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Opinión
Alimentar los resguardos de información alternativa
Medios masivos de comunicación: perdiendo la batalla contra un gatito sin dientes
Johan Mendoza Torres / Jueves 1ro de febrero de 2018
 
Imagen de Google Sites.

Por supuesto hace unos años, al encontrarse plenamente a su merced, los dueños de los medios masivos de información en Colombia tenían la última palabra en todo. Desde la idea más aterradoramente falsa, hasta el amarillismo pulitzer típico que los caracteriza, convencieron a la sociedad durante mucho tiempo de aquel mensaje que pregonaba de “somos la opinión pública”.

Hoy, luego de las consecuencias que ha producido la masificación de la tecnología comunicativa, muchos tuvimos que estudiarlo, otros simplemente se enteraron, no obstante, todos juntos ya sabemos que no, no son la opinión pública, nunca lo fueron, fueron siempre opinión privada, opinión particular, con una clara línea editorial que a su vez es ideológica o incluso como RCN, tan descaradamente partidista y caudillista. Desde hace muy poco se ufanan de defender sus “líneas editoriales”, (como lo aseguraba Gurisatti en una entrevista para El Tiempo) todo sustentado en lo que llaman: la libertad de expresión.

Hecha trizas la máscara de los que no fueron más que derechosos que sacaron ventaja de la enorme estructura técnica y la financiación publicitaria para propagar su mensaje y venderlo como “verdad”. Hoy los medios masivos y corporativos de información se enfrentan al enemigo que inició siendo un gatito sin dientes pero que hoy es un feroz león que tiene preocupados básicamente a todos.

¿Quién era ese gatito? La libertad de expresión. Este fenómeno que parece más un eslogan en las dudosas democracias contemporáneas, encontró un impulso efectivo en los mecanismos comunicacionales que hoy conocemos como redes sociales. En ese ciber espacio cualquiera puede decir básicamente lo que quiera. Las páginas web surgieron primero, y debido a su poder corporativo, los medios masivos acapararon con facilidad esos escenarios, pero para pesar de ellos, las redes sociales no las han podido controlar, porque en las redes sociales no solo hay consumidores de información, sino también productores de información, lo que consolida un maremágnum impresionante de palabras, frases, posteos, trinos, en los que en ocasiones literalmente nadie escucha a nadie.

No obstante, hoy hay que ver la realidad comunicacional de las redes sociales con dos tipos de lupa. La primera de ellas, permite ver que el poder discursivo que tenían años atrás esos los medios tradicionales y derechistas como Caracol Radio y RCN, se está derrumbando a pedazos porque los han cogido infraganti en su defensa de ciertos intereses, en la amañada forma como narran las noticias de quien les conviene, y en la forma atroz y anti-ética como destruyen a los enemigos políticos de sus amiguitos. Particularmente, el caso de RCN es deslumbrante, pues en esencia es un canal de noticias y entretenimiento que va en picada porque sin necesidad de un proyecto político estructurado que le hiciera frente, simplemente con la verdad puesta en la escena de las redes sociales desde los celulares de personas protagonistas de las diferentes realidades desde todos los rincones del país, nos dimos cuenta de su parcialidad política.

RCN ya no es un poder mediático incontrolable. Le han puesto “tatequieto” así como a El Tiempo, y otros tantos, que ahora en redes promueven desesperadas campañas para identificar noticias verdaderas y falsas, o incluso el caso más hipócrita, como es el de la revista Semana, que al ver cómo la realidad política palpita en el campo colombiano y es desde el campo donde ha surgido una oposición real a los medios masivos, ahora viene impulsando el proyecto “Semana rural”.

La segunda lupa para observar el fenómeno de las redes sociales, permite ver cómo miles y miles pueden escribir, publicar fotos, elaborar falsedades de lo que quieran dando como resultado que el sentido común de la realidad se hunda en las aguas más oscuras. Esto claramente es un problema, cuando se quiere construir un norte para un país como Colombia en el que se vive la crisis política más grave del continente con el exterminio a líderes sociales que sigue su lúgubre marcha. Por tanto, bajo esta segunda lupa, las redes perjudican a todos los bandos políticos y configuran quizá lo más sensato que se puede concluir: la libertad de expresión permite opinar, pero no toda opinión es una opinión política.

¿Qué nos queda? Alimentar los resguardos de información alternativa, impulsar el reconocimiento de una situación, por encima del conocimiento de titulares vagos que no dicen mucho. Nos queda convivir con las redes sociales, nuevas amigas y enemigas, que no sirven al poder, pero que podrían perjudicar un proyecto político. Eran un gatito sin dientes, y ahora son un león que parece indomable. De seguro lo domarán con resoluciones legales o censuras, como ya se ha visto en ciertos casos, no obstante, al intentar domarlo perdería la esencia y cabe recordar que la tecnología nunca retrocede, por tanto los riesgos son altos, pero las probabilidades de utilidad van en aumento y hasta ahora, la batalla contra los medios masivos tradicionales, la están ganando.