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Una caricatura de Neruda
“Una historia que prefirió la imaginación al pie de página”
José Luis Díaz-Granados / Domingo 29 de enero de 2017
 
Luis Gnecco como Pablo Neruda, en primer plano. Foto: The Orchard

Se acaba de estrenar en las salas de cine de Bogotá la película titulada Neruda, coproducción chilena, francesa, española y argentina, dirigida por Pablo Larraín, con guión del dramaturgo Guillermo Calderón y protagonizada por Luis Gnecco (Neruda), Gael García Bernal (Peluchonneau), Mercedes Morán (Delia del Carril), Pablo Derqui (Víctor Pey) y Michael Silva (Álvaro Jara), con dirección artística de Estefanía Larraín y música de Federico Jusid.

Se trata del monólogo interior de un policía secreto o director de investigaciones llamado Óscar Peluchonneau (uno de los testaferros del gobernante chileno Gabriel González Videla ¡Tú, maldito, escribe Neruda en Canto general, entre Escamilla y Cuevas, Peluchoneaux (sic) y Poblete!), cuya obsesiva función es la de capturar al poeta y senador comunista Pablo Neruda, entonces fugitivo en su propio país, debido a la cacería de brujas decretada por Videla, quien había sido elegido dos años atrás gracias al voto de los comunistas.

La película está centrada en acontecimientos históricos ocurridos entre 1946 y 1949, cuando González Videla ordena perseguir con saña a los comunistas, especialmente al autor de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, por quien siente envidia enfermiza debido a su carisma, popularidad y prestigio internacional.

El siniestro personaje, luego de haber logrado situarse en “un espectacular izquierdismo”, nombra a Neruda jefe de propaganda de su campaña presidencial. Videla es elegido presidente y el poeta, de manera simultánea, senador por las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Una vez posesionado Videla, comienza a poner en práctica el dictamen del gobierno norteamericano de perseguir a todos los dirigentes, militantes de base y luchadores sindicales comunistas y socialistas, mandato que en forma similar asumen otros gobernantes de América Latina.

En Bogotá se unieron Moriñigo, Trujillo, / González Videla, Somoza, Dutra, y aplaudieron…, se le oye recitar a Neruda estos versos del poema Que despierte el leñador, en algún momento de la película.

Las denuncias del poeta

Ante la felonía de Videla, Neruda inicia una serie de debates en el Senado, denunciando la feroz persecución a sus camaradas (Carta íntima para millones de hombres y Yo acuso reúnen la totalidad de esos debates), quienes son encarcelados y torturados en el tenebroso campo de concentración de Pisagua. Uno de los verdugos uniformados aparece en la película como “un oficial muy astuto de ojos azules llamado Augusto Pinochet”.

Pero el personaje principal de la película es el policía Peluchonneau, un hombrecillo torpe, insignificante y ridículo, hijo de una prostituta de burdel, quien atribuye la paternidad del detective al fundador de la institución investigativa, uno de sus muchos clientes. A este introvertido vigilante se le ha encomendado, por orden expresa de Videla, la captura o muerte del poeta y senador, quien, luego de las denuncias, es desaforado de su cargo parlamentario y obligado a convertirse en fugitivo.

Pero la estrategia del Partido en los constantes cambios de alojamiento del poeta logra burlar la persecución de la “inteligencia” gubernamental. En cada sitio de donde Neruda ha escapado minutos antes el sabueso encuentra siempre una novela policial, lo que hace que sienta por el bardo un permanente sentimiento de amor y odio.

Un falso Neruda

En este sentido, la actuación de Gael García es impecable. En cuanto al personaje encarnado por Luis Gnecco, Neruda no deja ser una caricatura de lo que en realidad era y representaba para su país y el mundo. En el film éste es mostrado como un personaje cómico, grotesco, farandulero, dado a los excesos alcohólicos y a las orgías descomedidas, que desacata las indicaciones de su Partido, que trata con desprecio a los camaradas encargados de su seguridad, entre ellos al joven comunista Álvaro Jara, quien con los años se convertiría en uno de los más serios y prestigiosos historiadores de Chile y que cuando inicia su parábola política se convierte en el hazmerreír de los elegantes y trascendentales miembros de la derecha aristocrática de su país.

Es posible que este Neruda, al igual que como ocurrió en Il postino, la película basada en la novela de Antonio Skármeta, corresponda a la persona que imaginaba Mario Ruoppolo, el joven que le llevaba las cartas. O sea, en el caso que nos ocupa, un producto delirante en el imaginario del sensible y acomplejado perseguidor.

Porque resulta que por momentos se ve una historia falseada Maruca Haagenar, la primera esposa de Neruda, seducida por Peluchonneau; la culta y delicada pintora Delia del Carril convertida en frívola y frustrada seductora del vate, y éste, desde su debut político en los orinales del Senado en la época del Frente Popular de Pedro Aguirre Cerda (1938) hasta su rimbombante llegada a París en 1949, con una permanente actitud de guasón impertinente y chabacano.

Algo similar ocurrió con películas que se proyectaron sobre Picasso y Chaplin, en donde, además de exhibir los supuestos desenfrenos eróticos y temperamentales de estos dos genios del siglo XX, también fueron motivo de burlas y desaires por sus preferencias políticas. Y en cuanto a la película Neruda, como lo expresa de manera acertada Rodrigo González, se trata, simplemente, de “una historia que prefirió la imaginación al pie de página”. Para bien o para mal.