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Opinión
Comprender las marrullerías de la oligarquía de cara al 2018
Hay que tener claro que Santos y Uribe la misma mierda son. Hay que mirar el 2018 con mucha imaginación, con mucho desprendimiento, pero sobre todo con conciencia social y de clase. Ese es el gran desafío.
Nelson Lombana Silva / Viernes 6 de enero de 2017
 

Todo indicaría que la oligarquía unida trabaja para que el uribismo retome la presidencia de nuevo en el 2018. Su mejor peón es el santismo con Santos a la cabeza. Al parecer el único que no entiende la jugada es el senador Jorge Enrique Robledo, o si la entiende se hace el de la vista “gorda”.

Como en Fuente Ovejuna: Todos contra uno. En este caso contra el arribo victorioso al escenario político de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP). La oligarquía colombiana además de criminal es cobarde, miedosa, temerosa. Teme perecer en su misma salsa.

La supuesta confrontación entre Santos y Uribe no es más que una comedia de pésima calidad, que busca minimizar el papel de la auténtica oposición que encarna la propuesta de las FARC-EP y la verdadera izquierda colombiana. El temor es mayúsculo.

Utilizando su descomunal poder mediático polariza al país entre lo mismo y lo mismo, con el oculto interés que el uribismo con o sin Uribe vuelva al Palacio de Nariño.

Sobre este jueguito siniestro se pronunció Wilson Saavedra, comandante del Bloque Occidental “Alfonso Cano” de las FARC-EP durante la vigilia nacional por la paz el año pasado. “Creo que es una de las tácticas de la política; pero, sobre todo, de la politiquería” [1].

El dirigente fariano amplía su opinión en los siguientes términos: “Mostrarle al pueblo una contienda entre dos corrientes ideológicas del mismo lado, que pueden tener algunas diferencias como personas o en algunos conceptos de opinión, pero ideológicamente están del mismo lado. Allí no hay ningún enfrentamiento”.

El comandante Wilson Saavedra da en el blanco exacto al interpretar este juego mediático de dar la impresión de que existe disparidad o contrariedad entre Santos y Uribe al señalar en el mismo texto: “Se ha querido mostrar eso para manejar el tema de la oposición. Hoy en día en Colombia –subraya– ya no es la izquierda, sino un sector de la derecha contra la misma derecha. Son manejos mediáticos para confundir a la gente” [2].

Y al parecer uno de los confundidos es precisamente el senador Robledo con sus salidas en falso y sus declaraciones tan descontextualizadas del momento histórico que está viviendo Colombia.

Esas andanadas del régimen calan en la masa amorfa y analfabeta del pueblo colombiano. Por estos días tuvimos una discusión con un grupo de amigos proclives a la izquierda sobre todos estos temas del momento y precisamente sobre la discusión Santos-Uribe, varios del grupo coincidieron en decir que Santos era el bueno y Uribe el malo.

Cuando escucharon nuestra opinión y dijimos que Santos era tan criminal como Uribe, incluso más peligroso que el narcotraficante número 82, primero el ambiente fue de perplejidad y segundo de rica discusión en la que salieron elementos que alimentan la discusión política y el momento crucial del país ad portas de comenzarse a materializar el proceso de paz.

Se trataba de despejar esa falsa percepción de que un sector de la burguesía es proclive a la paz. Era clarificar el concepto de paz. El mismo comandante Wilson Saavedra, indica: “Todos quieren hablar de paz y de paz, pero hay que profundizar en qué tipo de paz. Puede haber una paz espiritual y eso ya es paz”. Agrega: “Aquí queremos una paz con apellido: Una paz con justicia social. Una paz donde se garanticen los cambios sociales en el país, donde no mueran más niños de hambre, donde los recursos naturales sean nuestros, sean nacionalizados para que de allí podamos sacar nuestros recursos para sostener a los colombianos. Que la educación no sea un negocio, que haya trabajo digno. Ese es el tipo de paz que nosotros queremos” [3].

¿Será que el presidente Santos está interesado en la implementación del proceso de paz suscrito en La Habana y firmado en el teatro Colón de Bogotá finalmente? Por supuesto que no. Ejemplos a la vista en cantidades. Él, en representación de la burguesía, va es por los fierros de la guerrilla. Es lo que le interesa.

Eso lo tiene claro también el comandante fariano del XXI Frente, Donald Ferreira cuando afirma: “El Gobierno nunca estará interesado en resolver los problemas económicos profundos del pueblo colombiano. Él está interesado es en cumplirle al Fondo Monetario Internacional, a la banca mundial, a sus políticas neoliberales, terminar su gobierno con engaño y luego construir otro para seguir engañando” [4].

La lentitud con que el presidente Juan Manuel Santos asume sus compromisos adquiridos con el proceso de paz con las FARC-EP, la lentitud para iniciar los diálogos con Ejército de Liberación Nacional, la lentitud para anunciar realmente una estrategia real para desmontar el paramilitarismo y la agilidad para masacrar al pueblo con la nefasta reforma tributaria, nutre los leoninos y negros propósitos del uribismo.

Hay que desenmascarar esa pérfida trama de la clase dominante. La izquierda multiplicarse para desalienar al pueblo colombiano, asumiendo una postura consecuente con los intereses del pueblo, fortaleciendo la unidad. No hay otro camino. Hay que tener claro que Santos y Uribe la misma mierda son. Hay que mirar el 2018 con mucha imaginación, con mucho desprendimiento, pero sobre todo con conciencia social y de clase. Ese es el gran desafío.

[1Lombana Silva, Nelson en: La otra versión acerca de las FARC-EP. Reportajes. Página 28.

[2Ibíd. Página 28.

[3Ibíd. Página 30.

[4Ibíd. Página 8.