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Razones para el voto por el No en el plebiscito
Leonardo León / Domingo 18 de septiembre de 2016
 

La gran mayoría de organizaciones políticas de todo el espectro ideológico en estos momentos están apoyando el Sí en el plebiscito pues las razones para ello son múltiples desde lo ético, lo económico, lo militar y lo político, con el común denominador de que las campañas aquí buscan mostrar las ventajas de lo que sería un país sin conflicto armado entre las FARC-EP y el Estado colombiano.

Por otro lado, el grupo que lidera el No es mucho más reducido, con una unidad ideológica más o menos homogénea, representantes de un sector social atrasado de la clase hegemónica pero que tienen todavía gran capacidad de aglutinación frente a su ideario del país en todas las clases sociales, sea porque haya una afinidad política o, principalmente, porque logran tocar las emociones de gran parte de la población mediante el engaño.

Hay, entonces, un abismo entre las verdaderas razones que los líderes del sector latifundista y lumpen-burgués para oponerse al fin de conflicto armado y las que le son transmitidas a sus seguidores de las clases subalternas y que éstos asumen como válidas.

El miedo real al fin de la guerra tiene dos vertientes fundamentales, la reducción de ingresos por concepto de las actividades lucrativas que se generan al rededor de la existencia del conflicto armado y el miedo a la verdad, a tener que responder por todos los crímenes cometidos en beneficio de una élite que ha hecho de Colombia el país con la mayor concentración de la propiedad rural del planeta. Mientras tanto, lo que exponen abiertamente es el temor a la impunidad que supuestamente se daría si gana el Sí.

Si bien la lucha armada por parte de las Farc tiene raíces en la pugna por la tierra y contra el poder oligárquico bipartidista, la prolongación de la guerra, sin condiciones objetivas para la toma de poder mediante las armas, se convirtió en funcional para una parte de la élite política que se ha valido del conflicto para traficar armas, acaparar tierras mediante el desplazamiento forzado (el cual a su vez ha aumentado la oferta de mano de obra barata en las ciudades en beneficio de los grandes grupos económicos) y traficar cocaína, aprovechando el lucrativo negocio generado por la denominada “Guerra contra las drogas” que mantiene un precio muy elevado en el mercado, ingresos que han servido incluso para poner presidentes.

Ese sector de la clase dominante, que aún mantiene métodos precapitalistas de acumulación originaria del capital, que ha creado una figura heroica y casi endiosada al rededor de Álvaro Uribe Vélez, se encuentra conglomerada en un partido político, aunque sin duda tiene acciones en los partidos tradicionales y los derivados de estos. Son estos latifundistas, narcotraficantes, especuladores, los que han hecho de la guerra su principal fuente de ingresos, con aliados estratégicos en sectores del capitalismo oligopólico que lograron enriquecerse de guerras pasadas como la de “La Violencia” en la que los campesinos expropiados fueron obligados a vender su mano de obra al capital. Ejemplo de hoy son los corteros de caña, que en vez de heredar las tierras de sus padres y abuelos, hoy tienen que trabajarla como jornaleros en condiciones de semiesclavitud para los que en estos momentos son dueños, entre otras empresas, de la mayor máquina de mentir que haya existido en Colombia: RCN.

Es la excusa del conflicto armado que han usado esos latifundistas, con ejércitos paramilitares, legales o ilegales (como algunas empresas de seguridad privada llamadas anteriormente Convivir o las Autodefensas Gaitanistas de Colombia) para seguir acumulando tierras, controlando negocios y dominando comunidades enteras mediante la explotación o el terror. He ahí porqué no les conviene que se acabe la guerra.

Por otro lado, ese sector de la clase dominante siempre ha sido contrario a formas de justicia real, como la restaurativa, que implica verdad y reparación, mostrando como única posible la cárcel, como una forma de venganza pero que no beneficia en nada a las víctimas. En el actual proceso de paz, es central la verdad como generadora de justicia, verdad que es contraria a los principios de quienes se han apropiado de millones de hectáreas ilegítimamente, que han asesinado a miles de campesinos bajo la modalidad de “falsos positivos”, que han creado falsos héroes mediante el aparato de intoxicación informativa y que bajo argumentos retrógrados se oponen a la legalización de la droga puesto que les dañaría el negocio.

Mientras tanto, la verdad en el proceso de paz ya ha dado sus frutos. Ejemplo de ello ha sido el perdón que líderes de las Farc han pedido a las víctimas de Bojayá y a los familiares de los diputados del Valle asesinados. Todas las víctimas en este caso han dicho que ha sido mucho mejor este acto de justicia que ver a los victimarios en una cárcel sin saber la verdad y sin haber logrado escuchar las peticiones de perdón por estos hechos.

Los argumentos que exponen por el No y que han interiorizado miles de personas de las clases subalternas han sido suficientemente rebatidos en distintas columnas de prensa y que con una lectura juiciosa del acuerdo se puede ver la falacia de lo que la extrema derecha expone. Claro que el aparato de la desinformación, como RCN, sigue instalando la idea de que es mejor seguir con la guerra que alcanzar el silencio de los fusiles.

Además de las mentiras sistemáticas, con fotomontajes, citas falsas, frases descontextualizadas, en las zonas en las que la población ha sufrido la guerra, la extrema derecha ha venido utilizando el terror a través del paramilitarismo, mediante el asesinato en las últimas semanas de varios dirigentes sociales, de organizaciones sociales como Marcha Patriótica y Congreso de los Pueblos, para no solamente evitar la campaña por el Sí infundiendo miedo sino para buscar que entre la misma guerrilla algún sector tenga temor de dejar las armas y así poder justificar su accionar militar.

De todas formas, lo más probable es que el uribismo a última hora alegue falta de garantías en vista de que se está quedando solo, para tratar de bajar la participación y salir a adjudicarse la abstención, mostrando una victoria donde sólo les queda la derrota.

En una próxima entrega expondré las razones por el Sí tanto del movimiento popular como de los sectores hegemónicos.

@ingcritica