Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Opinión
¡Qué oligarquía tan pusilánime y mentirosa!
Nelson Lombana Silva / Jueves 9 de noviembre de 2017
 

Los abuelos afirmaban que no había persona más cobarde que el criminal, él es guapo pero teniendo a su oponente amarrado, amordazado e indefenso. Eso han sido los paramilitares, eso ha sido la oligarquía colombiana y eso ha sido el imperialismo estadounidense.

Han entrado en pánico porque la guerrilla cambió de modus operandi en su plan estratégico de la toma del poder y la construcción del socialismo en Colombia. Como en Fuenteovejuna se ha unido para impedir el avance de la lucha revolucionaria que encarna el Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc).

Hace muy poco se invertían inmensas fortunas de dinero en publicidad pidiéndole a la guerrilla que volviera a la legalidad, que cambiara las balas por votos, la lucha armada por la lucha política. Hoy que ha sucedido, esos mismos medios de comunicación desatan una enfermiza campaña para satanizar el arribo de la insurgencia armada a la lucha política.

En un acto de extrema hipocresía y doble moral colocan el grito en el cielo porque dicho Partido ha anunciado la precandidatura presidencial del camarada Timoleón Jiménez. Qué miedo a perder su sucio y mezquino poder que ha ostentado durante tantos años en forma tan inhumana y vergonzosa.

Además, esta es una oligarquía mentirosa y traicionera. Se firma el proceso de paz entre este movimiento guerrillero y el Estado y cuando todo el mundo pensaba que iba a debilitar un poco el rubro de guerra y se iban a fortalecer rubros como educación, salud, ambiente, etc., sucede todo lo contrario. Juan Manuel Santos aumentó el presupuesto para la guerra en varios billones de pesos para el año entrante y disminuyó renglones vitales como salud, educación, ambiente, cultura y deporte. Todo indica que mientras Santos cacarea la paz a su modo de pensar, se arma peligrosamente.

Más tropas de EEUU en América Latina: señales de una invasión

Por estos días, también se ha venido denunciando unos ejercicios militares provocadores en la Amazonía con soldados de Brasil, Perú, Colombia y los Estados Unidos. De igual manera, se habla de una fosa gigantesca en la Macarena que al parecer sería la más grande en Latinoamérica donde hay miles de personas enterradas.

La oligarquía colombiana en vez de contribuir a aclimatar la paz cumpliendo cabalmente lo pactado en La Habana como viene cumpliendo las Farc, sube la tensión a favor de la guerra y de la violencia. Es decir, mientras de dientes para afuera habla de paz, de dientes para adentro profundiza la violencia, usando para ellos los medios de comunicación, las religiones y su engendro paramilitar.

Los medios están abiertos para partidos de la muerte como el Centro Democrático y su jefe el paramilitar Álvaro Uribe Vélez, lo mismo que los grupúsculos de la derecha corroídos hasta los tuétanos por la corrupción.

Estos medios masivos de comunicación estimulan el odio, el rencor y el analfabetismo político a extremos inauditos.

Esta burguesía tras de ladrona, bufona, porque si hay un responsable en Colombia de la existencia de la insurgencia armada, es precisamente esta burguesía. Mientras los campesinos del sur del Tolima en 1964, pedían a gritos caminos, puestos de salud, escuelas, créditos blandos y puentes, la respuesta del gobierno nacional fue la implementación del plan Latín América Securety Operation (Plan Laso), concebido y orientado por los Estados Unidos, plan de tierra arrasada, en el cual se utilizó armas bacteriológicas contra 48 campesinos liderados por Manuel Marulanda Vélez.

Para defender sus vidas y las vidas de sus familias y la comunidad de la zona, estos 48 heroicos marquetalianos se tuvieron que transformar en guerrilla móvil y luchar para defenderse.

En vez de pedir perdón por semejante postura, hipócritamente monta toda una parafernalia infame para pasar hábilmente de victimaria a víctima. Hoy se presenta como la buena del paseo y la insurgencia armada como la mala del paseo, cuando honradamente la realidad es totalmente al revés.

El temor de ser desenmascarada ante 48 millones de colombianos y colombianas, llega la burguesía a montar todo ese tinglado para desinformar y pretender presentar los hechos al revés. Claro que esto no ha sido nada nuevo.

Sin embargo, la historia sigue su curso normal. Avanza. Un nuevo país se vislumbra por cuanto los tiranos son efímeros y los pueblos eternos. El pueblo sabrá develar más temprano que tarde la gran emboscada de esta clase política apátrida que ha entregado hace rato la soberanía nacional a los Estados Unidos permitiendo la instalación de más de 21 bases militares en Colombia, lo mismo que el regalo de los recursos naturales a las multinacionales y transnacionales colocando en entredicho el ambiente y la pacha mama.

Es hora que las izquierdas en Colombia se unan y todas se pongan al frente de la lucha ideológica, denunciando las infamias de este régimen y anunciando que un nuevo país construido entre todos y por la base sí es posible. El árbol no puede ser impedimento para ver el bosque. Manos a la obra.