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El Salvador ante una nueva situación económica: ¿De las remesas familiares a una economía productiva?
Entrevista a Raúl Moreno sobre la perspectiva para la economía salvadoreña.
Dick Emanuelsson / Martes 12 de mayo de 2009
 

Raúl Moreno es coordinador del área de investigación del Instituto Fespad, profesor de Economía en la Universidad de El Salvador.

Con él conversamos acerca lo que fue el modelo económico bajo la batuta de los gobiernos del partido de extrema derecha Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y las inmensas tareas que tiene el nuevo gobierno de Mauricio Funes para satisfacer las enormes expectativas y necesidades que tiene el pueblo salvadoreño en medio de una crisis del capitalismo mundial, encabezado principalmente por los Estados Unidos, crisis que afecta duramente a Centroamérica y México por las remesas enviadas desde la zona norteamericana.

Un agradecimiento especial a Marialuisa Atienza por la trascripción de los reportajes de El Salvador

Dick Emanuelsson (DE): Primero que nada, muchísimas gracias por atendernos y yo quisiera comenzar esta entrevista con algo que dijo Shafick Handal cuando él vino a Suecia hace unos años y decía, a propósito de la economía neoliberal del gobierno de Arena, que era como un burro amarrado con un tigre suelto y que el Estado se había convertido solamente en una oficina administrativa, porque prácticamente todo había sido privatizado.

- ¿En qué situación se encuentra hoy en día El Salvador, porque se han hecho más privatizaciones desde las declaraciones de Handal, y cuáles son realmente las perspectivas para un nuevo gobierno de poder enfrentarse a este modelo?

Raúl Moreno: 20 años de políticas neoliberales han generado transformaciones hondas, profundas, no sólo en la estructura económica salvadoreña, sino en la concepción misma del estado salvadoreño. En 20 años de políticas neoliberales el patrón de concentración del capital en El Salvador se transformó radicalmente. Antes de la década de los 90, la principal rama de la actividad económica era la agroexportación.

Hubo un proceso galopante de reformas económicas jurídicas, institucionales, en el país, que trasladaron el eje de acumulación del sector agropecuario a la industria maquiladora durante un período y posteriormente a los servicios. La economía salvadoreña es ahora una típica economía terciarizada, una economía de servicios, en donde la rama del comercio, del turismo, de los hoteles y restaurantes, ocupa el primer renglón en importancia del producto interno bruto.

La última administración, los últimos cuatro años, la economía salvadoreña se está transformando hacia una economía de servicios, pero principalmente en apoyo logístico al funcionamiento de las corporaciones transnacionales. Se ve a El Salvador como un centro a partir del cual podamos tener núcleos de almacenaje, administración de puertos, de aeropuertos, apoyo al comercio, apoyo al proceso de industrialización que se lleva en otros países, pero que se transa en la región de Centroamérica. De hecho hay un proyecto importante que es la construcción de un canal seco interoceánico, entre el puerto de Cutuco y el puerto Cortés, Pacífico-Atlántico…

DE – … entre El Salvador y Honduras…

RM - … El Salvador y Honduras que permita el abaratamiento de los costos del transporte, de los fletes en el traslado de las mercancías. Y esto en el marco de un escenario multipolar en lo económico, en donde hay tres bloques económicos que disputan, no sólo el control de los mercados, sino el control de los recursos naturales: Asia en el Pacífico, Europa en el Atlántico y las Américas desde Tierra del Fuego hasta el Ártico. Entonces, la economía salvadoreña se ha configurado desde esa perspectiva, en convertirse en una economía de servicios y servicios de apoyo logístico al capital corporativo.

Pero también vale decir que en 20 años el aparato productivo salvadoreño se ha ido desestructurando, la economía salvadoreña dejó de sostenerse como principal fuente en la generación de sus divisas en nuestras exportaciones.

Y ahora la principal fuente de divisas en la economía salvadoreña son las remesas familiares, es el esfuerzo de un grupo importante de salvadoreños y salvadoreñas que han sido excluidos, laboral y socialmente por el sistema económico, y que tienen que desplazarse a otro país en busca de oportunidades y que no tienen un sacrifico que tiene una relevancia macro y microeconómica, impactante en este país.

Macroeconómicamente las remesas familiares son el principal renglón en la generación de divisas, por encima del valor de las exportaciones exceptuando la maquila, por encima de la recaudación del IVA que es el principal impuesto tributario, ingreso tributario, que se tiene en el país, por encima del presupuesto general de la nación, muy por encima, miles de veces por encima, del valor de la inversión extranjera directa en el ultimo año. Es un monto que supera los 3.800 millones de dólares por año, y para lo cual, el Gobierno lo único que tiene que hacer es mantener políticas económicas excluyentes.

El cambio de la función del Estado

Ahora, microeconómicamente también las remesas familiares tienen un papel fundamental, porque es el ingreso que percibe un 25% de los hogares salvadoreños y en un monto que, más o menos, oscila al valor del salario mínimo urbano de la maquila, unos 165, 170 dólares al mes por familia, es receptora de remesas familiares. Pero creo que es importante decirlo, 20 años de políticas neoliberales también modificaron el rol, las funciones, del Estado.

La función del Estado, como un ente que debería de buscar la persecución del desarrollo, desaparece, y muchas de las funciones económicas clásicas y básicas de cualquier estado, como la provisión de los servicios públicos fundamentales, cuyo acceso constituye derecho inalienable de las personas. El estado salvadoreño prontamente fue desprendiéndose, a través de un proceso de privatización de los servicios públicos y de los activos del Estado, del control de esa área que es estratégica en cualquier estado.

Y prontamente vinieron a este país corporaciones transnacionales europeas, como por ejemplo la Telefónica de España, como Telemóvil, e hicieron suya esa piñata que se hizo con los activos públicos y con las empresas del Estado.

Con una situación agravante: es que no solamente adquirieron los activos del Estado a precios irrisorios, cuyas inversiones se pudieron rentabilizar al cabo de un par de años, sino que además de controlar los activos del Estado, controlaron un segmento del mercado cautivo, que serán todos los clientes, todos los usuarios del sistema público de los servicios, entonces proveídos por el Estado y además, en régimen de monopolio.

Esa situación, entonces, fue erosionando la calidad de vida de los salvadoreños y salvadoreñas, que tuvieron que adquirir servicios públicos, ahora proveídos por empresas transnacionales privadas, en régimen de monopolio u oligopolio, a precios sensiblemente mucho más altos.

El achicamiento y la satanización del Estado

Pero hay un aspecto también fundamental en estas reformas y es el achicamiento del Estado, desde las tesis neoliberales, que tienen sobre todo una fundamentación ideológica más que una fundamentación teórica económica. La idea es la satanización del Estado, la satanización de la gestión pública, frente a la sacralización de la iniciativa privada. Entonces, el Estado fue progresivamente desregulando, liberalizando, áreas importantes, como el comercio exterior. Este país entró en un proceso muy acelerado de desgravación arancelaria, unilateral, sin que nadie nos lo pidiera.

Y se desmontaron los aranceles, se abrió la economía salvadoreña con un agravante: que muchos de los productos importados eran subsidiados en sus países de origen y con un tratamiento preferencial en materia arancelaria y con precios subsidiados. Eso llevó a la quiebra de la producción doméstica, al desplazamiento de la producción nacional por la importación, porque era realmente imposible competir con estos precios tan bajos, no sólo por ser subsidiados, sino porque también tenían un tratamiento arancelario de privilegio.

Esto entonces, largó en el campo, en la zona rural del país, la quiebra del agro prácticamente, no únicamente como consecuencia de la apertura comercial, porque hubo otros factores que están relacionados con las reformas neoliberales que se aplicaron en este país, como por ejemplo, el que la banca sesgara el destino del crédito hacia actividades más de comercio y de crédito personal que actividades productivas como las agropecuarias.

Tenía que ver también con una política cambiaria que fijó el tipo de cambio, después en un proceso de flotación sucia y después llegó a una fase de dolarización de la economía y que va en perjuicio de la competitividad en precios de los productos agropecuarios. Y también el desmantelamiento de algunas instituciones públicas que operaban en la parte de fomento y asistencia técnica en el sector agropecuario.

Enriquecimiento de núcleos familiares empresariales

Pero a mí no me cabe ninguna duda de que las políticas de apertura comercial conllevaron a profundizar la quiebra del agro salvadoreño. Y entonces, ahí hay un proceso de empobrecimiento creciente en la zona rural, pero también, como contracara a esto, un proceso de enriquecimiento que se da en núcleos familiares empresariales vinculados a los servicios financieros que fueron prontamente enriqueciéndose en este proceso en que el patrón de acumulación se desplaza de la agroexportación a una economía de servicios.

Y ahí también aparecieron empresas importadoras, vinculadas a los grupos empresariales familiares que se beneficiaron con la quiebra del agro, porque en el caso del arroz, hay que decirlo, que después de tres años de TLC, tres años de Cafta, tenemos prácticamente quebrado el sector agropecuario, lo cual profundiza aún más la crisis que se había gestado en los años previos de políticas neoliberales. La demanda nacional del arroz tiene 90% de importación y un escaso 10% se produce nacionalmente…

DE - ¿cómo era antes?

RM – Antes del proceso de apertura comercial en El Salvador teníamos prácticamente capacidad de autoabastecernos de la producción de arroz, ha sido en el marco de las políticas neoliberales que progresivamente se ha ido deslizando. Esa perdida de soberanía alimentaria de nuestro país, de nuestra economía, y ha ido creciendo, antes del TLC andaba en torno del 80% la dependencia agroalimentaria, pero ahora en los últimos años se ha profundizado aún más.

Entonces, vale decir que esas reformas económicas, jurídicas e institucionales, también debilitaron el papel del Estado en la regulación, y uno de los puntos tiene que ver con la apertura comercial, pero también está relacionado con la liberalización de las tasas de interés. Antes, el Banco Central, a través de una junta monetaria, cautelaba el precio del capital, de la tasa de interés.

La visión neoliberal que sacraliza la iniciativa privada y que cree, en fe ciega, en las ventajas y bondades del mercado, desreguló esto, de manera que es a través de los mercados oligopolios, financieros, controlados en el país por cuatro bancos, que son los mismos cuatro bancos, sólo que ahora de capital corporativo transnacional, manejaban las tasas de interés, era un mercado oligopolio, que tenía a la base dos bancos que eran los más poderosos, el Banco Cuscatlán y el Banco Agrícola Comercial, que fijaban las tasas de interés y el resto de los bancos seguían.

Pero también se liberalizaron los precios, no sólo los precios de la canasta básica alimentaria, sino el resto de precios de la economía, incluyendo el precio de la fuerza de trabajo, el salario.

El excedente bruto de explotación del valor agregado

La flexibilización del mercado laboral también es otra de las reformas que se aplican en este país y desde luego esta medida conlleva inequívocamente la obtención de mayores niveles de beneficio por parte de los empresarios, en la medida en que la obtención de la plusvalía relativa se incrementa.

Entonces ese es, digamos, como un escenario general, en donde el papel del Estado se ve reducido, se repliega, que sea el pie, no la mano, el pie invisible del merado el que regula este funcionamiento y sabemos que el mercado es un ente absolutamente incapaz de poder mirar más allá de la marginación de beneficios. De ahí, entonces, que valga la pena decir que en 20 años también se configuró un sistema económico que tiene dos características, es muy eficiente para generar exclusión y empobrecimiento.

El sistema económico salvadoreño que se ha larvado en 20 años es una maquinaria perfecta, es un relojito suizo para generar empobrecimiento y exclusión. Y a la base de esa situación es como se puede explicar el fenómeno migratorio. La economía salvadoreña reparte muy desigualmente el excedente económico que genera. Cifras del Banco Central de Reserva indican que del 100% del valor agregado nacional, 62% es excedente bruto de explotación, 62% es ganancia de los empresarios, que se repartirá entre unas 175 mil empresas, de las cuales 320 son de 200 y más trabajadores y trabajadoras.

O sea, que ese 62% se reparte muy desigualmente entre el universo de empresas de este país. Pero que el 32% se destina a la remuneración de los trabajadores y trabajadoras, que serán unos 2’500.000 personas que configuran la población económicamente activa. Esa situación de desigualdad en el reparto del excedente se hace más concentrada en alguna rama de la actividad, como por ejemplo refinerías de azúcar, en donde el excedente bruto de explotación alcanza el 92% del valor agregado.

El caso, por ejemplo, de telecomunicaciones, el caso de hoteles, el caso de transporte, o el caso, por ejemplo, de minería, en donde los excedentes brutos de explotación superan el promedio nacional del 62%. O sea, es una economía que en su alma, en su esencia genera una enorme disparidad a la hora de repartir el excedente que genera, que produce.

20% de las familias concentran más del 60% de los ingresos

Hay otro dato que es fundamental: si analizamos la distribución de las familias por el nivel de ingreso que concentran, el 20% de las familias más ricas concentran más del 60% de los ingresos y activos del país, frente al 20% más pobre que concentrará menos del 2% de los ingresos y activos del país. El coeficiente de Gini para El Salvador es de 0.54, lo cual nos ubica entre los países más desiguales de América Latina, que así mismo es la región más desigual del planeta Tierra.

Y creo que también vale la pena decir que la economía salvadoreña en 20 años no ha podido romper un patrón de crecimiento o un patrón de acumulación recesiva. Hay un patrón de comportamiento decreciente en las tasas de crecimiento de variación del PIB real de la economía salvadoreña y es el producto de que el motor del crecimiento de la economía salvadoreña no se ubica dentro, sino que se ubica en las remesas familiares, por la vía del consumo.

Si pensamos en la ecuación básica de PIB como consumo + inversión + gasto + exportaciones - importaciones, el componente más dinámico del PIB es el consumo y se potencia, se acelera, se empuja, a través de las remesas familiares. Entonces, también podríamos decir que la economía salvadoreña tiene esos bajísimos niveles de crecimiento en su actividad económica, y lo hace a costa de los recursos naturales y del medio ambiente. Tenemos uno de los peores puestos en el ranking de deforestación y contaminación, lo que compartimos con Haití, en El Salvador.

Entones, ese escaso crecimiento de la economía salvadoreña, si pudiéramos pensar en un sistema de cuentas satelitales o de cuentas verdes [1] y descontarle la depreciación del capital natural, sin duda que tendríamos tasas de variación negativas. Eso es, entonces, en general, la herencia de 20 años de políticas neoliberales, con un sector público no financiero, las cuentas del Estado en total quiebra, como se ha hecho público el día de ayer, ya no existe siquiera la capacidad para pagar los subsidios al consumo de electricidad para los hogares que tienen un nivel superior a los 99 kilovatios-hora al mes.

O sea, hay una clarísima incapacidad para generar ingresos públicos superiores al nivel del gasto público que proyectan los gobiernos. Y el otro punto macroeconómico que creo que es importante es el tema del comercio. El déficit en balanza comercial es histórico, no se ha podido revertir. Lejos de eso: se ha profundizado en este período de políticas neoliberales, pese a que uno de los objetivos expresos de los programas de ajuste estructural de las políticas neoliberales, uno de ellos, era viabilizar la balanza de pagos. Eso no se ha podido dar.

Tres años de Cafta nos sitúan ahora con un saldo mucho más deficitario de lo que teníamos antes de la firma del TLC en 2005 con los EU, y también ha modificado la configuración de nuestra estructura de importaciones: ya no sólo importamos aceite diesel, ya no sólo importamos teléfonos celulares, ya no sólo importamos equipo, sino que ahora importamos arroz, maíz y granos básicos, que antes del Cafta podíamos producir en este país.

El aliado histórico EU se encuentra en recesión

DE – Se dice que El Salvador es uno de los países más dependientes de los EU y ya no solamente la divisa es dólar. Hoy se va a reunir en Managua el SICA (Sistema de Integración Centroamericana), y van a preparar la visita del nuevo vicepresidente de EU, Joe Biden, que va a llegar a la región como una visita, primera visita al exterior.

¿Qué recomendaciones haría usted al SICA, los países centroamericanos, porque el mapa político de Centroamérica se ha cambiado bastante, en una forma bastante interesante en los últimos años, con nuevas elecciones, con nuevos gobiernos, con gobiernos como Arena que han perdido terreno, y hay un movimiento progresista que está a la ofensiva, pero qué tipo de consejo daría usted a los diferentes gobiernos para recibir como un conjunto al vicepresidente de EU?

RM – Yo creo que el escenario internacional actual nos debe de mover a la reflexión sobre el fracaso de un modelo neoliberal y la debilidad de un sistema capitalista que en este momento se encuentra no sólo frente a una crisis financiera de una magnitud desproporcionada, sino ante una recesión económica y a una depresión económica, que según muchas personas entendidas se trata de una caída en picada, con una depresión prolongada dibujando una L. Éste creo que es el momento para repensarnos y para repensar la economía y las relaciones internacionales.

Ciertamente El Salvador y Centroamérica tienen una enorme dependencia de la economía estadounidense, pero mucho más la economía salvadoreña. No sólo porque es una economía dolarizada, no sólo porque es una economía cuya política monetaria, cuya política cambiaria, cuya moneda está determinada por el gobierno de los EU, sin pensar en la economía salvadoreña, no sólo porque no tenemos un Banco Central, el Banco Central de Reserva de El Salvador está en Washington, está en la FED, no está en El Salvador.

Pero no sólo por eso tenemos una enorme dependencia de los EU, no porque EU sea el principal socio comercial de El Salvador, más del 60 y pico por ciento de las exportaciones nuestras tienen como destino ese país del Norte, y más del 50% de nuestras importaciones vienen de EU, o sea que una economía que actualmente se encuentra en recesión, que actualmente está con tasas negativas de crecimiento de su actividad económica, que ha contraído su demanda, que tiene problemas de empleo, que están quebrando sus empresas, de la construcción de los servicios, de la industria, incluso la industria automotriz, es nuestro principal destino comercial.

Entonces, ahí tenemos una implicación que hay que tenerla ahora presente y es que por la vía del comercio, por la vía de nuestra balanza comercial, vamos a tener una afectación honda en El Salvador. La exportación constituye un elemento fundamental en la conformación del producto interno bruto de cualquier país, y en la medida de que las exportaciones de El Salvador se reduzcan hacia EU, hay una contracción del producto interno bruto de este país y eso significa menos empleo y eso significa profundizar las ya precarias situaciones de empleo que existen en el país. Pero no sólo por la dependencia comercial: buena parte de la inversión extranjera directa en El Salvador tiene como origen EU, y eso también tiende a contraerse.

DE - ¿Y qué síntomas de recesión?

RM - ¿En qué sentido, la inversión extranjera directa que se concentra especialmente en actividades maquiladoras, está ubicada en este país y algunas otras empresas que han aprovechado el marco de desregulación que ofrecen los tratados de libre comercio? Pero no sólo ese es el tema, el tema, el más hondo, es que esta economía depende de las remesas familiares, y las remesas familiares vienen de EU principalmente, y la gente que vive en los EU, los salvadoreños y las salvadoreñas que son la fuente de las remesas, han perdido muchos de ellos sus empleos o van a perderlos, desafortunadamente han reducido el número de horas que trabajan, entonces remesan menos a este país.

Ya tenemos este año 2008 y los primeros tres meses de 2009, las tasas de variación más bajas que se han registrado en El Salvador en los últimos 15 años, 0% en expectativa para el siguiente año. En ese escenario en que nuestro aliado histórico EU se encuentra en recesión, en un contexto en que no tenemos nuestra propia moneda, ni siquiera una política monetaria o una política cambiaria, como la tienen la infinita cantidad de los países del planeta, porque es absurdo no tenerlo, creo que es fundamental hacerse un replanteamiento.

Y el replanteamiento creo que va, justamente, por lo que va el trazo de péndulo de la Historia, saliendo dela depresión de los años 29 y 30, lo que tenemos es la vuelta a una posición en que el Estado recupera parte de sus funciones esenciales. No estamos hablando del socialismo del siglo XXI, estamos hablando de retomar el esquema que inicialmente el camarada Keynes ahora viene a ser revolucionario, en este momento en que CityBank, que es un símbolo, un icono, del capitalismo financiero, es empresa pública, en este momento en que las empresas más grandes del mundo son empresas del Estado.

Era inaudito hace un par de años hablar de nacionalización, sólo los dinosaurios podían hablar de eso. Ahora resulta que esa es la práctica y que Ford y que Chrysler y que General Motors necesitan que el Estado les inyecte recursos. Eso nos debe hacer replantearnos las cosas.

La integración no es una solución al problema

Ahora, creo que desde Centroamérica, el SICA que es el Sistema de Integración Centroamericano, es una de las instituciones que gozan de menos credibilidad en la región.

Centroamérica ha sido una de las regiones del mundo en donde han existido más precozmente los intentos integracionistas, que fueron abortados a finales de la década de los 60, principios de los 70, particularmente Centroamérica con una guerra, una guerra entre El Salvador y Honduras dado el posicionamiento de la burguesía salvadoreña en los mercados hondureños y la rivalización que se dio en el marco de una reforma agraria que afectaba población salvadoreña ahí.

Pero yo creo que desde Centroamérica es importantísimo pensarnos en una región integrada, y una región integrada no implica únicamente una zona de libre comercio, o una unión aduanera. Una zona integrada pasa por un proceso político, un proceso político que no hemos tenido en este país, y yo soy convencido de que el proceso de integración, otro tipo de integración, no integración desde los gobiernos, sino una integración desde abajo, desde los pueblos, es una de las alternativas que debemos plantearnos en este escenario convulso en que nos encontramos.

Lo primero que tenemos que hacer es mirarnos hacia adentro, mirar esa casa que hemos dibujado, esa casa que hemos recibido con 20 años de políticas neoliberales en El Salvador, y tener claridad que la integración puede contribuir, pero la integración no es una solución al problema del desorden de nuestra casa. Tenemos que resolver el desorden de nuestra casa y luego hacer eso, tal vez, de manera complementaria con un proceso de integración.

Yo creo que hay que replantearse las relaciones internacionales, yo creo que hasta este momento lo que hemos tenido en los gobiernos de EU ha sido el aprovechamiento a través de mecanismos cada vez más sofisticados para el trasvase de nuestros excedentes económicos.

Primero por la vía de los préstamos de ajuste estructural que el Banco Mundial nos daba a través de los préstamos de estabilización económica, que el Fondo Monetario Internacional daba y que eran el mecanismo de condicionalidad para las políticas neoliberales, y ahora, a través de tratados internacionales como el Cafta o como el que se está queriendo suscribir con la Unión Europea o Acuerdo de Asociación.

Yo creo que es fundamental desde los gobiernos hacer un planteamiento de que existen profundas asimetrías entre Centroamérica y esos países, como para negarnos un trato especial y diferenciado en virtud del tamaño y las capacidades de nuestras economías. Que necesitamos relaciones de cooperación, que necesitamos relaciones de solidaridad, que la lógica de las relaciones entre los pueblos debería de plantearse no sólo en términos de generar condiciones óptimas para que las empresas transnacionales de EU o de Europa vengan a aprovecharse de nuestros recursos naturales.

Yo creo que ese es el punto central. ¿Existe conciencia en los gobiernos de esa situación? Es una cuestión que creo que… yo tengo mis dudas, pero creo que vale la pena colocar ahí.

Megaproyectos y militarización al servicio de las transnacionales

Hay una estrategia hegemónica, dibujada desde el gobierno Bush para la región, que tiene tres patas. Una de las patas es TLC (Tratado de Libre Comercio), que son instrumentos políticos, con las fuerzas jurídicas, de subordinar los marcos legislativos de nuestros países, incluso, de facto, violan la Constitución de la República, como lo hemos demostrado en El Salvador, aunque la Corte Suprema de Justicia todavía no haya fallado a nuestro favor, ni creo que lo haga. Pero el otro proyecto son los megaproyectos de inversión.

Raúl Moreno, economista en la Universidad de El Salvador. Foto: Dick Emanuelsson

Eso sigue, a través de la Corporación de la Cuenta del Milenio [programa de ayuda exterior del gobierno de los Estados Unidos] se financia una supercarretera en El Salvador, en la franja Norte, que agarra los proyectos de explotación de minería metálica, los proyectos de presas y represas, el corredor interoceánico Cutuco - Puerto Cortés, los proyectos turísticos de montaña, entre otros. Ese es el segundo componente.

Y el tercer componente es la militarización y cómo a través de una presencia cada vez más fuerte, militar, sobre las regiones ricas en recursos naturales. Esta estrategia que tiene como propósito, ya no sólo privatizar servicios públicos que todavía faltan por privatizar, sino principalmente controlar nuestros recursos naturales, como punto central de las relaciones internacionales entre los países. Yo no creo que el ‘camarada’ Obama deje esa visión hegemónica de dominación de EU para Centroamérica, pero valdría la pena planteárselo a nivel de Centroamérica.

Somos los pueblos centroamericanos quienes debemos controlar nuestros recursos naturales. ¿Por qué hay interés en controlar nuestra biodiversidad, a través del capítulo 15 del Cafta que nos ha obligado a ratificar [el Convenio de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales] UPOV-91 y el acuerdo de Budapest, que permite que nuestros bancos de microorganismos y nuestras especies vegetales puedan ser patentadas por las empresas estadounidenses? Esas cosas hay que plantearlas.

¿Cómo es posible que podamos admitir en este país o en Centroamérica que una empresa de capital canadiense y estadounidense, que se llama Pacific Rim, pueda demandar al Estado ante una corte internacional en Washington, porque el Estado no le da una licencia para explotar oro en la cuenca alta del río Lempa, que será contaminada por el cianuro que utilizarán en el proceso de desprendimiento del oro?

¿Cómo es posible que le podamos aceptar al vicepresidente o al gobierno de los EU un trato nacional en las mismas condiciones para las corporaciones estadounidenses que se dedican a la construcción, que a las empresas centroamericanas que se dedican a ese negocio? ¿Cómo es posible que podamos aceptar que el agua sea vista como una mercancía y que se pueda privatizar? Eso es lo que tenemos que decirle, tenemos que replantear nuestras relaciones internacionales sobre la base de un proyecto nacional.

Yo creo que de manera complementada se puede hacer eso, pero si no resolvemos el problema de la casa, si no arreglamos el techo, si no arreglamos las paredes, si no vemos el piso, si no creamos las condiciones domésticas para hacer esto, no lo vamos a resolver saliéndonos de la casa, hay que hacerlo de manera coordinada.

Manifestación del FMLN

El escaso margen de maniobra para Funes

DE - ¿Y usted tiene esperanza de que el nuevo presidente Mauricio Funes va a tener esa fuerza, esa capacidad y esa voluntad sobre todo, porque veo yo que debe ser un enfrentamiento justamente con la política de EU?

RM – Creo que hay un escaso margen de maniobra para el actual gobierno de El Salvador, y eso tiene que ver con varias aristas, una de ellas con la situación de las cuentas del sector público. Yo creo que las cuentas del sector público de los salvadoreños están quebradas, eso limita en buena medida llevar a cabo políticas públicas en el sentido, digamos, de hacer prevalecer el marco de las políticas públicas con la visión de monseñor Romero, como lo ha dicho Mauricio, con una opción preferencial por los pobres. Ese es el primer punto.

El segundo punto que creo que es importante destacar, es el límite que imponen los grupos de poder, y las relaciones de poder en El Salvador, sobre todo el poder económico, el poder mediático, el poder jurídico, el poder de las instituciones, el poder militar, está enraizado en una burguesía salvadoreña con una visión muy reaccionaria. Entonces justamente se requiere establecer un desafío, un reto, frente al poder.

Y eso difícilmente se puede lograr si no tenés un poder detrás que te permita establecer una correlación mínima, a partir de la cual colocar puntos de tu agenda, colocar puntos de tu interés. Entonces, yo creo que eso puede ser posible, y puede ser posible en la medida en que el gobierno de Mauricio tenga el respaldo creciente de los sectores sociales y de los sectores populares. Yo estoy convencido que una de las fuerzas fundamentales en la construcción de estos procesos, se hacen desde abajo, es la fuerza del pueblo.

El reto está en el hecho de aglutinar a los sectores sociales, a los sectores populares, en torno de un proyecto que encarne las reivindicaciones de este sector. Sólo en esa medida creo yo posible desafiar el poder real, el poder fáctico, un poder que se ha prolongado durante mucho tiempo en este país y que existe desde que es república El Salvador.

Ahora, hay situaciones, hay problemáticas en El Salvador, en este país, muy hondas que se han incubado a lo largo de todo el proceso de acumulación capitalista, que es inaudito pensar que se va a resolver de la noche a la mañana. Pero sí creo que es necesario iniciar las bases para comenzar en un proceso de largo plazo, ir superando estas cosas. Lo que sí creo que es fundamental, es dar respuesta a situaciones puntuales, que creo que son urgentes y creo que podría ser el vínculo, el gancho, para articular el tejido social en torno a una propuesta que es la que lidera Mauricio Funes.

Dar a comer a los pobres y estabilizar los precios

DE - ¿Y cuáles serían entonces, porque él ha dicho que dos temas son priorizados por su gobierno, es la crisis económica y la seguridad?

RM – Sí, yo comparto esa posición. Yo creo que dentro de la crisis, habría que sacar un poquito la lente, y yo identificaría el acceso a la alimentación para las familias.

DE - ¿Más o menos como el proyecto Hambre Cero en Nicaragua?

RM – Bueno, yo no conozco particularmente el proyecto de Nicaragua, sí conozco algunas fórmulas que se ha aplicado en Europa, América Latina y el Caribe, en el marco del plan de erradicación de la pobreza del Banco Mundial, los cuales no comparto, desde luego. Yo creo que aquí la superación del problema del empobrecimiento, difícilmente se puede llevar a cabo a través de un programa, creo que es más bien la definición de un plan de largo plazo que articule políticas económicas con políticas sociales, porque realmente el problema del empobrecimiento no se puede combatir únicamente a través de políticas sociales.

Lo que hemos visto durante este período en El Salvador, hace más de 20 años, lo que hemos visto en otros países es que los programas sociales se ven como medidas compensatorias a los efectos negativos que generan las políticas económicas. El mejor programa social es una buena política económica. Entonces, si no tenemos políticas económicas adecuadas, sirve de poco, o de nada, el que se esté empujando ese tipo de programas.

Ahora, yo lo que veo es, frente a la crisis, aspectos que son determinantes: uno, que la gente tenga posibilidad de comer y eso creo que tiene que ver con varias cosas, medidas concretas. Una relacionada con la estabilización de los precios de la canasta básica; para mí, eso es fundamental. El otro punto que creo que es importante es la capacidad adquisitiva de los salarios, o sea, estabilizar los precios es un punto fundamental pero que la gente tenga un ingreso suficiente como para poder demandar esos productos.

DE - ¿El salario mínimo debe aumentar?

RM – Seguramente habría que revisar el salario mínimo. Pero eso nos lleva ya a una problemática más compleja, porque si la estructura productiva salvadoreña es principalmente micro y pequeña empresa, decretar un salario mínimo significa de entrada el sacrificio de un sector importante que genera empleo y dinamiza la economía salvadoreña. Entonces eso complejiza más la situación porque si revisamos el salario mínimo, debemos tener una visión de un ajuste integral de los salarios y eso pasa por políticas sectoriales de apoyo a ese grupo del aparato productivo que es casi 91 ó 92% del total de empresas de este país. Pero entonces, una de las situaciones es el tema de la estabilidad de los precios, de la canasta básica.

Poder adquisitivo para acceso a alimentos

El otro es garantizar la capacidad adquisitiva de los salarios para que el acceso a esos alimentos pueda ser efectivo. Pero creo que ahí aparecen algunos bienes que son fundamentales, no necesariamente alimentarios, uno de ellos es los derivados del petróleo. Es fundamental, por el carácter estratégico que tiene el petróleo y sus derivados en la conformación del precio de bienes y servicios, ejercer la acción constitucional de regular las prácticas monopólicas, particularmente en el sector de hidrocarburos.

Otro aspecto que creo que es central, que no es un bien de la canasta básica, es los medicamentos, garantizar el acceso de los medicamentos de las personas. Hay estudios realizados en la universidad de El Salvador que demuestran que existe un margen de ganancia suplementario en el negocio de los medicamentos. Eso debería ser estabilizado y regulado de alguna manera, recuperando la acción económica del Estado que desde un esquema keynesiano, pues, se rescata.

Por otro lado, creo que el tema de la seguridad es un aspecto central y lo ha expresado Mauricio Funes. Creo que compartimos esa situación no sólo en términos de represión sino en términos de que la ciudadanía pueda vivir fuera de esa vorágine que es la violencia en este país. Hay que mirar no sólo la violencia generada por las pandillas, sino la situación de inseguridad generada por el crimen organizado. Y ese es un tema muy delicado, al cual seguramente hay que entrarle, pero que no se va a poder abordar en los primeros cien días, ni quizás en los cinco años de la gestión, para haber superado esta situación.

Y otro punto que creo que es fundamental para mover todas estas cosas es el tema fiscal. No se pueden tomar políticas públicas con una orientación hacia la sociedad más empobrecida, si no tenés ingreso público que te permita echar mano de ellas. Y yo ahí concentraría principalmente a la evasión fiscal. El IVA tiene un nivel de ineficiencia del 50% y quienes evaden el IVA son las empresas, no las personas consumidoras, no las personas trabajadores.

Creo que Mauricio lo ha planteado un par de veces, el combate frontal al delito de evasión fiscal, es un punto fundamental, así como el combate a la corrupción, y yo no tendría ningún inconveniente en plantear la necesidad de establecer un nuevo impuesto, un impuesto al patrimonio, a las riquezas, que fue derogado por el presidente Cristiani, de manera que la gente más rica de este país paga cero por sus riquezas, por el caudal de riqueza que ellos han ido acumulando.

Y yo diría que es correcto que hagamos el esfuerzo más o menos equilibrado, dado que la carga tributaria descansa principalmente en el sector trabajador, que las personas más adineradas pudieran pagar un porcentaje del valor de sus patrimonios. Entonces evasión, combate a la evasión, combate a la corrupción y yo no dudaría en un impuesto al patrimonio, viendo como la posibilidad de tener fuertes ingresos tributarios que permitan manejar algunas políticas sociales de compensación a los grupos que tienen una mayor vulneración frente a la crisis, por el acceso a la comida, el acceso a la salud, el acceso a una vivienda digna, son puntos que creo deberían irse viendo en el camino.

El Salvador y la integración en América

DE – Las relaciones internacionales, por ejemplo, el Fondo Monetario, el Banco Mundial que usted ha mencionado, se hablaba en la conferencia de los economistas en la Conferencia Internacional de Economistas de la Habana, muchas veces, incluso eran invitados representantes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, y también el nuevo hecho de que hay un Banco del Sur, hay una integración del Cono Sur y Brasil también juega un papel mucho más importante, más ahora que antes, en toda esa integración de todo el continente, ¿qué podría favorecer, usted ha mencionado, con toda la razón, que hay que mirar, poner la cosa en orden su propia casa, pero existe un proceso en todo caso que se mueve en este continente, qué podría hacer El Salvador, entre varios países, en ese proceso?

RM – La experiencia de 20 años de políticas neoliberales en El Salvador demuestra que los escasos márgenes de acción que los gobiernos tienen ante las imposiciones del Banco Mundial, del BID o el Fondo Monetario Internacional no fueron aprovechadas en El Salvador. Y en este país entramos en un proceso de ajuste estructural sin haber firmado un solo préstamo con el Banco Mundial, sin que se lo pidieran.

El presidente Cristiani entró en el proceso de aplicación de políticas neoliberales y la primera medida que se aplicó fue la reprivatización de la banca. Curiosamente él salió como propietario de uno de los bancos más grandes, el Banco Cuscatlán. Entonces, yo creo que aún en el marco de esa condicionalidad cruzada, de corto plazo, a través de los préstamos SAL del Fondo, PAP del Banco, y a través de la condicionalidad, los gobiernos han tenido un margen de maniobra. Y en el caso del país, no se ha aprovechado.

Muestra de ello es la diferencia del proceso de políticas privadas de Costa Rica y la política de privatizaciones en El Salvador, por ejemplo. Se está gestando en el Sur un proceso que responde al fortalecimiento de los movimientos sociales, pero que también responde al fracaso del modelo neoliberal y al surgimiento de un grupo de gobiernos que han surgido al margen de la hegemonía de EU. Y yo veo como muy positivo el que se puedan establecer lazos de cooperación entre gobiernos que tengan una visión democrática, una visión menos alineada a los planteamientos de los EU. Yo creo que eso puede ser una alternativa.

De hecho, este proyecto llamado el ALBA es un proyecto que puede tener algunos desaciertos, ¿verdad? Quizás en materia energética, pero que tiene aspectos importantes de los cuales podríamos retomar, y de los cuales podríamos pensar que plantean, o coinciden, o convergen, con esa visión alternativa para la integración desde abajo.

Entonces yo creo que en la medida en que se puede cohesionar una alianza entre países cuyos gobiernos, cuyos movimientos sociales detrás de los gobiernos, puedan postular por una integración desde abajo, se puede hacer una presión mucho más fuerte, se puede presionar más a las instituciones financieras internacionales. Yo he participado de algunos de esos eventos en La Habana con funcionarios del Banco Mundial, del BID, del Fondo Monetario Internacional, y de manera reiterada su planteamiento es que no hay tal fracaso del modelo neoliberal.

Lo que pasa es que no se han aplicado en toda su intensidad las recomendaciones neoliberales que ellos han planteado. Incluso tratan de arrogarse el éxito en los procesos de industrialización de algunas economías del sudeste de Asia como el resultado de las políticas neoliberales de manera ortodoxa, lo cual, obviamente, no tiene nada que ver con eso.

Pero, entonces, yo sí creo que frente al poder constituido por las financieras internacionales, seguramente una de las tácticas claves para poder alzar la voz, para poder ser escuchado, es fortalecer las alianzas entre los gobiernos que tienen una visión, digamos, alternativa, una visión que se desmarca de la línea que plantea EU.

La hipocresía del comercio de la burguesía salvadoreña

DE – Cuando subió Daniel Ortega a la presidencia de Nicaragua, él decía que hasta ahora la cara ha sido dirigida solamente hacia el Norte, pero nosotros queremos también girar hacia el Sur. En Nicaragua, hablando del arroz, aquí se produce el 10% del arroz y se importa el resto, principalmente de EU, mientras Nicaragua casi ya está cumpliendo toda su producción de arroz, porque también habían sufrido las consecuencias por ratificar el TLC o el Cafta y también se han integrado como miembros al ALBA donde se han beneficiado con varias relaciones internacionales, en primer lugar con Venezuela.

Se habla mucho de la campaña contra Mauricio Funes de que el verdadero amigo era Hugo Chávez, pero Hugo Chávez ha sido hasta ahora muy cuidadoso de dar así, abiertamente, un apoyo, como lo ha hecho quizás en otras oportunidades a procesos electorales. ¿Qué podría hacer un país como el Salvador que ha firmado el Cafta, pero también podría beneficiarse en el sentido del ALBA?

RM – Yo creo que una de las lecciones importantes de esta situación de recesión económica es la necesidad de recuperar nuestra capacidad de producción de alimentos. Y si en el caso de Nicaragua ha revertido su situación de dependencia agroalimentaria, pues habría que ver esa experiencia y procurar transitar en ese sentido. Porque la soberanía alimentaria es un derecho inalienable de los pueblos, que constituye, creo yo, uno de los puntos fundamentales de una estrategia de seguridad nacional de cualquier país.

No es gratuito que los países de la Unión Europea, no es gratuito que los países asiáticos industrializados, o que el mismo EU y Canadá, tengan una política de protección, a través de subsidios, para el sector agropecuario. Lo que es inaudito es que los gobiernos de estos países centroamericanos hayan abandonado el sector agropecuario, que es una pieza fundamental para la comida, para la alimentación de su población. A mí sí me parece que esa experiencia valdría la pena conocerla, y creo que debería de ser uno de los ejes fundamentales de trabajo del gobierno de Mauricio.

Yo entiendo que hay un eje de soberanía y seguridad alimentaria en su programa, y habría que ver si las medidas concretas podrían retomar algunos aspectos positivos de esta experiencia. Ahora, desde luego que yo creo que es fundamental diversificar las relaciones internacionales y comerciales a nivel planetario y la apertura, por ejemplo, a socios comerciales, como China, valdría la pena considerarla.

La visión ideológica anticomunista y ciega de la derecha salvadoreña limitó, aunque había una doble moral detrás de ese planteamiento porque oficialmente El Salvador no tenía relaciones comerciales con Cuba, pero la burguesía salvadoreña se beneficiaba del comercio con Cuba. La burguesía critica al gobierno de Nicaragua y tiene negocios crecientes en Nicaragua, centros comerciales gigantescos, entre otros, o importadoras de coches, de carros, etc. Ahora, yo lo que creo es que debería haber coherencia en el planteamiento.

Yo creo que el proyecto del ALBA plantea, o se fundamenta, en principios absolutamente opuestos, distintos a los planteamientos en los que se sustenta el Cafta. Y yo creo que no se trata de, vamos a reconocer los efectos negativos del Cafta, y seguimos en el Cafta, pero por otro lado, la plata que recogemos del ALBA va a servir para compensar los efectos negativos del Cafta. Creo que ese es un planteamiento incoherente. En ese sentido sería más adecuado plantear una revisión del Cafta en los aspectos fundamentales.

Y eso no es una cuestión descabellada: ya el presidente Obama se ha planteado revisar por lo menos el capítulo agrícola del Nafta, cabe la posibilidad de hacer esa consideración a la vista de los efectos devastadores que ha estado generando ese acuerdo en los países periféricos. Entonces creo que no sólo hay que parecerlo sino que hay que serlo.

En ese sentido, la coherencia entre planteamientos de apoyo a la producción doméstica y el apoyo a los principios de solidaridad, de cooperación, nos lleva a rechazar un acuerdo o un tratado que tiene en el centro el interés de profundizar por la vía de la reforma jurídica las condiciones de acumulación para el capital corporativo y de unas cuantas empresas domésticas.

El derecho a la autodeterminación

DE – El acuerdo entre Honduras y el ALBA, ahí hay un componente, menciono la cuestión de la salud, medicamentos, hay un capítulo allá en ese acuerdo donde los cubanos, que tienen una industria farmacéutica muy avanzada, se comprometen en exportar, prácticamente donar, muchos medicamentos a los hospitales hondureños. Hoy en día no hay relaciones diplomáticas ni siquiera entre Cuba y El Salvador, pero también podría ser otro factor para abrir y girar la cara, el rostro, al otro lado, no solamente hacia el Norte.

RM – Yo creo que, sin duda, la verdad, de eso estamos hablando, de establecer relaciones internacionales enmarcadas en esa lógica de maximización de beneficios. Porque ¿qué es lo que hemos tenido?

Las relaciones internacionales entre El Salvador y EU en los últimos años se han limitado a la suscripción de tratados de libre comercio y esto implica necesariamente también una relación militar, la convergencia entre los objetivos geoestratégicos y geopolíticos de EU y los del gobierno de El Salvador, si no tenemos moneda, no tenemos Banco Central, tenemos los mismos intereses geopolíticos y geoestratégicos, lo único que falta es que nos pongan como una bandera más, o una estrella más, en la bandera de EU, otro estado anexo.

Ahora, lo fundamental creo yo, es ver cómo se exploran con otros países otro tipo de relaciones basados en principios diferentes a estos, las relaciones de cooperación, de solidaridad, no sólo en términos de salud, también de apoyo al deporte, en términos de cultura, en términos de educación, en términos de avances científico-tecnológicos, son fundamentales. Y eso no se puede encapsular en un tratado de libre comercio, que es lo que hemos tenido con el caso de EU y que es lo que busca la Unión Europea.

Entonces, habría que abrir más esa dimensión de las relaciones internacionales, en las relaciones entre los estados, entre los pueblos, y colocar como primera premisa, el derecho soberano que tenemos a la autodeterminación.

La propuesta china de una nueva divisa en el mundo

DE – Para redondear esta entrevista sobre la economía y además el programa del nuevo gobierno, no se puede evitar tocar el tema de que los chinos ya propusieron una nueva moneda, una nueva divisa en el mundo. ¿Qué diría usted como economista, profesor en economía de la universidad de El Salvador sobre esa nueva propuesta, una nueva relación entre los diferentes países del mundo? También se ha hablado de una nueva moneda, una nueva divisa, no solamente entre los países del ALBA, sino también con otros países suramericanos.

Rafael Correa de Ecuador, Honduras y otros países han estado muy interesados también. Pero los chinos quieren hacer una nueva moneda y divisa mundial administrada por el Fondo Monetario Internacional, ese organismo que ha sido tan criticado por todos los sectores progresistas del mundo durante las ultimas tres décadas.

RM – Hay una coincidencia de que estamos frente a un cambio significativo en el sistema económico mundial. La actual depresión está mostrando ya su flequillo, ¿verdad? Y nos plantea varias cosas.

En primer lugar la posibilidad de una crisis de hegemonía, una crisis de hegemonía por parte de EU y el replanteamiento de un nuevo hegemón, de un nuevo polo hegemónico. Y hay coincidencia de varios autores en que ese nuevo polo podría emerger de Asia. El punto que creo que es importante no perderlo de vista es que China tiene un peso importante en la solución o en el agravamiento de esa situación de recesión económica mundial, porque China es propietaria de una buena parte de los bonos, una buena parte de los títulos emitidos por el gobierno de los EU.

En la medida en que el gobierno chino se deshaga de esos títulos, esa medida puede llevar a la caída de EU como el país hegemónico en el sistema monetario internacional. Entonces creo que valdría la pena revisar con mayor detenimiento esa propuesta. Además...

DE - ¿El gobierno chino tiene gran interés para que no se caiga EU?

RM - La caída de EU implica inmediatamente la caída de China. El principal punto de destino de las exportaciones chinas es EU. Entonces es una situación bastante compleja, pero esto es una señal que viene a corroborar el hecho de que se está frente a una crisis civilizatoria. Estamos frente a una crisis de hegemonía y estamos frente a una fase de depresión económica, cuya solución, creo que dependerá de las relaciones de poder de los agentes que intervengan a la hora de resolver esa situación. Yo creo que no es automático.

A China le podía interesar una nueva moneda, con un peso grande del yuan, seguramente, pero llegar hacia eso tiene implicaciones que no son automáticas. Eso implicaría la caída del dólar. Las reservas internacionales netas que los países tienen en el mundo están en dólares, eso implicaría una hecatombe a nivel del sistema monetario internacional y no creo que ellos estén listos a apretar el botón, como se dice, deshacerse de los bonos o de los títulos que tienen de la deuda contraída por el gobierno de los EU.

Pero sí viene a revelar que estamos en una situación de quiebre, no va a ser el mundo igual, después de la depresión, de lo que ha sido hasta ahora, sin duda. Y eso viene a complicarse con una crisis alimentaria, con una crisis energética, que le dan una dimensión social y una dimensión ecológica a la crisis, que no se había tenido antes. Entonces, frente a esta situación las soluciones o las perspectivas creo que son muy complicadas. Se pueden configurar varios escenarios, quizás una pueda ser esa salida, ¿verdad? La sustitución del dólar como moneda de curso para las transacciones internacionales…

Esa crisis de hegemonía se está larvando

DE -¿Ha habido alguna reacción de parte del gobierno de EU o de economistas gringos?

RM – Sí, claro que el mundo no va a ser igual que antes, pero yo creo que, y está demostrado, a partir del análisis de la Historia, que la moneda de curso generalizado en el sistema monetario internacional está determinada por la potencia militar, por la potencia hegemónica. Lo fue Gran Bretaña en su época, lo que es EU todavía, pero ahí es donde está, creo yo, esa crisis de hegemonía que se está larvando, y posiblemente, en lo que hay coincidencia de muchos economistas a nivel mundial, de que ese nuevo hegemón, ese nuevo punto de hegemonía, pueda salir en Asia.

DE - ¿El complejo miliar industrial está jugando un papel muy fundamental todavía?

RM – Yo creo que sí, yo creo que frente a los problemas de crisis en el capitalismo, si ha habido una actividad que sirvió de locomotora para levantar los procesos de crecimiento de la economía, es la industria militar y no sólo es porque es el punto a partir del cual se ensayan o se experimentan los avances en materia de ciencia y tecnología, sino porque también esta industria militar apunta principalmente a la sofisticación de los armamentos que tienen como propósito final el control de los recursos naturales.

Esther Estezeña, una colega mexicana, hace un esfuerzo por identificar las guerras o los conflictos armados con la ubicación de los recursos naturales. Y eso lo podemos mirar claramente, cómo los proyectos de inversión en infraestructura, los conflictos miliares, coinciden totalmente con la ubicación de los recursos naturales.

Entonces no sólo es la tabla de salvación para los procesos de recesión económica del capitalismo, sino la misma necesidad de sofisticar la vía coercitiva, la vía represiva, para ejercer un control sobre los recursos naturales, donde uno de ellos, fundamental, es el agua, sin duda, pero también los hidrocarburos y el gas.

DE – ¿En estas regiones, desde el Plan Puebla - Panamá hasta el Plan Colombia y también Venezuela que tiene la octava reserva más grande de agua dulce de este continente, está en la mira de los estadounidenses?

RM – Sin duda, yo creo que la estrategia hegemónica de dominación de EU tiene el componente de los tratados de libre comercio, que querían solventarse a través de un proyecto hemisférico, suscribiendo un TLC grande con 34 países, llamado ALCA, que fue un fracaso, y que optaron por la vía más larga que es TLC subregionales o bilaterales.

El otro componente es este megaproyecto de inversión que en Mesoamérica que se llama Plan Puebla - Panamá, pero que está construido para América del Sur a través de una iniciativa que se llama IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura de Suramérica) y para América del Norte a través de un proyecto que se llama ASPAN y después se le denominó Iniciativa Mérida, que es un proyecto denominado como un Nafta Plus que tiene a la base el marco jurídico que es el Nafta, pero un conjunto de proyectos de infraestructura que permitiría el trasvase de recursos naturales de Canadá, por ejemplo, el agua, hacia EU, o el paso de hidrocarburos desde México hacia EU. Entonces yo creo que justamente la estrategia del control de los recursos naturales ocupa un papel fundamental.

[1Es una forma de designar al conjunto de sistemas y metodologías que tratan de medir las interrelaciones entre el ambiente y la economía. Este vínculo no está claramente identificado en
los métodos convencionales de medición el desempeño económico, los cuales no toman en cuenta el agotamiento y degradación del capital natural.

El esfuerzo más relevante de cuentas verdes es el de Naciones Unidas, que, junto con otros organismos internacionales, desarrollaron un sistema de contabilidad ambiental y económico integrado (SCAEI) que armoniza y utiliza las mismas clasificaciones comunes al sistema de
contabilidad nacional (SCN). El objetivo principal del SCAEI es valorar tanto en términos físicos como monetarios cuáales son los impactos que tienen los procesos económicos en el ambiente y determinar cual es la verdadera contribución del ambiente a la economía. En términos generales se pretende conocer en forma más detallada la utilización del capital natural y las pérdidas por agotamiento y degradación del mismo.