rotar por las seccionales, por la oficina de Barrancabermeja y por la oficina de Bogotá, aparece por la necesidad de hacer más colectivo el aprendizaje y las responsabilidades y contrarrestar los efectos negativos de la especialización de tareas y funciones. Miguel Cifuentes, directivo de la ACVC y anterior coordinador de la seccional del Sur de Bolívar, señala las características del trabajo en la seccional.

“… estamos haciendo un proceso de formación política, generando dinámicas para que la gente discuta en las asambleas de juntas, que las juntas de acciones comunales funcionen, que las asambleas hagan el ejercicio, que la junta directiva opere, que se solucionen los problemas de la comunidad, que al interior de la comunidad la gente tenga madurez política y por ende intentar construir poder popular desde abajo, desde la base” (33).

Además de estos liderazgos a partir de los cuales se establece la coordinación general, la Junta Directiva, las coordinaciones de seccional y los equipos de trabajo para cada seccional, han aparecido otras estructuras como el consejo ético y moral, conformado por las personas con mayor antigüedad en el proceso.

- Las relaciones externas de la ACVC

Un aspecto que evidencia el crecimiento organizativo de la ACVC son las múltiples redes de alianzas con instituciones y otras organizaciones, con las que se mantienen dinámicas de acuerdos y búsqueda de colaboración, a nivel regional, nacional e internacional.

Para el desarrollo de sus proyectos se ha buscado la financiación y aporte de diferentes organismos e instituciones como el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, el Laboratorio de Paz de la Unión Europea, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD-, la Consejería en Proyectos de Noruega, el Fondo Noruego de Derechos Humanos, la Cruz Roja Española y Misereor. La ACVC hace parte junto con otras organizaciones sociales, del Comité Regional de Derechos Humanos del Magdalena Medio CREDHOS. Cooperan con la ACVC en materia de derechos humanos, el proyecto Humanidad Vigente, el Colectivo de Abogados Luís Carlos Pérez de Bucaramanga y la Corporación Reiniciar. Esta última, ha denunciado en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, la persecución a la que ha sido sometida la ACVC.

La ACVC ha firmado convenios con varias instituciones de educación superior como la Universidad de la Paz, la Universidad Javeriana, la Universidad Industrial de Santander, el departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional y la Fundación Universitaria del Área Andina, con las que se han adelantado proyectos en diferentes áreas: salud, investigación, educación y proyectos productivos. Igualmente, la asociación ha mantenido relaciones con organizaciones de acompañamiento internacional como Brigadas Internacionales de Paz, Equipos Cristianos de Acción Por la Paz y el Observatorio Internacional de Paz. Asimismo, líderes campesinos han realizado giras por Europa y Estados Unidos, en donde se ha dado a conocer la situación regional y nacional, se han establecido relaciones con ONG’s, parlamentarios, movimientos políticos, entre otros.

El despliegue de las potencialidades como organización campesina

La ACVC ha logrado acumular una importante experiencia organizativa, lo que se convierte en un factor determinante para el despliegue de sus potencialidades. Se ha alcanzado un creciente proceso de organización social en diferentes formas e instancias (grupos, comités, juntas) que posibilita el empoderamiento, la participación y el ejercicio de la democracia de los pobladores de la región. A través de estos espacios, ha sido posible la construcción de región desde las comunidades, las cuales gestionan sus proyectos mediante la formación permanente de experiencias de participación política y exigibilidad de derechos.

Así, la ACVC además de integrar los propósitos de las comunidades de 120 juntas de acción comunal veredales, de cooperativas, comités pesqueros y mineros y colectivos de mujeres y jóvenes; configura un proyecto de alternativas y esperanzas en un momento histórico en el que las fuerzas hegemónicas construyen un relato único sobre los campesinos, quienes aparecen como población carente de propuestas y cuya única alternativa es articularse al mercado capitalista o perecer. En el Magdalena Medio, la ACVC, construye otro de esos mundos posibles.

Un nuevo periodo en la historia de la ACVC (2008…)

Con la detención arbitraria de varios directivos de la ACVC entre septiembre de 2007 y enero de 2008 (34) y el exilio de otros, las fuerzas regionales y nacionales que durante sus 10 años de existencia han buscado por todos los medios, legales e ilegales, desestructurar este proceso de organización social, han afectado tanto a la ACVC como a las comunidades de la región del valle del río Cimitarra.

Para la ACVC esta nueva persecución, hace parte de un proyecto tendiente a “desmantelar a la ACVC y expulsar al campesinado de sus tierras” y dejarlos, como lo expresaron algunos de sus integrantes: “sin conductores de canoas”. En los dos últimos años en el Valle del río Cimitarra han sido asesinados unos 15 campesinos, presentados como “guerrilleros dados de baja en combate”, y se han presentado hostigamientos y detenciones arbitrarias contra los pobladores de la región.

La ACVC reitera que la persecución que sufre obedece a una confabulación de intereses ajenos al campesinado, que buscan su desestructuración y su desaparición política. Por lo anterior, exige la libertad inmediata e incondicional de los campesinos encarcelados y el desmonte del artificioso proceso judicial que busca acabar con la ACVC. Además, convoca a organizaciones sociales, defensores de derechos humanos y a la ciudadania en general a la campaña nacional e internacional de respaldo a la ACVC, con el fin de garantizar su labor de exigibilidad y defensa de los derechos humanos y su lucha por el territorio del campesinado.” (35)

La campaña de solidaridad lanzada por la ACVC a nivel regional, nacional e internacional, es una de las primeras expresiones de esta nueva fase en la historia de su organización. Ese acumulado asociativo, el apoyo de los campesinos de la región, la cooperación internacional y la solidaridad nacional, se convierten en estos momentos en alicientes fundamentales para que esta asociación siga existiendo. Sin lugar a dudas, como en otros momentos, ahora se pone a prueba la capacidad de organización y resistencia para enfrentar no solo la persecución de la que son objeto, sino para sostener el entramado de intencionalidades, relaciones y potencialidades, materializados en numerosos proyectos y formas organizativas en los que participan los habitantes del Valle del Río Cimitarra.

Como lo escribiera, uno de los integrantes del Equipo Técnico de la ACVC, Franco Gómez:

Y a pesar de estos duros tiempos, el trabajo de la ACVC por el campesinado continua: sus proyectos productivos, las trilladoras de arroz, los trapiches paneleros, el proyecto de ganado blanco, el proyecto de búfalos campesinos, el proyecto de cabras, las huertas integrales, el acompañamiento a las juntas de acción comunal veredales, la formación de nuevos líderes campesinos, la conformación de comités veredales de defensa de los derechos humanos, la exigencia del levantamiento de la suspensión de la Zona de Reserva Campesina del Valle del río Cimitarra, la permanente denuncia de cualquier violación de los Derechos Humanos o del Derecho Internacional Humanitario por parte de cualquier actor armando, y muchas otras actividades del plan de trabajo de la ACVC continúan, con los campesinas de la región, con los equipos de trabajo de campo fortalecidos y reestructurados en sus tres seccionales: sur de Bolívar, valle del río Cimitarra y nordeste antioqueño, con el trabajo en la oficina regional en Barrancabermeja, con la junta directiva, con el equipo técnico, con los colectivos estudiantiles universitarios, colectivos de abogados y con organizaciones sociales y de acompañamiento que apoyan a la ACVC, que con tantas muestras de solidaridad y de apoyo siguen dando luces y elementos al campesinado para continuar con su justa lucha.” (36)

A manera de balance

Las distintas voces que componen la historia que hemos logrado elaborar sobre la ACVC, nos permite afirmar que en la praxis de organizaciones campesinas como ésta, se están configurando otras ruralidades, en desafío a las dinámicas que impone el capitalismo actual al espacio rural, en el que se construye socialmente al campesino como un usuario de servicios estatales, un productor y un cliente del mercado. Por ello, a continuación destacamos tres aspectos que a nuestro modo de ver condensan el proyecto que como organización pretenden agenciar.

- Una manera de estar y ser en el territorio. Con la configuración de una Zona de Reserva Campesina –ZRC- en la región, la ACVC busca preservar las tierras campesinas de las presiones del latifundio, del paramilitarismo y las empresas multinacionales con intereses en la zona, así como reactivar la economía campesina, sustituir los cultivos de coca y prevenir el desplazamiento forzado mediante la inversión social en el campo a través de un plan de desarrollo sostenible (37). Pese a su suspensión la ACVC “desarrolla la ZRC de hecho, con una cobertura territorial que incluye el nordeste Antioqueño, el Valle de Río Cimitarra, y Cantagallo y San Pablo, en el sur del departamento de Bolívar, realizando inversiones desde la exigibilidad del dinero público de la cooperación internacional, principalmente proveniente de la Unión Europea. (38)

- Una forma de re-pensar el desarrollo en la región del Magdalena Medio. La ACVC manifiesta que esta región no puede ser estudiada exclusivamente como escenario subdesarrollado de violencia política (39) y sus habitantes pensados solamente como población receptora de programas. En razón a ello, rediscuten la idea del desarrollo y proponen un proyecto político y cultural regional, que no puede ser impuesto desde los tradicionales centros de poder. Por esta razón la ACVC considera que la implantación de monocultivos como el de palma africana, sustituyen ecosistemas de enorme biodiversidad por desiertos verdes de una sola especie. Igualmente, la aplicación masiva de plaguicidas y agroquímicos utilizados, para el mantenimiento de los monocultivos afecta los recursos hídricos de la zona, y por ende la salud de las poblaciones locales (40).

- Una propuesta de formación y trabajo sobre sus memorias y saberes sociales: En organizaciones como la ACVC, se considera importante la formación y reflexión colectiva, particularmente sobre dos tipos de preocupaciones: De una parte sobre temáticas relacionadas con: derechos humanos y derecho internacional humanitario, ética política, impactos regionales del neoliberalismo, análisis de problemas locales y regionales, pensamiento crítico latinoamericano, perspectivas de lucha en los movimientos populares, debate acerca del trabajo de género y la cultura e historia de la ACVC; lo que les permite posicionarse en diferentes escenarios políticos, académicos y sociales en los que participan como organización. De otra parte, con la recuperación de saberes sobre: plantas medicinales, semillas y abonos, usos no convencionales de especies animales y vegetales, técnicas de cacería no predatoria, entre otros; se hace cotidiana su propuesta de vida digna.

Organizaciones campesinas como la ACVC generan nuevos horizontes de esperanza, pues con sus proyectos y propuestas nos recuerdan, que “en un mundo donde parecen haber desaparecido las alternativas, se van construyendo, un poco por todas partes, alternativas que tornan posible una vida digna y decente” (41).

Bibliografía

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GUERRA, Gilberto. 2006. Persistimos en la Zona de Reserva campesina. Prensa Rural.

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PROYECTO NUNCA MÁS. Colombia nunca más: crímenes de lesa humanidad. Zona 14, 1966. Bogotá, noviembre de 2000, vol. 1.

Entrevistas:

Entrevista a Carlos Martínez, líder campesino de la ACVC. Puerto Matilde, Yondó Antioquia, septiembre de 2006.

Entrevista a Gilberto Guerra, coordinador general ACVC Barrancabermeja, Santander, septiembre de 2006

Entrevista a Miguel Gonzalez Huepa, directivo ACVC. Vereda Alto San Juan, Sur de Bolívar. Septiembre de 2006

Entrevista a Miguel Cifuentes, directivo de la ACVC. Barrancabermeja, Santander, septiembre de 2007.

Entrevista a Alvaro Manzano, directivo de la ACVC. Barrancabermeja, Santander, septiembre de 2007.

Entrevista a Mario Martínez, directivo de la ACVC. Barrancabermeja, Santander. Septiembre de 2007.

Notas:

1. “Voces de la historia”, expresión retomada del libro: Guha, Ranahit (2002). Las voces de la historia y otros estudios subalternos. Crítica, Barcelona.

2. Este artículo es una síntesis de uno de los productos de la investigación titulada: “Procesos de formación política y constitución de sujetos sociales en la ACVC” investigación avalada y financiada por la División de Gestión de Proyectos del Centro de Investigaciones de la Universidad Pedagógica Nacional - DGP – CIUP – y respaldada por la ACVC.

3. Nydia Constanza Mendoza y, Sandra Patricia Rodríguez. (2007) Subjetividad, formación política y construcción de memorias. Revista Pedagogía y saberes. Universidad Pedagógica Nacional.

4. Para esta periodización tomamos como referencia la tesis elaborada por Silvia Becerra (2005) Convicción, esperanza y trabajo: La experiencia de una comunidad en resistencia. El caso de la ACVC a la cual le hacemos algunos ajustes basados en las conversaciones sostenidas con integrantes de la asociación campesina.

5. Entrevista a Gilberto Guerra, coordinador general ACVC Barrancabermeja, Santander, septiembre de 2006

6. Proyecto Nunca Más. Colombia nunca más: crímenes de lesa humanidad. Zona 14, 1966. Bogotá, noviembre de 2000, vol. 1.

7. Manuel Alberto Alonso Espinal. Conflicto armado y configuración regional. El caso del Magdalena Medio. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1997. En: Proyecto Nunca Más. Op. cit.

8. Entrevista a Alvaro Manzano, directivo de la ACVC. Barrancabermeja, Santander, septiembre de 2007.

9. Colombia Nunca Más. op. Cit.

10. Dario Fajardo Montaña. (2002). Para sembrar la paz hay que aflojar la tierra. Comunidades, tierras y territorios en la construcción de un país. IDEA – Universidad Nacional.

11. Omar Gutiérrez Lemus. 2004. Desplazamiento forzoso y tenencia de la tierra en San Pablo (sur de Bolívar), Revista Controversia (nueva época) No. 183 Fundación Cinep.

12. Ibán de Rementeria. 1991. Hipótesis sobre la violencia reciente en el Magdalena Medio, En: Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda: Pasado y Presente de la Violencia en Colombia. CEREC, Bogotá.

13. Dario Fajardo Montaña. (2002). Para sembrar la paz hay que aflojar la tierra. Op cit.

14. Esta expresión de la acción colectiva a la postre se convertiría en una de las principales potencialidades de la organización campesina y un elemento de contenido simbólico en las memorias de la ACVC. El nombre de la revista “La Marcha”, da cuenta de esto.

15. Mesa Regional permanente de Trabajo por la Paz en el Magdalena Medio. 1999. Plan de Desarrollo y de Protección Integral de los Derechos Humanos del Magdalena Medio. Barrancabermeja.

16. Entrevista citada a Álvaro Manzano.

17. La defensa integral de los derechos humanos ha sido uno de discursos que ha trabajado la ACVC desde sus inicios, que como lo analiza el Comité Regional de Derechos Humanos CREDHOS, tiene una continuidad con las aspiraciones del campesinado de la región. Véase: CREDHOS 2003 Magdalena Medio, una región de civilidad y resistencia. Enfoque Humanitario: Edición 6. Barrancabermeja, Magdalena Medio Colombia –junio a diciembre. p.6

18. Entrevista a Carlos Martínez, líder campesino de la ACVC. Puerto Matilde, Yondó Antioquia, septiembre de 2006.

19. La estructura de intencionalidades, relaciones y potencialidades es reelaborada a partir de los aportes de: J. Etkin y Leonardo Shvarstein (1989) La identidad de las organizaciones. Invariancia y cambio. Paidós: Buenos Aires.

20. Véase: Mendoza Nydia Constanza y Molano, Frank. (2007). La Educación Rural en Colombia: entre el discurso del desarrollo y los conocimientos otros. Ponencia presentada en el Primer Seminario Internacional de investigación en educación y Pedagogía. UPN. (Sin publicar)

21. Elementos retomados de: Agencia Prensa Rural. 2004

22. Gilberto Guerra. 2006. Persistimos en la Zona de Reserva campesina. Prensa Rural.

23. Los procedimientos fueron los siguientes: La solicitud de la ZRC, elaboración del plan de desarrollo, la audiencia pública, la delimitación geográfica de la ZRC, la presentación de la ZRC ante la junta directiva del Incora.

24. Gobierno suspende Zona de Reserva Campesina de Valle del Río Cimitarra. http://colombia.indymedia.org/news/2003/05/3516_comment.php

25. ACVC. 2007. Somos una asociación que flota. En revista La Marcha. No. 3. enero. pág. 6)

26. http://www.prensarural.org/cahucopana/cahucopana20050825.htm

27. ACVC. 2007. Monsanto Mata: campaña internacional de la ACVC. Agencia de Prensa Rural.

28. ACVC. 2007. Por un modelo de finca integral campesina. En revista La Marcha Edición No. 3 pg. 17-18

29. ACVC. 2007. Las mujeres en la ACVC. En Revista La Marcha No. 3 Enero. pg. 3

30. ACVC. 2008. Saludo de la ACVC al Segundo Congreso de la CCB. http://www.conbolivar.org/index.php?option=com_content&task=view&id=338&Itemid=133

31. Gilberto Guerra. Entrevista citada.

32. Entrevista a Mario Martínez. Barrancabermeja. Septiembre de 2007.

33. Miguel Cifuentes, entrevista citada.

34. Desde el 2003 varios directivos de la ACVC han afrontado procesos judiciales y recientemente, el 29 de septiembre de 2007 fueron encarcelados Andrés Gil, Óscar Duque, Mario Martínez y Evaristo Mena, dirigentes de la ACVC, y la oficina de la organización en Barrancabermeja, allanada. Posteriormente son detenidos y judicializados Miguel González Huepa y Ramiro Ortega. El 24 de abril fueron liberados sin cargos Evaristo Mena, Oscar Duque y Mario Martínez.

35. ACVC. Exitoso lanzamiento de la campaña de solidaridad. http://prensarural.org/spip/spip.php?article1109

36. Franco Gómez. Una cordial y solidaria invitación: ¡sigamos respaldando a la ACVC.

37. ACVC. Somos una asociación que flota. En La Marcha, No. 3, febrero de 2007, pág. 6

38. Ibid. P. 6

39. En el rastreo de información que como equipo de investigación hemos realizado sobre el conocimiento producido acerca de la región, se evidencia que la mayoría de trabajos centran sus análisis en el conflicto armado y la presencia de cultivos ilícitos.

40. ACVC. Los desiertos verdes abonados por la sangre del Magdalena Medio. En: Revista La Marcha, No. 5, julio de 2007. págs. 57-58)

41. De Sousa Santos Boaventura (2003) Crítica de la razón Indolente: contra el desperdicio de la experiencia. Ed. Desclee de Brower. Bilbao.