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Yo estuve en una zona de preagrupamiento de las FARC-EP
Nueva entrega de la serie de reportajes y crónicas sobre “los últimos pasos de las FARC como grupo armado en la región de Urabá”.
Luis Carlos Pulgarín Ceballos / Viernes 23 de diciembre de 2016
 

Acariciadas por el sol del atardecer, tres banderas se mecen lentamente en el viento; como se mecen las horas que van sin afán a ningún lugar. Todo se ha detenido aquí, es el mes de noviembre y la guerrillerada permanece con la expectativa, en la incertidumbre, de lo que puede pasar o no con el proceso de paz. En voz baja y sin mucho ánimo se habla del plan B si no se firman los Acuerdos; a lo mejor prefieren seguir aferrados al anhelo de que la paz no tiene reversa, de que volver a las armas sería un suicidio como lo han comentado en muchos diarios oficiales; prefieren soñar con el regreso al seno de sus hogares, al conjunto de la sociedad civil, a la movilización política, a emprender nuevos proyectos de vida. En el caso de Fabián Ramírez (Jefe del Bloque Sur de las FARC en Caquetá ahora con tareas de mando en Urabá); a pensar en la construcción de una nueva democracia desde el partido político de las FARC; a la construcción de una Fundación que canalice todos los proyectos de inserción de la guerrillerada en la vida social y económica del país.

Izadas las banderas de Colombia, la del departamento de Antioquia y una bandera blanca como símbolo de la paz, indican que en aquel sitio, a orillas del río Murindó, desde donde es posible observar el imponte cerro Care Perro Haykatumá (territorio considerado sagrado para las comunidades indígenas Embera y de gran interés para las multinacionales mineras), se ha erigido una zona de pre-agrupamiento de las FARC en su tránsito hacia la paz. Junto a las banderas, una valla blanca de unos 3 metros de largo que anuncia: Bloque Comandante Efraín Guzmán, en mayúsculas y letra tipo arial black, acompañada de una imagen del mítico comandante sobre el fondo del escudo del grupo subversivo que se concentra allí a la espera de que en el Teatro Colón de Bogotá se firme, entre el gobierno Nacional y sus dirigentes liderados por Timochenko, el nuevo Acuerdo de Paz; el resultante del proceso de cambios y adicciones después del triunfo de los opositores al proceso de paz el pasado 2 de octubre, día en que se realizó el plebiscito y en el que de manera turbia y fraudulenta se impuso el NO a la primera versión de Acuerdos de Paz logrados en la Habana, Cuba.

A la espera de la orden de salida para las zonas veredales y los campamentos donde iniciarán proceso de dejación de armas, es la esperanza, permanecen en esta zona de pre agrupamiento unos 200 combatientes del Bloque Comandante Efraín Guzmán (antes Bloque Iván Ríos), integrado por los Frentes 5, 18, 34, 36, 57 Y 58. En una rutina diaria que los mantiene alejados de la zozobra del posible combate, como hasta hace algunos meses; en tareas diarias que se han ido diseñando para que desde ya se vayan acostumbrando a nuevas actividades, las actividades políticas en las que desembocará el proceso de paz emprendido por las FARC EP, y desde las cuales sueñan hacer la revolución que no lograron con las armas después de más de 50 años de lucha que la hicieron la guerrilla más antigua y más resistente del mundo.

A las diez de la noche se apagan las plantas eléctricas y todo queda en absoluto silencio, solo los sonidos naturales de un río que se acelera en su cauce por la lluvia, el ruido de las gotas de agua sobre el plástico de cada cambuche donde duerme la guerrillerada, el zumbido de los zancudos y mosquitos que logran filtrase a través de los toldillos, de vez en cuando los pasos o el carraspeo de uno de los combatientes que están en la guardia nocturna. Todo es oscuridad, de vez en cuando, el rayo de luz de una linterna que anuncia el paso de quienes han sido asignados para la seguridad en turnos de tres horas.

Antes de apagarse las plantas de electricidad, después de una formación rápida de combatientes, que no pierde vigencia en los Frentes y sigue siendo disciplina militar de un ejército en rebelión; la guerrillerada ha estado en múltiples actividades propias del ocio o el descanso; algunos acceden al internet desde sus celulares, otros en grupos hacen sus propias tertulias, otros simplemente escuchan música. Mientras suena el estridente golpeteo de las fichas de un juego de dominó en el que distraen su noche varios guerrilleros, los comandantes Benkos Biojó y Pablo nos explican a un periodista independiente de Inglaterra y a mí las dinámicas de la minería informal en el Chocó. Benkos Biojó (conocido por algunos como el comandante Pablo Atrato, jefe del frente 57), tiene el mapa del Chocó en su cabeza, conoce como a las palmas de sus manos la cartografía minera del Chocó, es su tema, y tiene proyectos de cómo hacer una minería sostenible y que evite la desaforada explotación minera que se avecina desde las concesiones realizadas por el gobierno a distintas multinacionales en las zonas en que estaban las FARC-EP. Habla de experiencias cooperativas de mineros informales, satanizados al nivel de criminales por el gobierno y la prensa nacional, que en zonas como Neguá y Río Quito (Chocó) permitirían una minería escalada y de acción alterna de reparación a los daños directos y colaterales que pueda sufrir el medio ambiente.

Inicio de una jornada

A las dos de la madrugada se empiezan a escuchar voces. Quienes tienen la misión de la guardia empiezan a encontrarse con quienes tienen el turno de la ranchería, para el nuevo día. Madrugan a preparar el desayuno y el primer café para 200 personas que empiezan a levantarse a eso de las 4 de la mañana, antes de que a las 4:40 suene la sirena que les está indicando que ya todo el mundo debe estar en pie y alistándose para estar a las seis en punto en el “aula”, lugar de debates y procesos formativos desde los cuales se analizarán aspectos de la vida nacional e internacional, también desde donde se harán reflexiones del nuevo papel de las FARC EP después de la dejación de armas.

Cuatro combatientes ¿ex combatientes ya?, tiene la responsabilidad de la “rancha” (la comida), por este día preparan los plátanos para hacer patacones, que acompañados de huevo revuelto o de carne serán el suculento desayuno del Bloque. Son las tres y media de la madrugada, mientras me tomo un café observo los rancheros, tres muchachos y una muchacha; muy jóvenes, trigueños dos de ellos, afros un chico y la chica; ella de acento chocoano. “Dura la jornada que empieza para ustedes ¿no?”, les comento/pregunto, a lo cual responde rápidamente la chica en su acento chocoano y mientras bailotea un son que suena desde su aparato celular -sin dejar de pisar patacones para luego echarlos en la sartén-: Aquí nadie puede quejarse, nadie nos obligó a estar aquí, venimos porque quisimos y ahora el deber es cumplir.

La dieta de las comidas

Se supone que a estas alturas el sostenimiento de las FARC debe estar bajo la responsabilidad del Gobierno, pero los procesos burocráticos que suelen amañar las contrataciones públicas, y el incumplimiento de algunos contratistas en algunas zonas del país, ha hecho que las FARC sigan siendo responsables del bienestar integral de sus combatientes.

La dieta o el menú diario puede resumirse de la siguiente manera: desayuno: Arepa con huevo, otros días: Patacón con huevo o carne. Bebidas: café, milo o refrescos. Almuerzo y comida: Yuca y carne, Plátano cocido y carne o pescado, Arroz y pescado, Papa o yuca con pescado, Arroz y lenteja con atún o con carne. A la media mañana y en la tarde: Refrigerios compuestos por café con leche o agua de panela, o un refresco con empanada algunas veces, con algún frito otras veces. Al menos esta fue la dieta durante los días de realización de la presenta crónica.

¿Y de las jerarquías?

Sin negar que hay un sumo respeto de la guerrillerada por sus comandantes; ahora, tal vez no siempre fue así, hay un trato de igual a igual en el Bloque. No pareciera haber preferencias, no hay cambuches que marquen diferencia, por ejemplo; también a la hora de la comida, cuando suena la alarma para que la guerrillerada se dirija al “rancho”, cada uno con su plato, olla o portacomidas, desde el guerrillero raso hasta el comandante, salen a hacer la fila, pues aun siendo dirigente se arriesga con quedarse sin comida sino la reclama a su tiempo.

A la hora del baño, todos al río por igual. Para hacer del cuerpo: todo ese monte que queda de la zona de cambuches para allá es letrina, para todos por igual, sin diferencias.

Los cambuches, armados con madera y plástico, verde por los laterales y negro para las veces de techo; las camas son tablas o guadua sobre bases de troncos de madera, colchoneta delgada, sabana y toldo para ponerse a salvo de los mosquitos en la noche. No hay puertas, no hay encerramientos, no hay asomos de privacidad, aún el sueño y la noche que deberían ser íntimas, parecen públicas o al menos, colectivas. En la mañana, al levantarse se deshacen las camas, muchos de los cambuches son en el día lugar de reunión u “oficina” o “Aula”.

Fabián Ramírez tiene con Marcela, su compañera, un cambuche, que en el día hace las veces de oficina de comunicaciones; desde allí se bajan noticias e informes a las que acceden desde internet, para las actividades de aula de las mañanas. Desde esta improvisada oficina también se hacen gestiones propias del proceso de paz y del sostenimiento de la guerrillerada misma. También se usa para recibir algunas clases, como por ejemplo las que reciben la compañera sentimental de Fabián Ramírez y la guerrillera Lediz, sobre cómo editar videos; pues ambas tienen la tarea de realizar el registro fotográfico y fílmico de actividades del Bloque en este tránsito hacia la paz.

El comandante Isaías Trujillo tiene su dormitorio en el “aula; la única carpa de gran proporción que hay en el campamento. Y así, colectiva, es la estructura del campamento, todo pareciera estar para el uso de todos, al menos de lo que se necesite para vivir en comunidad y que sea útil para este proceso de adaptación a sus nuevas vidas.

Los días siguen el cauce de sus rutinas y la muerte de Fidel Castro

El Comandante Isaías Trujillo (Integrante del Estado Mayor de las FARC y principal jefe del bloque Comandante Efraín Guzmán), mira a primeras horas de la madrugada las noticias del día, desde una pequeña computadora, no puede ocultar su preocupación por el silencio del proceso de paz; las informaciones sobre lo que se desarrolla en las altas esferas del gobierno y sus propios dirigentes en las FARC, no fluyen con la rapidez que se necesita para dar tranquilidad a la guerrillerada en las regiones. Al igual que a los comandantes Jimmy (del Frente 34) y Fabián Ramírez, le preocupan las muertes violentas de más de un centenar de líderes de oposición y de Marcha Patriótica, en silencio pareciera que ven el augurio de lo que podría ser el destino de muchos guerrilleros una vez desmovilizados, en un país donde aún no se superan los odios y la sed de venganzas, donde podría repetirse el fenómeno criminal que exterminó la Unión Patriótica, donde no se comprenden los orígenes del conflicto armado y sobretodo, donde hay demasiados intereses en la continuidad de la guerra. Para esta época, permanecen a la expectativa de las investigaciones y diferentes versiones sobre la muerte de dos guerrilleros en César, a manos de dos francotiradores del ejército nacional. Estos son, entre muchos otros, “los sapos” que se tragan las FARC, el origen de las incertidumbres que no logran aminorar sus anhelos de paz.

En la misma madrugada mientras los comandantes Pablo y Benkos se alistan para salir hacia zonas cercanas de Bojayá y Arquía, a donde llevarán copias de los últimos Acuerdos para que sean estudiados por los combatientes que están en esos lares, el resto de la tropa guerrillera se apresta para vivir la rutina de los últimos días en armas. Empiezan teniendo la noticia de que ha habido una reforma, una Fe de Erratas a los Acuerdos, un remiendo a un artículo, según un comunicado conjunto del Gobierno y los negociadores de las FARC. Hay sorpresa y presentimiento de que los Acuerdos sean presa de futuros nuevos remiendos, de que hayan nuevas Fe de Erratas y esto sea el resquicio por donde se filtren los incumplimientos por parte del gobierno para con lo pactado. Ese es el tema de análisis del día en el Aula.

En las horas de la tarde, la guerrillerada se distrae jugando fútbol y baloncesto, en improvisadas canchas a la orilla del río, mientras Marcela y Lediz, terminan de editar un video sobre la celebración que hiciera la guerrillerada de los 52 años de existencia de las FARC-EP. En la noche, asistirán a una jornada de cine forob que el Comandante Fabián Ramírez ha preparado para concluir la semana, y donde -al igual que todo cine club que se respete- habrá bebida cola (de una empresa regional) y maíz pira.

Al día siguiente vivirán la sorpresa dolorosa de la muerte del Comandante Fidel Castro en Cuba, a quien muchos combatientes de las FARC no sólo consideran su inspirador sino que también su protector y aliado durante todos estos años de negociación de paz con el gobierno. Desde las 4 de la mañana del día siguiente estarán pegados a un televisor observando la transmisión que hace el Canal Telesur del triste acontecimiento. Por este día se aplazan todas las actividades programadas y habrá cátedra sobre la vida y obra del comandante Fidel. En medio de la conmoción se escucha decir entre la guerrillerada, a manera de consuelo, cómo es que Fidel esperó la firma final de los Acuerdos de Paz en Colombia para irse a descansar en la eternidad, quizás se haya ido con la satisfacción de ésta, su última acción histórica para la revolución latinoamericana como un legado de paz para las generaciones futuras de Colombia.