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Opinión
Los "sincultura" en medio de dos países
Cindy Lopera / Miércoles 2 de noviembre de 2016
 

Mucho se ha hablado de las aspiraciones de los latinoamericanos por cumplir “el sueño americano” y llegar a como dé lugar al país del norte. No les importa los peligros a los que se deben enfrentar para cruzar por el hueco, el dinero que deben ahorrar durante tanto tiempo para financiar las mafias que controlan el paso fronterizo hacia Estados Unidos; se hacen los de oídos sordos ante las escandalosas cifras de muertes y violaciones de quienes se quedaron en el camino y nunca lograron pasar al otro lado. Aunque hay miles de historias sobre los que dejaron sus vidas en algún punto de los más de tres mil kilómetros de la frontera que separa Estados Unidos de México, nos ocuparemos ahora de quienes sí lograron cruzar e intentan construir sus nuevas vidas en territorio estadounidense.

Algunos lo hicieron por razones políticas, huyeron de las guerras y dictaduras que se presentaron en centro y sur América, para llegar paradógicamente al país donde se maquinaron dichas invasiones militares, buscando un mejor futuro para sus hijos y nuevas oportunidades económicas para los que dejaron atrás. Otros se dejaron seducir por las promesas de abundantes ofertas de empleos y beneficios con los que podrían sacar adelante a sus familias; lo que nunca les dijeron es que esos empleos eran los empleos que otros rechazaban y que las oportunidades eran para unos cuantos, no para todos. Programas como The Diversity Visa Lottery, comúnmente conocida como “the Green Card Lottery” -la lotería de la tarjeta verde-, dejan al azar la posibilidad de resolver su situación jurídica en EEUU para poder trabajar y estudiar de manera legal.

$14 la hora por limpiar una casa, cuidar niños o atender un puesto de comida de alguna de las franquicias de las multinacionales, parecería tentador; pero se convierte en una especie de esclavitud moderna porque para poder pagar los gastos básicos -arrendamiento, transporte, alimentación, servicios públicos- los inmigrantes se ven obligados a tener dos o hasta tres empleos. En caso de sufrir algún percance de salud, deben recurrir a prestamistas ilegales o casas de empeño, pues el sistema de salud se hace incluso impagable para muchos de los ciudadanos estadounidenses. Si desean continuar con sus empleos, deben someterse a abusos y explotaciones por parte de sus contratantes pues siempre está latente el peligro de ser expulsados del país o de ser reemplazados por cualquiera disponible del ejército de reserva que espera una vacante.

Recuperando el idioma, reconstruyendo la memoria

A pesar de este panorama desolador, en cuanto al total irrespeto de los derechos humanos y las leyes laborales internacionales; es preocupante también cómo la situación de los indocumentados deja un vacío cultural en las nuevas generaciones que crecen lejos de sus raíces ancestrales y en algunas ocasiones sin conocer siquiera su idioma natal. Tal es el caso de Albert, un joven trabajador de origen salvadoreño. Su madre lo llevó a Estados Unidos desde muy temprana edad huyendo de la guerra civil que se presentó en el país centroamericano principalmente en los años ochentas. Albert y su madre se enfrentaron a múltiples obstáculos para establecerse y construir un nuevo hogar. Ambos han trabajado arduamente para cubrir las cuentas y actualmente pueden decir que mantienen un adecuado nivel de vida. Tras mucho trabajar, Albert decidió comenzar a estudiar y está optando a un título de ingeniería en una buena universidad. Ahorrando mientras continúa trabajando, intenta pagar los altos costos de su colegiatura porque desea ofrecerle un mejor futuro a su familia.

Entre trabajo y estudio, Albert saca unas horas de su tiempo libre para compartir la enseñanza del español. “Spanish hour” (la hora de español) está dirigido a estudiantes de la universidad que quieren practicar español, ya sea porque tienen raíces latinas en sus familias o porque les interesa la cultura de los países de habla hispana. Entre juegos, conversaciones, canciones y actividades en español, se realiza un intercambio de culturas, más allá de las diferencias políticas o ideológicas que puedan existir entre “los del norte” y “los del sur”.

Una fiesta importada

Colombia y muchos países nuestroamericanos acabaron de vivir una festividad comercial que nada tiene que ver con sus costumbres ancestrales y que repite año tras año los rituales exportados por el mundo anglosajón: la celebración de halloween o día de las brujas. Niños -y adultos- de todas las regiones se visten con disfraces de los héroes de las últimas películas o series gringas y abarrotan los centros comerciales de las principales ciudades para pedir dulces que en últimas resultan en la basura.

Sin embargo en ciertos barrios pobres de ciudades estadounidenses que tiempo atrás le pertenecieron a México, algunos se preparan para la festividad del día de los muertos. Una costumbre mesoamericana en la que además de honrar a la muerte, se le rinde tributo a los antepasados y, con coloridas decoraciones, se les hacen tributos a los familiares fallecidos.

Norma es una mujer alegre, lleva la mitad de su vida viviendo en Estados Unidos, pero no abandona las costumbres de su natal México. Ella y otras mujeres del vecindario comparten con las nuevas generaciones las tradiciones centroamericanas con las que conmemoran el día de los muertos. Carabelas de colores, papeles picados con formas geométricas, medallas de la santa muerte y los infaltables tacos con frijoles refritos acompañan la jornada con la que también se busca arrebatarle jóvenes a las calles. Con actividades culturales como ésta, recuperan sus costumbres, cambian las pandillas y los peligros de la calle por el trabajo comunitario, por la música y la comida, por la satisfacción de trabajar unidos por un mejor porvenir.

De esta forma millones de inmigrantes hispanos se preparan para vivir las elecciones presidenciales del próximo 8 de noviembre. El tema de los indocumentados está en el ojo del huracán; pero ninguno de los dos candidatos presenta propuestas a favor de este importante sector poblacional. Así, los votantes elegirán de manera indirecta -a través del colegio electoral- a quienes decidirán quién será el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos, con la posibilidad de que una mujer ocupe este cargo por primera vez en la historia de este país.

El futuro es incierto para los aproximadamente 12 millones de inmigrantes ilegales que viven en Estados Unidos; pero mientras su situación jurídica se define, seguirán con sus anónimos trabajos contribuyendo en la construcción de mejores oportunidades para quienes siguen optando por cumplir “el sueño americano”.