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Columna de opinión
En Ibagué le decimos no a la megaminería de la Colosa
Juan Pablo Montero / Martes 16 de febrero de 2016
 

Actualmente la nueva división internacional del trabajo tiene a los países “subdesarrollados” en el eslabón más débil de la cadena: representan la fuente de explotación y extracción para sus recursos naturales sin importar los daños sociales, ambientales y culturales de los pueblos que son los más perjudicados en una cadena económica en la que las potencias y las grandes corporaciones ingresan a los territorios para abastecer su sed de poder.

Por su parte no faltan los gobiernos y gobernantes lacayos que sin importar los innumerables problemas sociales y ambientales que arroja la megaminería están del lado de los más poderosos, en detrimento de la calidad de vida de las personas que el capital mide por cifras de ingresos económicos, no por la dignidad de la vida.

Hoy la ciudad de Ibagué, que muchas veces ha sido ajena a todo tipo de problemáticas, se ve avocada a definir si apoya la explotación minera o defiende la vida y el agua. Por tal motivo, desde la administración municipal y las organizaciones sociales, se vienen convocando una consulta popular para decirle NO a Anglo Gold, pero desafortunadamente los intereses de los sectores más arrodillados y recalcitrantes, en complot con algunos medios de comunicación, juegan a sabotear de forma jurídica el sentir de un pueblo que hoy más que nunca pretende pensar con cabeza propia.

Cabría preguntarse ¿cuánto dinero han recibido en sus campañas políticas? ¿por qué el silencio inerme del gobernador ultraderechista ante el caso de La Colosa? ¿cuánta publicidad mentirosa de responsabilidad social pauta Anglo Gold para tener callados a muchos medios de comunicación saboteadores? Son preguntas que hoy se deben hacer para no caer en simples santanderismos sobre si es legal o no la consulta como lo quiere mostrar el debate actual, porque desde mi punto de vista es 100% legítima y los ibaguereños le diremos a la transnacional minera que no los queremos en nuestro territorio, que ellos sobran en el Tolima.

Ahora bien como reflexión debemos pensar qué tipo de ciudad queremos y para esto debemos ir más allá de la consigna; es decir no es simplemente un NO sino además pensar ¿qué buscamos para nuestra ciudad? y en este sentido considero que tenemos dos tareas fundamentales: la primera consiste en proteger el agua porque es fuente de vida y hoy nuestras comunidades la necesitan para sobrevivir. Lo segundo es apostarle al fortalecimiento de la economía familiar campesina para posicionar a Ibagué como una de las despensas agrícolas más importantes del centro del país. Pero cuando hablo de economía familiar campesina significa que debemos apostarle a la identidad cultural del campesinado, que debemos defender el territorio, que debemos trabajar porque su producción sea sana, limpia, agroecológica y que cada uno tenga derecho a la tierra para trabajarla, es decir que Ibagué sea una capital de la producción diversa no de monocultivos y con agroquímicos: esta es la ciudad que debemos pensarnos desde lo rural y para eso debemos fortalecer las organizaciones de campesinos con sindicatos y asociaciones de productores que nos lleven a pensar en una relación armónica entre el campo y la ciudad.