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Opinión
Los anuncios de Donald Trump
Los enemigos del proceso de paz son también de carácter internacional. Eso lo debería entender el pueblo colombiano para asumir una postura mucho más activa y unitaria en la dinámica de exigir del Gobierno nacional el cumplimiento del acuerdo.
Nelson Lombana Silva / Lunes 23 de enero de 2017
 

Los anuncios del presidente de los Estados Unidos en relación con el proceso de paz que se trata de comenzar a implementar en Colombia reflejan claramente la dependencia de Colombia del imperialismo norteamericano. No tiene el Gobierno nacional pulmones propios, lo cual debe generar preocupación en el pueblo colombiano y en el mismo movimiento insurgente, que sueñan con un país en paz y en sana convivencia. “El que se viste con ropa ajena en la calle lo desvisten”, dice el adagio popular. Seguramente, los Estados Unidos van a aprovechar la coyuntura para condicionar aun más al Gobierno colombiano en favor de sus intereses imperialistas.

Sabemos que la dependencia de la nación colombiana a los dictámenes de ese país data de 1825 con la consigna de “América para los americanos”. El único país que pudo sacudirse de ese dominio fue Cuba a partir del 1 de enero de 1959 con el liderazgo del comandante Fidel Castro Ruz. Este país caribeño henchido de dignidad y patriotismo, a 90 millas, enfrentó el poder omnipotente de los gringos. Lo que indica que no son invencibles, pero sí hay que tener unidad y movilización del pueblo debidamente politizado.

Donald Trump hace causa común con el jefe del Centro Democrático. Son de la misma ralea. Todo jugará en el pérfido propósito de impedir la implementación del proceso de paz en Colombia con las FARC-EP. Por supuesto que el presidente Santos no es ni indiferente, ni inocente de las medidas que se vienen cocinando en las alturas del gobierno estadounidense. Santos es un tahúr profesional. Sabe la tarea que le impuso su clase social.

Así las cosas, los enemigos del proceso son también de carácter internacional. Eso lo debería entender el pueblo colombiano para asumir una postura mucho más activa y unitaria en la dinámica de exigir del Gobierno nacional, principalmente, el cumplimiento del acuerdo aprobado en La Habana y firmado en el teatro Colón de Bogotá.

Lo más posible es que Estados Unidos humille una vez más la soberanía nacional y saque partido a cambio de miserables dádivas, las cuales serán cobradas con intereses onerosos. Todo sucede porque tenemos una clase dirigente que habla español pero piensa en inglés. No tiene pulmones propios.

Tampoco se puede entender que Barack Obama era el bueno. Nada de eso. Lo cierto es que Estados Unidos no maneja relaciones humanas sino intereses económicos. El problema así no es de personas, es de sistema político.

¿Exigirá más bases norteamericanas en Colombia? ¿Exigirá más apoyo colombiano para agredir a los países limítrofes? ¿Exigirá más colombianos en extradición? ¿Solicitará más libertad para sus multinacionales y transnacionales en este país? Todo es posible, por lo tanto hay que estar alerta. La burguesía colombiana no es de fiar, por cuanto es pusilánime y genuflexa a los Estados Unidos.

Se complejiza la implementación del proceso de paz en Colombia. El pueblo se debe movilizar en defensa de su implementación. No hay duda.