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Mirador
¿Acuerdo sobre lo fundamental?
Carlos A. Lozano Guillén / Miércoles 4 de febrero de 2009
 

El senador Gustavo Petro, en el debate abierto sobre las alianzas y la táctica electoral del Polo Democrático Alternativo, dio a conocer un documento con el título de “Llegó la hora de ser gobierno”. Documento interesante, aunque con falsificación de la historia, además de “centrista”, casi que amorfo o “asexuado” para utilizar el lenguaje de Lucho Garzón. Después de leerlo y analizar su argumentación, se podría decir que le cabe mejor el título de: "Al Polo le llegó la hora de ser gobierno… a cualquier precio".

El documento busca justificar los devaneos políticos de Petro, sin principios ni pretensiones de reformas estructurales en la sociedad y más bien en la idea de llegar al Gobierno a remolque de otros para recibir las migajas de unos cargos burocráticos y hasta de algunas embajadas y cargos diplomáticos, como ocurrió en el pasado.

Decir que Álvaro Gómez Hurtado comprendió las causas de la violencia en Colombia y de la crisis política, social y económica es una burda falsificación de la historia, pues bien se sabe que fue uno de los principales protagonistas de la violencia de los años 50, de la mano de su padre Laureano Gómez y promotor en los años 60 del ataque de tierra arrasada a las regiones agrarias que él denominó “repúblicas independientes” y presionó borrarlas del mapa mediante bombardeos y ataques arteros. Allí se inició la tercera etapa de la violencia en Colombia, que se prolonga hasta el presente, al decir de algunos historiadores y sociólogos.

¿Qué significa la “crisis de impotencia”? Nada que ver con los conceptos gramscianos, que nunca contemplaron el “acuerdo fundamental” con sectores de la burguesía en el objetivo de la transformación revolucionaria. Otros episodios y alianzas en la historia entre “tirios y troyanos” fueron para objetivos concretos y transitorios, por lo demás que traerlos a colación no le queda bien al senador, porque hace rato abandonó la izquierda hacia el centro con la aspiración de encontrar allí los votos que lo hagan grande.

Acuerdo fundamental para retornar a la Constitución del 91, que, en medio de importantes logros en la consagración de los derechos fundamentales y de la participación ciudadana, introdujo el modelo neoliberal, no deja de ser una modesta aspiración para transformar el país, descuadernado y acabado, entre otros, por sus aliados predilectos. La Constitución del 91 no pasó de ser un plato de lentejas, un contentillo efímero. Lo que se requiere es una transformación de fondo, que pase por la paz con democracia y justicia social, por rescatar la dignidad y reivindicar la soberanía y la independencia nacional. Lo demás es quitarle al Polo los principios y colocarlo al servicio de otros.