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Chechenia, ¿problema resuelto?
Rupert Wingfield-Hayes / Jueves 16 de abril de 2009
 

Después de dos guerras y 15 años de un conflicto sangriento, Rusia declaró el fin de lo que define como "operaciones antiterroristas" en Chechenia.

En 2002 la ONU definió a Grozny como "la ciudad mas destruida del planeta".

A simple vista, esto podría interpretarse como una victoria para el Kremlin.

La versión oficial rusa dice algo así como: "después de años de ardua lucha, la amenaza terrorista en Chechenia ha sido neutralizada. La paz reina nuevamente en la república chechena, y las tareas de reconstrucción están en plena marcha".

Esto es lo que ha dicho por televisión el joven presidente de Chechenia, el pro ruso Ramzan Kadyrov.

"No hubo ni un sólo atentado terrorista en 2008", afirmó Kadyrov. "Hace rato que los chechenos se han olvidado de la guerra. Estamos desarrollando, construyendo y restaurando la economía de la república".

Según Kadyrov sólo quedan entre 50 y 80 combatientes rebeldes en las montañas.

Desastre

Muchos se preguntan hasta cuándo durará la lealtad de Kadyrov hacia Moscú.

La primera guerra rusa en Chechenia, a mediados de los ’90, fue un desastre.

Miles de reclutas rusos mal entrenados fueron eliminados a mansalva cuando intentaban recuperar la república musulmana por la fuerza.

Después de dos años Moscú se vio forzada a negociar un alto el fuego.

En 1999, el entonces primer ministro de Rusia, Vladimir Putin, lanzó una segunda ofensiva. Durante los enfrentamientos, Grozny -la capital de Chechenia- fue hecha pedazos. Más de un tercio de la población chechena huyó del territorio. En 2002, la ONU definió a Grozny como "la ciudad más destrozada del planeta".

En ese momento, varios líderes chechenos -de gran jerarquía- optaron por desertar, el más importante fue Akhmad Kadyrov, el antiguo jefe mufti (o líder religioso de alta jerarquía) de la república chechena.

El Kremlin respondió cambiando de estrategia.

En 2003, Akhmad Kadyrov se convirtió en presidente de Chechenia. Su estrategia consistió en dividir al movimiento rebelde. A aquellos a los que se logró persuadir -o comprar- se les garantizó una amnistía y un trabajo en las fuerzas de seguridad chechenas. Los que se negaron a cambiar de bando fueron perseguidos y asesinados.

Miedo

Un año más tarde Akhmad Kadyrov murió en un atentado con bomba en el estadio de fútbol de Grozny.

Tras su muerte, Moscú puso los ojos en su hijo Ramzan, un ex combatiente rebelde sin mucha educación que demostró ser un defensor inexorable de la causa rusa. Ramzan Kadyrov era el cabecilla de un ejército privado de ex combatientes rebeldes, conocido con el nombre de Kadyrovtsy.

Se cree que la mezquita de Grozny es la más grande de Europa.

Agrupaciones defensoras de los derechos humanos, como Memorial, acusan a esta organización de llevar a cabo abusos sistemáticos, secuestros, torturas y asesinatos.

En los últimos ocho años han desaparecido miles de jóvenes chechenos.

Hoy, con 32 años de edad, Ramzan Kadyrov es presidente de Chechenia. El miedo es el arma que utiliza para gobernar a esta pequeña república. El año pasado varias organizaciones defensoras de los derechos humanos informaron del inicio de una nueva campaña contra los sospechosos de estar uniéndose a los rebeldes.

Se habla de grupos de hombres armados y enmascarados que queman las casas de las familias cuyos jóvenes integrantes se "han ido al bosque".

Al mismo tiempo, Moscú ha invertido millones de dólares en la reconstrucción de Chechenia.

Grozny se ha levantado de sus ruinas a una velocidad asombrosa. En el centro de la ciudad hay un mezquita enorme. Se cree que es la más grande de toda Europa.

Pero aunque Moscú y sus aliados locales hayan logrado pacificar Chechenia, los problemas aún no han terminado.

Kadyrov mismo ha admitido que el desempleo en su país sigue siendo del 50%. Esto significa que hay miles de hombres jóvenes sin un ingreso formal y nada que hacer.

Y la guerra no ha terminado, se ha trasladado a otra parte. Al este, en la república de Daguestán, murieron 21 personas recientemente durante un enfrentamiento de tres días entre las tropas rusas y los rebeldes, mientras que en el oeste, está creciendo la insurgencia en la pequeña república de Ingusetia.

Pero hay que destacar que existe otra preocupación para Moscú. Al focalizar el conflicto en Chechenia, el Kremlin delegó mucho poder a Ramzan Kadyrov.

El presidente checheno se ha asegurado de dejar en claro su absoluta lealtad a sus mentores en el Kremlin. Pero al mismo tiempo, él maneja Chechenia como si fuera un territorio virtualmente independiente y muchos en Moscú se preguntan hasta cuándo durará su lealtad.