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Para volver a ver la libertad
David Rabelo Crespo / Viernes 10 de junio de 2016
 

La obra “Ensayo sobre la ceguera”, del premio nobel de literatura José Saramago, es una reflexión profunda que nos enseña hasta que punto puede llegar la degradación humana. Precisamente en la obra mencionada la esposa del optómetra -quien era la única persona que podía ver en ese sitio donde los tenían enclaustrados a todos quienes habían perdido la visión-, después de observar las barbaridades que puede llegar a cometer el ser humano, les dijo: “Si no somos capaces de vivir enteramente como seres humanos, hagamos lo posible para no vivir enteramente como animales”.

Lo anterior sirve para reflexionar en torno al conflicto armado que vive Colombia desde hace cerca de 60 años, con el cual se ha degradado a tal punto el país que quienes han sido víctimas de esta confrontación es la población civil. La guerra ha llevado sufrimiento y dolor a millones de madres y huérfanos, por eso es necesario saludar el esfuerzo que hace el Gobierno Nacional y la insurgencia de las Farc para que, utilizando el diálogo, se pueda conseguir una solución pacífica y civilizada al conflicto interno colombiano. Ahora estamos en esta etapa final, a puertas de firmar el acuerdo de paz, como anhelo del pueblo colombiano, para que las diferencias las resolvamos en medio de las batallas, pero de ideas. Es imprescindible que el gobierno actué de manera profunda para eliminar las razones que dieron origen al conflicto y por lo tanto se requiere generar políticas públicas tendientes a prevenir la violencia y el delito haciendo énfasis en programas dirigidos a la salud pública, educación, empleo, respeto a los derechos humanos y construcción de ciudadanía democrática.

Se deben desarrollar programas focalizados allí donde el narcotráfico, con sus diversos tentáculos, permea a la juventud que es víctima de este flagelo. Después de que estos jóvenes entran a las entrañas del monstruo de la drogadicción, los convierte de víctimas a victimarios; pero no se puede olvidar que el Estado los abandonó sin prestarles la atención debida para que superaran dignamente estos hechos.

En medio de esta reflexión me doy cuenta que estoy cumpliendo 2094 días de estar injustamente encarcelado, el proceso de la ceguera se me ha acelerado al punto que mi visión es casi nula y estoy escribiendo a tientas precisamente al recordar la obra de Saramago. El ser humano es capaz de superar las crisis y dificultades con dignidad, fortaleza y mucha entereza: ese es el proceso que he vivido durante estos casi seis años de encierro. Porque al trasegar por la vida es como navegar por un río caudaloso, cuando caes al agua debes sobrevivir nadando y para ello requieres regular tus fuerzas; y cuando llegas a la cresta de la ola, divisas el puerto donde llegarás. Durante todo este tiempo he venido nadando, cada brazada es un grito de esperanza para que aparezca la verdad y llegue la anhelada libertad que me han quitado durante estos años.

Quiero demostrar que quienes pretendieron degradarme e invisibilizarte, no lo han logrado. Por el contrario sigo batallando a través del arte y la escritura dando a conocer las injusticias que vive Colombia por la justicia parcializada. Una justicia que es capaz de nombrar fiscal a una persona que había sido condenado por crímenes de lesa humanidad y fomentar el oprobioso cartel de los falsos testigos -de los cuales yo soy víctima- para cobrarles a ciudadanos honestos toda una vida dedicada a la defensa de los derechos humanos.

El proceso de paz ha puesto a las víctimas en el centro de la negociación como un elemento fundamental para dignificarlas. Sin duda he sido una víctima (re-victimizado también con mi familia) al sufrir diversos atentados contra mi vida y también al ser encarcelado por un hecho que no cometí. Espero que esa verdad salga a relucir. Hago un esfuerzo por seguir escribiendo, pero me es difícil; sin embargo gracias al apoyo de organizaciones internacionales como PBI y Front Lines Defender voy a ser operado y tengo la esperanza de volver a ver la libertad.